SEÑALERO A LA VISTA
A Daniel Ripoll
(El amor que padezco es una enfermedad
vergonzosa.
Apollinaire)
Uno
Lo primero que firmé, el año que comienza, fue una deuda. Después firmé un
poema y después volví a firmar más deuda.
Dos
Mi único giro doctrinario y político es haber pasado del “Viva Perón, carajo” al “Viva
Perón”, escueto. 30 años de eso, sobre poco más o menos.
Tres
Cuando la carrera tiene que cambiar no cambia y cambia cuando no tiene que
cambiar.
Nunca cambia el que gana.
Gana el que conoce con precisión cuando las cosas van a cambiar, el que
anticipa y sucede, llámese como se llame: rock and roll, instinto, sed de
futuro, cerveza con limón a las seis de la tarde haciendo veredita en Santa Fe
y Ayacucho. Bs. As.
Cuatro
Cómo
no ser de acá, de este río que aligera la espuma y embellece los cuerpos y
colorea la tarde del león, según Lugones; digamos que la enturbia para aumentar
los espejismos de la carne y el hueso y la lengua y el paladar haciendo filtro
mientras chupa palabras, comas, mujeres y cerveza. Siempre fue un lírico y el lirismo puede hacerte perder el cuerpo.
Cinco
Estoy en Bs. As., no pude evitarlo, tratando de acertar cuándo cambian las
cosas. Y las cosas cambian de un día para el otro; de una milésima a la otra en
y en cualquier parte del mundo.
Seis
Ordenado entre los repentinos; casual padre de actos y sobre todo frívolo en
los enamoramientos y en eso de sostener la crítica. Emocionalmente fácil.
Siete
El poema que firmé, a comienzo de año, no era un poema de amor ni de
enamoramientos. No amo cuando escribo, escribo con la cola de una laucha entre
las manos. Mi problema siguen siendo las deudas y el error de nunca
arrepentirse. La laucha está viva y cada tanto mordisquea.
Ocho
Al enemigo que te caga la vida hay que precisarlo en el colimador y hay que
saber seguirle el rastro; porque eso de cagarte la vida es bastante. Las deudas
y los arrepentimientos cambian rápido, lo que tardan en decirse dos palabras o
disparar un tiro.
Nueve
Toda una teoría a partir de un dato equivocado.
Toda una teoría y
sus jardines que no paran de bifurcarse y, encima de todo, sus iglesias de opio
puro y leninista. Almas de cofias con habitación de servicio.
Toda una teoría y toda una estética de umbrales acólitos, soberbios
inocentes chupadores de pija “amujerados”,
acierta aquí Osvaldo Lamborghini, y todas esas cosasmodernosas de la época y su
aduana pública y su falta de secretos. No emboba la política, encula.
Diez
Menos el poder, todo es inútil escribo/ lo que puedo/ que escribo/ con la cola
de la laucha entre las manos.
Toda una teoría tengo, comprobable en su contra
y también tengo incorporado un ejercicio físico agotador que no parece y que a
veces sangra, como prueba telúrica de la cosa en que ando metido.
Once
Repiquetea el sol hasta que
muere
bajo la sombra suave de tu
sandalia de hilo.
Nada podrá ninguna noche fresca
contra esto.
Todo se va haciendo.
Doce
Todos los pasos son en falso,
los de para adelante y los al
revés.
A mi, nadie puede ya mentirme
ni ésta
ni ninguna vez.
Trece
Yo puedo escribir porque las palabras tienen la buena voluntad de recordarnos
y el que recuerda
cambia
ciertas cosas que hacen a veces favores de verdad: gracia, don, cola de laucha,
crédito, fianza.
Catorce
El agotamiento de la
iluminación es más importante que la iluminación misma.
La frase aparece cada
tanto en la pared del fondo –yo vivo entre paredes estas- y con toda claridad
puede leerse el hecho por sobre el palimpsesto propuesto por la enredadera y su
circuito húmedo y verde caprichoso:
El agotamiento de la
iluminación es más importante que la iluminación misma.
Siempre fui de beber; ahora grito menos producto de cierto agotamiento con eso
de las iluminaciones. Yo sé que va a pasar, yo sé que va a ocurrir.
Las cosas son más fieles a mí que yo a las cosas.
Quince
Una
señal a la vista para dejarse llevar mientras como papafritas obvias en el
mismo Palacio.
Una antología de momentos marcando la vida con el taco. Los hijos y sus
hijos y las hijas y sus hijas revoleteando futuro y futuritos en un jardín que
no tiende jamás a bifurcarse.
Mate y mariposas hasta siempre. Sorbo, toso y lagrimeo por culpa del
colesterol.
Dieciséis
He varado embarcación en el medio del río que nos caracteriza y he cenado con
Pappo.
Navego aún con vientos que varían en amenazas y mucho movimiento en la cabina,
cosa que dificulta el hecho de escribir y beber al mismo tiempo; teniendo a
pesar y entre las manos la cola de la laucha que, por momentos, pretende
independizarse la muy turra.
Hay que tener cuidado con lo que se hace. Esto no es un concurso de belleza.
Diecisiete
Voy a mirar
hoy
el mar, hasta que quede mar
y quede luz del mar
y quede ojo entre las
fosforescencias
y la sal de la sal.
Dieciocho
Y cómo, de qué forma
o manera de la pirueta obrera
iba a faltar el que escuda
su propia valentía en el
pasado. En su tiempo
cualquiera.
Diecinueve
Nada es lo mismo, ir que volver enamorado por los bulevares encendidos al
frente que nos quedan y la noche lubricando la noche y el rocío el rocío y así
por el estilo. Nada es lo mismo.
Exigencias del caso y, otra vez, el futuro y las muchedumbres en la boca
estómago.
Veinte
Llegué,
como pude pero llegué para firmar el manifiesto que explica como y porque hemos
llegado a esto.
Todo se paga y todo regresa con usura y encima no hay cuenta que valga.
Veintiuno
La carrera no cambia porque si, siempre hay algo: peso, viento, humedad,
jinete, sombra, sol, castigo.
Y
siempre hay algo más que tuerce la carrera y su rumbo: destino, capricho del
destino, “pastito recién cortado”,
arena.
Veintidós
La política es la posibilidad de hablar. Unos la dicen de una manera y otros de
otra. Elesella y esellos y esellas; todas personas que alguna vez se conocieron
o anduvieron cerca sacudiéndose. Nada más cerca ni nada más familiar que la
política.
Nuestras conversaciones de sobremesa no
dejaban escaparnos a ninguna costa y el mar como un mantel.
El punto flojo era la cola de la laucha, que además de no tener memoria, trataba
de borrar la mía. Yo, cuando hablo me ensaño y cuando escribo me tranquilizo un
poco. La política es algo de mueca sonriente en la cuerda floja y un toque de
vestuario en donde el tiempo siempre pasa.
Veintitrés
El río, otra vez el río y sus riberas salvadoras a tanta soledad que nada
teje, no es mar el río que nos tiñe y es barco varado y es cena nostalgiosa.
La política no incluye ni rechaza y existe nada más que para cerrar lo
cerrado y abrir lo que haya que ir abriendo. Lo más blanco del blanco y al
revés.
Un alcaucil convertido en diamante, cosa que demuestra la
posibilidad curiosa de
(…de la política no se come, se come de la
mano del amo, del poder de ese cuenco impiadoso al que no conviene morder
nunca, canturrea la historia…)
una confrontación
con la más correcta y pura realidad, dentro o fuera del tiempo.
Tengo un plan para ganar y una teoría comprobable.
Veinticuatro
Siempre existe la posibilidad de echarse para atrás, dice Maquiavelo
y yo no tengo
manera de evitar repetirlo, mientras
la planta de tú pié desnudo le
devuelve a mi empeine el frío del mosaico.
Veinticinco
Siempre
hay una línea, una entrelínea, un pensamiento de mesita de luz apaciguado en tu
más íntima dictadura; en la obsesión por la bebida
y encima y por debajo
y por arriba
y en los costados,
esa cola de laucha incontrolable
que da tanto trabajo
haciendo
tanto estrago.
Veintiséis
Parece que todo el mundo tiene que hacer caso. Hay que ir obligándose a hacer
caso, pavada de anarquismo esto de contar.
Escribe lo que piensa y dice y piensa en lo que debe: Perón cartonero, Perón
pibe, Perón guacho, Perón pedigüeño, Peroncito, Perón pobre, Perón humillado,
Perón manco dos veces, Perón viudo, Perón en la cañonera. Perón bajo su
paraguas.
La política administra el desorden, no es una casa; y también administra
la muerte, según acierta en afirmar el poeta Rodolfo Edwards.
La
política no es nada más que una carrera de caballos, en política es “nesario”
saber antes el resultado de lo qué se está jugando y por jugar, y pensar sobre
todo en el minuto siguiente y en las próximas cien carreras. Un hipódromo
de aquí a la eternidad de tiempos empleados, o sea el tiempo mismo abstraído de
cualquier otra contingencia.
La
cosa es explicar porqué todo está tan lejos. A todo esto la cola de la laucha
se pone cada vez más indócil y soberbia. Soberbiosa, si me permite.
Veintisiete
El
miedo a buscar es no encontrar las cosas que se andan buscando, deudas o
poemas.
Veintiocho
Sonríe
hasta que sangra por la comisura de los labios. Se seca y habla como conductor
televisivo, si fuese o un sujetador, si fuera. Correcto, visto desde la
gramática en eso del sujeto y predicado.
No hay
que perder la calma y hay que dejarse llevar por la señales.
Siempre hay revancha frente al vacío.
Inédito
completo.
Francisco
Pancho Muñoz (Buenos Aires, 1945). Poeta y periodista.
Imagen: Tapa de LP
“Pidamos Peras A Mandioca”, 1968. Un Perón.