viernes, 28 de noviembre de 2014

Valeria Assenza Parisi, Los perros amarillos de la nostalgia


ALIENTO

Cuando este aliento,
animal empenado
en romper la lengua
y abrir palabras,
es sólo bruma
que tristea el cuerpo
los perros amarillos
de la nostalgia
siempre mueven el rabo
                                siempre van
vuelven siempre
con mis muertos
en la boca.


NATURA

I
Hoy puedo
prescindir
de mi boca

una sinfonía
de insectos
el grave pastar
de las vacas
y los pájaros
alrededor
dicen
lo que vale.

II
Hoy debo
prescindir
de mi boca

una palabra
y cambio
el correr
del viento.

III
Mi boca
neurótica
se arrodilla
cuando
ella habla


VANGUARDIAS

Cuando la vida le hace el amor
a la muerte
las cabezas vuelan sobre los cuervos
y los cuerpos visitan a los gusanos
el muy artista se hace insecto
y devela el revés de la historia.


DUDAS

No se porqué mantener
los muertos atildados,
prolijitos, perfumados;
porqué guardar huesos
en cajas, bóvedas,
absurdas ciudades con llaves;
no sé porqué sembrarlos;
porqué no el aire?

No sé porqué la manía
de ordenar la muerte
si cuando muerde
lo revuelve todo


EMPEÑOS

Este cantar de las derrotas
del día
saboreando piedras
y lamentaciones de sombras

Este cantar cansado
perdido en lo que
fue nunca y
será jamás.

Pero el aliento
ah! este aliento
que nace de dónde
y hacia dónde
con todas hojitas
verdes verdes
que crecen por sus grietas.


BACO

A Fer

Si una tarde de invierno
las uvas maduran punto
vino
corra usted a la estación.

La maravilla pasa.

Las sirenas y  los diablos
conjuran los andenes
anudan deseos como vagones 
remontan  barriletes y futuro

Vino

brinde y quede volcado
ombligo al sol
corra  vaya  vea  cuente.

La maravilla pasa.


A LA VUELTA DEL UNZUÉ 

A Mati

Tenía el día
completo en el bolsillo,
la ventana para
mañana
un después como
quien más…

Entonces
el disparo al oído
y otra vez agujero
guirnalda usada
zapato solo

A la vuelta del Unzué
caí esa noche
con tu cara completa
de sol.



olvidé
si hacía jueves o llovía
si era sol o martes
a/penas se de un mes
cuando fuimos
absurdos
jóvenes tristes
a tu ceremonia
del partir.



En: “A la vuelta de Unzué”, Ediciones estación Quilmes, 2014. Selección de textos Jmp.
Valeria Assenza Parisi (1968).

Foto: Archivo Ediciones Estación Quilmes. 

jueves, 27 de noviembre de 2014

Alfredo Veiravé, Como un ejecutante de jazz que improvisa sus temas bajo el vuelo de los loros


ESPECIES VEGETALES

La palmera pindó es una envidiable introvertida
como un ejecutante de jazz que improvisa sus temas bajo el vuelo
               de los loros,
       el jacarandá en cambio es un árbol femenino
sin inhibiciones y más bien con un orgullo legítimo por su belleza;
el palo borracho aún pálido y anémico por el problema de sus glándulas
jamás puede disimular ese complejo de su apariencia que lo hace
desconfiar de todas las conversaciones en las cuales cree
      oír alusiones a sus formas.
Solamente el gomero, suave y refinado, silencioso y seguro de sí mismo
cultiva el arte de la percepción frente a los más severos críticos
y con buenos modales en las fiestas mundanas
sonríe para adentro sabiéndose dueño de un secreto poderoso.


En: “Historia natural”, Editorial Sudamericana, 1980.
Alfredo Veiravé (Gualeguay, Entre Ríos, 1928 – Resistencia, Chaco, 1991).
Foto: Jmp. City Bell, pindó y jacarandá (detalle), 27/11/14. 

martes, 25 de noviembre de 2014

Fernando Delgado, Cuando hace frío




ÚLTIMAS VOCES EN EL COLUMPIO

Ahora voy 
ya vengo
estoy arriba
voy abajo
más cerca
más lejos que se mueve
ahora hormiga
rascacielos
un ojo en la rodilla
una ciruela en la cabeza
estoy arriba
abajo
¿qué querés Juan?

que bajes papá.



LECTURA DE APARATOS

El hombre de la cama 14
hace rayitas en la pantalla
una mujer de blanco
muy generosa
inyecta sonrisas al corazón
el parte de las once dice
tranquilos
está todo bien.



ARGUMENTOS

Cuando hace frío
y colgamos la mirada
los recuerdos,
vamos y venimos
hablamos con nosotros
de nosotros
argumentamos todo
ordenamos el mundo,
pero cuando llega la noche
ahogados de infierno
apilamos los huesos
en el rincón de los vencidos.



AQUÍ

En esta sombra mordida del alba
todo vuela inflamable
tanta cosa de lejos
¿qué cansancio robusto
en las paredes del aire?
¿qué infierno cabe en lo que falta?
Sin pudor nace otro día


PIROPOS

Cantan colgados del andamio
como si fueran pájaros de contento,
una abuela mira hacia arriba
y recuerda la vida
como un salto al vacío.



DEBERES INEXCUSABLES PARA ASESINOS

Que no puedan
Ojalá no puedan
Quitarse los ojos
Pintarse en la cara
Árboles
Cordones
Que no puedan
Acariciar un libro
Una palabra
Un hijo
Cómo me gustaría
Que no puedan
Que no puedan más
De oscuridad



DESMEDIDO
                                                                              
A la memoria de Mati

Otra vez
me desmido
otra vez
en pedazos
en menos cero
otra vez
al rincón
a empezar de nuevo
a que nada se parezca
y todo
otra vez
a frotar el alma de dios
contra la oscuridad
los fantasmas
otra vez
a soltar los barcos de la memoria
a temblar en otras aguas
en otros brazos
otra vez
por el agujero de la verdad
el abismo
otra vez.



DIGAN QUE ME VIERON

Si alguien pregunta
digan que me llevó el viento
que salí de ganas
como un condenado
a pegarme el sol
otro mundo de este mundo
si realmente alguien pregunta
digan que me vieron
revolver la infancia
caminar sobre las ruinas
digan que estoy muy ocupado
que busco una escafandra
para esta vida.



En: “Desmedido”, Ediciones Estación Quilmes, 2014. Selección de textos: Jmp.
Fernando Delgado (Wilde, Avellaneda, 1954). Vive en Quilmes. Poeta.

Foto: FD, archivo Estación Quilmes. 

domingo, 23 de noviembre de 2014

Alfredo Veiravé, Cuando Beatrice se bajó de sus coturnos griegos


DESCENSO A LOS INFIERNOS DANTESCOS

Cuando Beatrice se bajó de sus coturnos griegos
de sus frívolos zapatos con plataforma
y quedó balanceándose a la altura de mis hombros
vi sin las trampas de las modas femeninas
por qué razón Virgilio se quema en los infiernos




En: “Radar en la tormenta”, Sudamericana, 1985.
Alfredo Veiravé (Gualeguay, Entre Ríos, 1928 – Resistencia, Chaco, 1991).
Imagen: Dante y Virgilio en el infierno (La barca de Dante), 1822, Eugene Delacroix. 

viernes, 21 de noviembre de 2014

Pablo Queralt, Yo pasé por tu cuerpo amarillo cada día de verano



LA PISCINA 
(fragmento)


El sol de las 2 de la tarde y todo el calor en el aire sus
ojos verdes la cadera bailando en su tanga cada pie
avanza felino escalando el abanico sobre el borde de
la cerecita salpicada por el agua celeste de la pileta
maremoto silencioso



Yo pasé por tu cuerpo amarillo cada día de verano en
el silencio mitad de cielo de esa cruda belleza lútea
callado en el agua dulce de la tarde en tu carne a la
intemperie germinando siguiendo deshojando como
un ciego alucinado la sed total hambrientos al sol en
la sal del aire calcinados ardientes gloriosos boca a
boca midiendo la locura en el ácido perfume de la
hora mortal



la pileta más divina más liviana el cielo abierto en esa
nube que no dejamos
estrellas que miramos en la oscuridad más allá de
nuestros cuerpos morados de plata salados
apretujados mordidos y dulces



así en el apuro encrespado en la oscuridad de una
misma línea de flotación en el movimiento
ascendente descendente en cada ocaso semen del
agua del hidrogeno salados dulces en el agrupar de
nubes en el acá donde todo se hace



otro remanso tinta al óleo de orgasmos de la
serigrafía bichos de seda hadas vis donde la mañana
viene saliendo



entras por la ventana a sus colmenas de platino a
fuerza de pasión mordiendo sus hombros hocicando
como animales con su noche con su día en la piscina
tragándose el mundo a picos de senos en un sudor de
vaselinas aguas murmullo eco pequeña marea



ese buque ese transatlántico hermosa charlotte que
recorro camino babeo baboseo beso respiro
transpiro muerdo marchando gozando cantando los
dos la arritmia bañante bajo el esmeril de las elásticas
nalgas



carne que es perfume sazón sembrando deseo de
agarrarla de que seas mi zodiaco mi muñeca de
muñecas de cara láctea que jugó con todas las hijas
con su pericia que mordí besé mitología que me
asegura estrofas enérgicas esbelta entregada a mi
aridez caballuna al hechizo juego orinando en la
esquina de placer y necesidad



ella a tus plantas bañada en agua champagne agua
del semen del rocío de la saliva escurriendo entre los
labios sobadas y moños en la maravilla lengua reseca
en el frenesí la entrepierna al sol sencilla flora y los
globos de agua detrás del cielo azul



Yo la seguí disfrutándola ensartándola cada vez con
una cara de recién llegada otra tentación nueva en
nimbos chispas de celo que soplan el lila para ver que
hay debajo ahora ella maneja obediente gustosa tete
a tete este amorío de frutos acuosos partículas puras
a oscuras enamoradísimos moldes de los cuerpos
tendidos detrás de los follajes las nubes


acompasados en esa partitura verdosa luz de los
eucaliptos soltando su bálsamo su círculo su poco de
aire de los fines de semana idos aspirados en ese
humus silencio de los filtros.



instantes de sombras que van en nuestras manos
bocas unidas golpe a golpe rozándonos al ras con sus
ritmos de quién es en esta agua cristal corpórea
lavados en esta marea de una profundidad mayor a lo
que nuestra mente soñó en el agua bajo los ciruelos
en nuestra sangre pintada de tankas.



En: “La piscina”, Ediciones Karakartón, España, 2014. Selección de textos: Jmp.
Pablo Queralt (Buenos Aires, 1955).
Portada: Romy Schneider en el film “La piscina” de Jacques Deray, 1969. 

jueves, 20 de noviembre de 2014

Alfredo Veiravé, dos poemas de Radar en la tormenta


REPORTAJES SOBRE LA REALIDAD

   Al ver caer las flores rosadas del lapacho sobre las imágenes
de este árbol que anuncia en sus cielos la actividad de la
mirada sentimental, el elogio simple de un espectáculo que
no es sintáctico, cualquier novelista diría que ellas (las flores)
son personajes delicados, seres emergentes de voces que descubren
la realidad de los objetos, en este caso hermosos para la escritura
de las estaciones del año, el recuerdo guardado en el pecho de sus criaturas
inventadas. El poeta que transgrede los géneros literarios
cerraría los ojos y en sus frases respondería con otros resultados
a la ansiedad de sus lecturas compartidas en un reportaje
circular: ¿qué es lo que veo, qué es lo que quiero ver, qué es lo que
no puedo ver de estas flores del lapacho sobre
la alfombra rosada de la vereda, que aquí se ha formado hoy como
una metáfora de la vida o de la muerte?

   La idea simple de una alfombra tejida de rosadas flores volátiles
es una antinomia de la realidad, una respuesta posible al cuestionario,
una metáfora de la imaginación o de la inteligencia, quizás,
simplemente, un homenaje al amor distante de quien las mira:
— El significado de un poema sólo puede ser otro poema, pero ¿cómo diferencia usted a la poesía de estas flores del lapacho?
— Es muy simple, porque el poema tiene el aspecto geométrico de la poesía.
— ¿Y cómo la reconoce?
— A primera vista, por el sonido mental de ese momento, y además
porque la poesía nos enriquece la realidad, como el lapacho.



YA NO HAY LUGAR PARA LA FRIVOLIDAD

   Todos poseen un límite; las lecturas en el jardín
absorben el deseo de las plantas húmedas y el mundo visionario
habla allí únicamente con algunos seres animados de ojos abiertos y profundos.
(Entre los helechos y los tiernos animales inocentes el espacio pasa
como un equilibrista que abre su sombrilla para no caer en el vacío.) Hay
diferentes formas de fracaso cuando el trapecista joven sufre el miedo
en las cárceles de la pesadilla,
aunque en el fondo sabe que los victimarios y los torturadores
se juntan en el infierno de la historia, y que las hojas caen sobre ellos
para convertirlos en tierra deleznable. Por eso canta ahora y mira
solamente hacia delante / no dará explicaciones de la vida: el cuerpo sabe
esquivar los dardos venenosos del rencor, quizás, una forma cerrada del amor
que no fue correspondido. A veces los límites se abren y comienza el vuelo;
entonces, ya no hay espacio para las frivolidades como saben
los que vuelven de la guerra, o del errático exilio (del poema).



En: “Radar en la tormenta”, Sudamericana, 1985.
Alfredo Veiravé (Gualeguay, Entre Ríos, 1928 – Resistencia, Chaco, 1991).
Imagen de portada: detalle de tapa.

viernes, 14 de noviembre de 2014

John Ashbery, Seis poemas


¿QUÉ ES LA POESÍA?

¿La ciudad medieval, con un friso
De niños exploradores de Nagoya? ¿La nieve
Que llegó cuando queríamos que nevara?
¿Imágenes bellas? ¿Tratando de evitar
Ideas, como en este poema? ¿Pero nosotros
Regresamos a éstas como a una esposa, dejando atrás
A la amante que deseamos? Ahora son ellos
Quienes tendrán que creer
Como nosotros los amantes creímos. En la escuela
Todo el pensamiento fue rastrillado:
Lo que quedó era como un campo.
Cierra los ojos y podrás sentirlo por millas alrededor.
Ahora, abre los ojos en el eje de una fina línea vertical.
Podría proporcionarnos -¿qué?-¿algunas flores pronto?


CORAZÓN SIN TECHO

Cuando pienso en terminar el trabajo, cuando pienso en el trabajo terminado, una enorme tristeza me invade, una tristeza paradójicamente como la alegría. Las circunstancias de su hacer se hacen a un lado, su ser toma posesión, como un inquilino en una casa alquilada. ¿Dónde estás ahora, corazón sin techo? ¿Atrapado en una bisagra u oculto tras un panel de yeso, como tus predecesores sin nombre ahora que han sido catalogados? Es mejor no habitar en nuestra situación, aunque habitar en ella es profundamente refrescante. Como una cómoda cubierta de frutas y decantadores de vino. Como un barrilete tridimensional a un barrilete plano. La intimidad del tropezón. La manera de respirar. La caricatura en la pizarra.


CÓMO TE CONOCÍ

Debo haber tenido una noche de buen dormir, es decir
pensando en despertar y despertándome,
cambiando de posición para acercarme a vos, y después no.
Eso y la música que nos toca, a veces
oportuna, a veces incompleta, como Ulises y Penélope
conversándolo en el cuarto de atrás, no
demasiado preocupados por si la gente escucha, después de todo
es problema de ellos, ¿no? O tal vez
estaba corriendo una carrera a lo largo de la luna, la orilla del agua
parecía más o menos en su lugar, pero cómo podía yo saber
de qué orilla se trataba. ¿El chapoteo o el agua? Al final
todo se reduce a estas cosas, tal vez nimiedades.
Y por supuesto, podrás tenerlo “por lo que vale”,
sólo cuando ya nos hayamos
replegado de nuevo;
hay gente que puede desprenderse de estas cosas
tan seguros como otros de que luego te las traerán de vuelta
por el camino más largo. Además,
las tablas fueron pintadas de rojo, de arriba a abajo.
Algo como un escalofrío produjo una atmósfera aislada
sólo que yo no estaba hablando sobre eso, sólo
donde las copas unidas, en una danza, entrelazándose
como tallos en un estado de ánimo alegre y abierto
por una única vez.


EL AMIGO A MEDIANOCHE

Teniendo en cuenta que todas las cosas se rompen,
el estudiante destacado nos apremia con sus futuros planes:
No se rindan. Es demasiado pronto. Las cosas se rompen. Sí, fracasan
o quedan ancladas más adelante, pero nadie puede ver tan lejos.
Mientras hablaba, el sol se puso. Creció el silencio en la arboleda.
Hay ahora como nunca antes, más de nosotros mismos tomándonos a nosotros en serio,
pensó uno. Puede que nunca nos demos cuenta de nuestras vidas
hasta que sea demasiado tarde, y un hombre con un perro venga a dispararnos.
Me gusta sin embargo pensar que todo conlleva su propia recompensa,
que mentirosos como nosotros fuimos hechos para durar por siempre,
y que cada mañana tiene un timbre especial que le es propio.
Así que nos vimos enfrentados al amigo que vino a medianoche
y quiso reemplazarnos con una canción. Nos resistimos con rabia:
Había demasiada comida en su mesa, la noche era demasiado negra,
y a nuestro alrededor unas bandas de outsiders, decadentes,
entablaron negociaciones con sus tinieblas. Esto
parece omitirnos, su razonamiento, o en el pozo del tiempo
puede que no nos queden fondos, y los cosméticos acudan a ponernos una buena cara,
preguntando ¿por qué este viento mágico, con tantos ángulos
contra el prisma del río y el incendiado cielo azul?
A lo que uno responde: nada está a la deriva
demasiado rato. Acaso seremos sobrepasados
incluso por nuestra felicidad, y nos hundan las olas de pasión.
Ahora bien, ¿no fue sencillo? La inhalación de un instante y todo el mundo
se puso a ponderar el asunto con mayor profundidad.
Afuera, los niños se deslizan sobre un trineo
infinitamente.


LA MEJORÍA

¿Es eso donde sucede?
Recién ayer cuando volví, sentí
un diáfano desapego por esta habitación, por los espacios,
por el cielo entero y lo que sea que se encuentre más allá.
Sentí la berenjena, después el ruibarbo.
¿Nada parece lo bastante fuerte para
que esta vida lo atienda y llegue a ver
adentro de las partículas que forman cierto tipo de entidades?
Entonces nos vestimos amablemente, locos por el momento.
Y una vida de epílogos empieza.
Nunca vivimos lo suficiente a lo largo de nuestras vidas
para saber cómo es el día de hoy.
Fragmentos, playas sonrientes,
de algún modo nos abandonan incluso mientras charlamos con ellos.
Y el leopardo es transparente, como un té helado.
Me despierto, mi cara apretada
contra el rocío dejado por la confusión de un sueño. Importaba,
a causa del sueño, y porque los sueños son por naturaleza tristes
aún cuando haya muchas exclamaciones y golpes
como hubo en éste. Quiero que lo abierto
del sueño se de vuelta de adentro hacia fuera, estallado
por sus propias preguntas informuladas, en briznas de sentido
más allá de los cálculos del cielo. Entonces la flor de larkspur
se envolvería en su propio desproporcionado peso,
y los árboles podrían volver al punto de partida.
Mira, nuestros labios se curvan.


TIEMPO LOCO

Este tiempo loco que estuvimos teniendo:
Cayendo hacia adelante un minuto, recostándose al siguiente
Entre las hierbas sueltas y suaves, blancas, anónimas flores.
La gente ha estado haciendo de eso un vestido,
Cosiendo a puntadas el blanco de las lilas con relámpagos
De un cruce de caminos sin nombre. El cielo invoca
A la tierra sorda. Y el desorden proverbial de la mañana
se corrige a sí mismo mientras te levantas.
Estás vestida con un texto. Las líneas
Cuelgan hasta los cordones de tu calzado, y nunca volveré a querer o necesitar
Ninguna otra literatura que esta poesía de barro
Y ambiciosas reminiscencias de los tiempos en que esto venía fácilmente
A través de los bosques de entonces y los campos arados, y tenía
Una simple dignidad inconsciente, a la que ahora no podemos esperar
Aproximarnos, excepto por esos angostos barrancos que nadie
Va a inspeccionar, y donde acaso algún ejemplo tardío de lo raro,
espécimen de poco interés, puede que continúe dando frutos,
por todo lo que sabemos.



Traducción: © Lisandro Kahan y Florencia Abbate.
John Ashbery (Rochester, Nueva York, EEUU, 28 de julio de 1927). Poeta.
Photo: Bill Hayward. JA 70s San Francisco. 

jueves, 13 de noviembre de 2014

Juan L. Ortiz, Ella iba de pana azul entre las manzanillas



Ella iba de pana azul entre las manzanillas. Ella.
La mañana pesaba ya dulcemente.
¿De qué color la sombrilla contra el amor de Octubre?

Entre las manzanillas ella iba.
Entre la nieve ardiente ella iba.

¿En qué ligerísima penumbra sus labios florecían?

(Oh, sin la penumbra,
toda la abeja del aire,
toda, sobre sus labios...).

Entre las manzanillas ella iba.
La voz, la voz de niña, algo indecisa aún,
con pudor, con cierto pudor, de los pétalos ebrios…

Esa edad de Jacinto, ay, y ese aire…
Entre las manzanillas ella iba toda de pana azul,
de un azul más grave que el del Domingo, azul, porque ya era el destino  
de ojos a veces bajos o turbados.. mi destino.
Mi destino... Y yo a su lado, qué?
Ella iba de pana azul entre las manzanillas. Ella.




De “La mano infinita” (1951), en “Obra Completa”, Centro de Publicaciones, Universidad nacional del Litoral, Santa Fe, Argentina, 1996.


Juan Laurentino Ortiz nació el 11 de junio de 1896 en Puerto Ruiz, cerca de Gualeguay (Entre Ríos), ciudad donde vivirá hasta 1942 cuando se muda a Paraná. Murió el 2 de septiembre de 1978. 
Foto: JLO s/r

miércoles, 12 de noviembre de 2014

Leonard Cohen, no sabía lo cansado que podía estar uno


DURANTE EL DÍA

Me siento aquí
junto a la ventana
esperando que pases
haciendo jogging
con tu uniforme tu crucifijo
me recuerdas a mí mismo
quizá (pienso de pronto)
pudiera consolarte
me gustan las arrugas entre tus ojos
y los estragos de la ansiedad
en tu apretada expresión
tienes el nuevo rostro
el rostro futuro
el rostro de la experiencia sin propósito
y has elegido el camino de los músculos
hacia tu dolor
qué íntima eres
en las mentes de todos
te saludo
valiente espíritu
que ha tragado tanto
y saboreado tan poco.


DESÉAME SUERTE

Una telaraña hecha
ondeando
como una vela
en la ventana abierta
y he aquí
a la pequeña maestra
deslizándose
por un hilo lechoso
deséame suerte
almirante
hace mucho tiempo
que no consigo acabar nada.


MI MADRE DORMIDA

Recordando a mi madre
en un teatro de Atenas
hace treinta y cinco años
una obra de Theodorakis
aquellas maravillosas canciones
se quedó dormida
en su silla junto a la mía
en el teatro al aire libre
había llegado aquel mismo día
de Montreal
y la obra empezaba
casi a medianoche
se perdió
las mandolinas
las armonías ascendentes
y las maravillosas canciones
yo era joven
aún no había tenido a mis hijos
no sabía lo lejos
que podía estar el amor
no sabía
lo cansado que podía estar uno.



Gracias, Jonio González.
En: “Libro del anhelo”, Lumen, Barcelona, 2006. Traducción: Alberto Manzano.
Leonard Norman Cohen (Montreal, Canadá, 21 de septiembre de 1934).
Foto de portada: © Catalina Boccardo.

viernes, 7 de noviembre de 2014

Roberto Malatesta, Nuestro mejor gobierno es el sol



Y EL RÍO CRECE

Advierto que no tengo tinta ni papel
y el río crece. Para mí y para mi perro
lo único seguro es el techo de la casa.
Quiero gritar, pero mi grito es tinta
y no tengo papel en dónde derramarlo.
Miro al cielo: Llovizna. Detrás de la llovizna
veo la cara húmeda de Dios.
Brilla su oscuridad, su penumbra luminosa.
Me digo: -aún tengo Dios- y me doy bríos.
Descubro que después del papel,
aunque mucho más alto, está Dios,
y sinceramente agradezco.
Dije una plegaria que no recuerdo.
La hubiera escrito, no importa,
todos los hombres la saben,
llegado el momento.



VER

Desde la ventana del primer piso de mi vecino
veíamos aparecer marcas, señales, en la vereda de enfrente.
Una nueva hilera de ladrillos, asomar un tapial,
la puertezuela del medidor de luz y de ella
el tornillo donde la pinza abre, más abajo
la aparición del cristal, luego, su final
y así todos estos elementos que durante años
estuvieron a nuestra disposición, y no vimos,
ahora sobredimensionados por su efecto esplendoroso:
el río comenzaba a bajar, el río se retiraba de la ciudad.
Al final de aquel día mi vecino dijo: mirá,
la ranura para las cartas de aquella puerta
está a la altura del picaporte de aquel portón.
Cuánto significado encontrábamos a estas cosas,
¡Y eso era mirar!
Todo un día y la mitad de otro estuvimos Viendo.
Los vecinos de enfrente, tres familias en una casa  de alto,
hacían lo mismo con nuestra vereda
e intercambiábamos saludos y bromas increíbles, y más, risas.
Quién sabe quién sufriría aquel día,  en aquel mismo instante
por una mancha de humedad o por la copa
que se derrama sobre el mantel.



SÚPLICA

En la antigüedad se lo confundía con Dios,
hoy, y a pesar de que la confusión no es poca,
sin incurrir en error, junto a otra gracia,
pedí el antiguo falso dios, a El, al verdadero:
imploré:  paciencia y sol.



EPIGRAMA

Nuestro mejor gobierno es el sol.



DINASTÍAS BAJO AGUA

Tengo junto al horno
a los poetas chinos de la dinastía T’ang.
Secan sus páginas junto al calor mientras
numerosas son las dinastías
que esperan su turno,
y vastas también
aquellas que han perdido totalmente su esperanza
bajo el agua enlodada.
Li Po, se decía de él, escribía poemas
que con tinta fresca aún
arrojaba al río.
Alguien, ¿Tal vez Li Po desde su luna?
arrojó un río sobre mi casa,
sobre mis libros y papeles,
para enseñarme tal vez
el valor perecedero
de todo papel.
Y todavía se ríe.



SAQUEOS

A la noche se oyen los disparos,
disparos y sus respuestas, ráfagas
de fuego sonoro, secas, cortantes.
El malviviente utiliza la noche,
pero de día, sin fuego y sin vergüenzas,
el atorrante vende azúcar a cinco pesos.



LA PRIMERA ROPA SECA

La primera ropa seca
vino de lejos,
no huele a humedad,
huele a calor
hermano.



MI HIJO JUGÓ EN EL TRONCO CAÍDO

Mi hijo jugó en el tronco caído
del árbol que cruzaba la calle
y conquistó nuevos amigos.
Pateando basura en las veredas
ya planifica juegos
para la próxima inundación.
Su inocencia es un afilado estilete
contra nuestra incredulidad.



PAISAJE SURREALISTA

Los calendarios mojados
se parecían a los relojes derretidos
de Dalí.



HELICÓPTEROS

Antes, en las tranquilas siestas de mi infancia,
echado en la hierba contemplaba los alguaciles.
Ahora pasan los helicópteros, uno tras otro,
como si fuesen gigantes alguaciles,
no sé qué se verá desde allá arriba que importe tanto.
Cosas, tal vez, que nosotros, los de abajo,
nunca logremos comprender.
Lo cierto es que mi hijo
ya se les ha acostumbrado, tanto
que pronto los maldecirá como yo.



COSAS INÚTILES

–Cuántas cosas inútiles teníamos–
le dice la vecina a mi esposa,
y las casas iban quedando vacías,
y el vacío mismo era un sentido, y,
aún en medio del desasosiego,
¡se parecía a la esperanza!



SALUDO

A lo lejos mis hijos saludan,
desde el sitio seco, más allá de mitad de cuadra.
Ellos me saludan y yo a ellos,
intercambiamos besos y sonrisas.
Se irán con su madre y yo me quedaré
a la luz de la vela rememorando
sus manos tocadas por el sol.



PERRO EN EL TECHO

No entiende nada,
apenas sabe cómo fue a parar allí.
Mira hacia abajo, ve agua, tiene hambre.
Por la noche ladra y casi no duerme.
Miles de amos que alzaron a sus perros
miran hacia abajo, ven agua, tienen hambre,
apenas saben cómo fueron a parar allí.
Suerte de perro.



POR ENCIMA DE LOS TECHOS

Detrás de la vía el río subió más allá de los techos.
Ahora, veíamos cómo se había llevado al barrio, a su alma.
Pilas enormes de basura bloqueando las calles,
y caminando por allí alguien
que con fruición pasa la escoba a un mueble.
Yo no sé si de allí nacerá algo nuevo,
desde el ruido de la escoba, desde el músculo que se tensa.
Pero al hombre no parece importarle otra cosa que el efecto
de la escoba sobre la maltratada madera.
Ese hombre que cree en la escoba
y cree en su viejo mueble
y sopla su trabajo como un dios sobre el barro.



ES DIFÍCIL ABSTRAERSE DEL TEMA

Es difícil abstraerse del tema,
ya casi lo estoy odiando.
Ahora las máquinas limpian
el último cúmulo de basura de la calle:
muebles destrozados, colchones irrecuperables,
papeles embarrados que una vez fueron libros,
restos no identificables que a un hogar
sirvieron de útil sustento.
Ahora la calle se limpia pero
no tardará en salir otro vecino y echará
otra torre de basura húmeda y podrida a la calle.
Nadie sabe cuándo terminará esto,
al menos las casas
recuperan cierto vacío donde las mentes
buscan salud:  desnudez después del desastre.
Esta gente sabe, conoce por años lo que es vivir
en lo inestable, en lo inseguro,
y persisten,
limpian la casa y vuelven,
se adelantan a todo vaticinio, a la tristeza misma
y se resuelven a vivir.
Yo no sé cuándo abandonaré este tema,
será hasta que ya no quede basura por expulsar,
y un silencio blanco y saludable me devuelva al sol
de una apacible tarde.


BARRILETE

Mínimo recurso de papel y caña
y el sustento del viento en la complicidad del sol.
Lo veo alzarse: bandera de armisticio,
alto sobre el barrio bajo,
no veo quién lo remonta,
no veo desde acá quiénes
miran al azul,
quiénes siguen su dibujo de un solo color.
Color amarillo que escapó al río.
No veo quiénes miran a ese juguete del viento,
pero los sé, a ellos, a nosotros,
a todos los sé juguetes del destino,
aunque ahora, no menos cierto,
en este momento,
mirando alto
muy alto,
un barrilete junto al sol,
aunque sólo sea en el viento,
somos uno,
y somos sin quebranto.




En: “Por encima de los techos”, 2004. Santa Fe, del 30 de abril al 24 de mayo de 2003.
Selección de textos: Jmp.
Roberto Daniel Malatesta (Santa Fe, 1961).

Foto: Beatriz Leguiza.