CANTO A LA TRISTEZA
ella puso la guirnalda
bandera colorinche del remate
o empezó todo alquilando mi alegría
golpeó
vino a la puerta
como quien trae la flor de baudelaire a domicilio
pero yo estaba apoyando el descanso de la tarde
en la misma geometría del potrero
empezó a sacarle punta a la palabra
me presentó su muleta metafísica
me quiso convencer como a un primer ministro
como al secretario general de los pañuelos
me mostró su larga galería
su casamiento con el rey de la baraja
me habló en francés para olvidarme un rato
y yo tenía en la cabeza
un gorrión medio anarco y futbolista
una honda mañanera
que rompía el espejo de la muerte
pero estaba cansado del partido
de correr a la vida por el medio campo
y justo en el momento que saludo
que dejo de mirarle las ojeras
su enagua
su tercera mano
se pone en mi palabra como un perro
me agarra las costillas
revolea el esternón
hace su banco
y se sienta
y ladra en mí cuando ella quiere
luego emplea un tambor en mi ropero
dispara su flecha y me despeina
ensaya un golpe de puño
me clausura con su llave la sonrisa
entonces mi corazón baja al subsuelo
le quita los zapatos a la vida
la pinta de vergüenza
le ensucia la pared que mira al hombre
y me enseña a darle al tiempo el código del vino
todo fue pareciéndose a la muerte
a la rueda del viento
y su cadena
yo no encontraba la exacta golondrina
la cuerda para ahorcarla a mi ventana
hasta que un día
cansado de hablarle a mis bolsillos
de llenarlos de plaza y de poemas
me puse un cascabel en cada brazo
un armonio sonador
juglar en fiesta
y salí a cantar
a enredar besos de muchachas y polleras
ella estaba durmiendo en mi garganta
y la maté con un golpe de alegría
abrí de par en par todas las puertas
me eché a volar por las barandas
puse mi boca en la herida del mundo
di vuelta mi cuerpo como un guante
fui poeta
y el corazón se vistió otra vez con mi camisa
y nunca dije nada de su caja
su horóscopo
su hoguera
pero si dios se acerca cuando estoy triste
lo amargo para el resto de su vida
ella puso la guirnalda
bandera colorinche del remate
o empezó todo alquilando mi alegría
golpeó
vino a la puerta
como quien trae la flor de baudelaire a domicilio
pero yo estaba apoyando el descanso de la tarde
en la misma geometría del potrero
empezó a sacarle punta a la palabra
me presentó su muleta metafísica
me quiso convencer como a un primer ministro
como al secretario general de los pañuelos
me mostró su larga galería
su casamiento con el rey de la baraja
me habló en francés para olvidarme un rato
y yo tenía en la cabeza
un gorrión medio anarco y futbolista
una honda mañanera
que rompía el espejo de la muerte
pero estaba cansado del partido
de correr a la vida por el medio campo
y justo en el momento que saludo
que dejo de mirarle las ojeras
su enagua
su tercera mano
se pone en mi palabra como un perro
me agarra las costillas
revolea el esternón
hace su banco
y se sienta
y ladra en mí cuando ella quiere
luego emplea un tambor en mi ropero
dispara su flecha y me despeina
ensaya un golpe de puño
me clausura con su llave la sonrisa
entonces mi corazón baja al subsuelo
le quita los zapatos a la vida
la pinta de vergüenza
le ensucia la pared que mira al hombre
y me enseña a darle al tiempo el código del vino
todo fue pareciéndose a la muerte
a la rueda del viento
y su cadena
yo no encontraba la exacta golondrina
la cuerda para ahorcarla a mi ventana
hasta que un día
cansado de hablarle a mis bolsillos
de llenarlos de plaza y de poemas
me puse un cascabel en cada brazo
un armonio sonador
juglar en fiesta
y salí a cantar
a enredar besos de muchachas y polleras
ella estaba durmiendo en mi garganta
y la maté con un golpe de alegría
abrí de par en par todas las puertas
me eché a volar por las barandas
puse mi boca en la herida del mundo
di vuelta mi cuerpo como un guante
fui poeta
y el corazón se vistió otra vez con mi camisa
y nunca dije nada de su caja
su horóscopo
su hoguera
pero si dios se acerca cuando estoy triste
lo amargo para el resto de su vida
En
cuaderno “Cinco poetas” (además de Santoro, los poetas Martín Campos, Carlos María Ibañez, Marcos
Silber, Rafael Alberto Vásquez), Barrilete, Colección “Los poetas” 1, circa
1965.
Roberto
Jorge Santoro nació en Buenos Aires el 17 de abril de 1939. En carta a su
amigo José Antonio Cedrón, fechada un 10 de mayo de 1977, escribió: “El ruido
de las sirenas lo tenemos de música de fondo. Dale que dale, como un organito
represor y desesperado. Oh el mundo occidental y cristiano. Un día florecerá la
vida y el sol tendrá el color que se merece.” Fue secuestrado por la dictadura
militar el 1 de junio de 1977, sigue desaparecido. Foto: Placa en Plazoleta Jorge
Roberto Santoro, Avenida Forest y Teodoro García, Chacarita.