lunes, 20 de febrero de 2017

Vicente Muleiro, Lo que nos falta es lo que nos falta


14

Cuando no sos conmigo
y sin embargo sos
una mirada sobre los canteros
la mano en el teclado de la computadora
¿hay algo más o menos en ese ser sin mí?
y eso distinto, digamos, eso
que sos ¿cómo es?
¿cómo es? y si lo espío
¿lo arruino?


26

Al aire exhibe solo
un filón de cintura
y los hombros desnudos.

Por lo demás la industria
compone sobre ella
un empaque civil
que no derrota
su cadencia animal.


45

Con los vestidos de los pareceres
charlamos con amigos
(no está mal la película
pero le falta algo
de relleno en el alma).

Volvemos, bostezamos
la noche se ensimisma
en la ventana.

Mentira que dormimos.

Lo que nos falta es lo que nos falta.



En: Ondulaciones, El Surí Porfiado, 2008. Foto: Jmp
Vicente Muleiro (Buenos Aires, 1951).

viernes, 17 de febrero de 2017

Billy Bond, Basta ya


TE DIGO BASTA YA

Basta ya, basta ya,
y va en serio,
y va en serio,

basta ya, basta ya, basta ya.

Y va en serio,

basta ya, basta ya,
y va en serio, y va en serio,

basta ya, basta ya,
basta ya, basta ya.



Billy Bond: voz y guitarra. Autores: Bondo (Giuliano Canterini, La Spezia, Liguria, Italia, 19 de noviembre de 1944) y Jorge Álvarez (Buenos Aires, 1932 - 5 de julio de 2015).
En: Buenos Aires Blues, La Pesada, elepé editado en 1972. Foto: Jmp
LA PRIMERA VEZ QUE CAÍ EN CANA
Hace unos días,  me escribe mi primo Omar: “Hola querido primo, espero poder ayudarte, fue en el carnaval y vos tenías 14 años, así que allí tenés para sacar el año. Un abrazo, bendiciones”. La fecha ya la sabía, pero la quise corroborar. Era la primera vez que visitaba Corrientes, viajamos al carnaval en auto, con un hermano y dos primos, todos más grandes que yo. Días atrás había cumplido 14 años. Era el final de la dictadura de Lanusse. Y esa noche caímos presos (mi primo por intentar defenderme de la policía). Me ablandaron a palos, mis piernas quedaron adormecidas, y del fondillo del traste me tiraron dentro de un furgón policial sin ventanillas (no puedo pensar ahora las características reales del vehículo). Había otros comensales, compañeros de desgracia, algún integrante de la comparsa Ará Berá, eso creo recordar. Me llevaron a una comisaria, pasé muchas horas en un calabozo, solo. Incomunicado. Ahora digo que mi primo cayó preso, pero no lo recordaba, él me lo hizo recordar hace un tiempo atrás, que había caído conmigo. Estaba solo, y ellos iban a aparecer en cualquier momento. Fue cerca del mediodía o en las primeras horas de la tarde. El comisario me dijo que venía de La Plata. Que cumplió funciones. Allá están todos “loquitos”, dijo. Me caés bien, pibe, no te tocaron la cara, ¿viste?, pero córtate el pelo. Y fíjate lo que hacés.

Desde ese día me vengo fijando.


martes, 14 de febrero de 2017

Carl Sandburg, Lo que se ha visto por un instante


DIEZ DEFINICIONES SOBRE POESÍA

1 La poesía es una proyección a través
del silencio de cadencias dispuestas para
quebrar ese silencio con intenciones definidas
de ecos, sílabas y duraciones de onda.

2 La poesía es el diario de un animal marino
viviendo en la tierra, deseando volar por el aire.

3 La poesía es una serie de explicaciones
sobre la vida, desvaneciéndose en horizontes
demasiados rápidos para explicaciones.

4 La poesía es una búsqueda de sílabas
para disparar a las barreras de lo desconocido
y de lo inconocible.

5 La poesía es un teorema de un pañuelo
de seda amarillo anudado con adivinanzas
metido dentro de un globo atado a
la cola de un barrilete volando en
un viento blanco contra un cielo azul
de primavera.

6 Poesía es el silencio y el habla
entre la raíz húmeda de una flor
que pugna por abrirse y esa misma
flor abierta bañada por el sol.

7 La poesía es ponerle arreos a la paradoja
de la tierra acunando a la vida y
luego sepultándola.

8 La poesía es un manuscrito fantasmal
que cuenta como se hacen los arcoiris y
cómo desaparecen.

9 La poesía es la síntesis de jacintos y
bizcochos.

10 La poesía es el abrir y cerrarse de una 
puerta dejando adivinar a los que miran
qué es lo que se ha visto por un instante.



En: Los cantares y otros poemas. Pound, Stevens, Williams y otros, CEAL, 1983. Versión de Ana Calabrese. Foto: Jmp
Carl Sandburg (EEUU, 6 de enero de 1878 – 22 de julio de 1967). 

lunes, 13 de febrero de 2017

Manuel J. Castilla, Una copla que se cae


LA CAJA

Cada que suena la caja
de alguna poema me olvido.
Cancionero Popular de Salta

La nombro porque a la noche le pone redondos pechos musicales
mientras maduran los dulces y amargos frutos del verano.

El canto aún está mojando sus raíces en la alegría que lo riega
y el vino no ha crecido todavía
hasta dejar mis ojos indefinidos y lentos.

Pero sé que tiene que llegar de lejos, de bien lejos, sobre su cuero tenso
como la piel de la mujer que amamos desde todas las tardes de la vida.

Entonces,
yo tendré que tragarme todos los caminos por los ojos y por la boca
y transitarlos con los miedos de mis abuelos en los oídos.

Será cuando su corazón golpee mi sueño
que mira hace milenios el más oscuro fondo de los sapos.

Yo sé que ella venía con mis bisabuelos
por entre desgarrados quebrachales
y que era la única alegría de su vejez de siembras frustradas y chamuscadas.
Que el sol de Santiago del estero
le estiraba los cueros hasta hacerlos dar música
y que esa música era tan triste como los ojos de mi gente.

Sí, yo sé que siempre llegaba un visitante
y le rociaba aloja para que su voz fuera menos ronca
pero que nunca dejaba de ser aguardentosa.

En ese tiempo las algarrobas endulzaban una niñez de chañares
y el mistol llenaba las siestas polvorientas
entre las breas sonámbulas y ternas.
Algunas veces quedaba tragando tierra en la penumbra espesa
hasta que la alzaba un grito y se iba hasta las farras
sonora y por el aire con el sombrero negro del jinete.
Eso era antes, cuando vivían mis abuelos.
(Todavía me viene de ellos una alegría que me hace emborrachar).

Ahora está creciendo entre mis manos su temporal de golpes,
soñolienta de bailes agotados y marchitada albahaca.
Mis ojos no han visto aún el cascabel de víbora que le canta de adentro
pero veo que llega por el yuchán reseco que la abraza y la ciñe,
una mañana dorada junto al Teuco
cuando un indio le partía el corazón al árbol
donde dormían todos los ríos de esta tierra.

Yo sé que en el más hondo pozo duermen mis muertos
y que están allí
los huesos sencillos de los caballos que les pertenecieron.
Yo sé que aún la lloran los remolinos cuando queda quieta,
que anda soliviando ayes en los enamorados
y que tapa las muertes para que escapen los cuchillos,
y que cuando levanta los angelitos al cielo
ella es la única que les llora
cuando todos se han ido doblados de tristeza y de vino.

Entonces es cuando comprendo que mi pena
tiene la forma de una copla que se cae.


LA POMEÑA
(Zamba)

Eulogia Tapia en La Poma
al aire da su ternura,
si pasa sobre la arena
iba pisando la luna.

El trigo que va cortando
madura por su cintura,
mirando flores de alfalfa
sus ojos negros se azulan.

El sauce de tu casa
te está llorando,
porque te roban Eulogia
carnavaleando.

La cara se le enharina
la sombra se le enarena,
cantando y desencantando
se le entreveran las penas.

Viene en un caballo blanco
la caja en sus manos tiembla
y cuando se hunde en la noche
es una dalia morena.



“La Pomeña”: Música de Gustavo Cuchi Leguizamón.
“La caja”, en: Poemas. Antología, CEAL, 1981. De: La tierra de uno, 1951.
Manuel José Castilla (Salta, 14 de agosto de 1918 – 19 de julio de 1980). Foto: Jmp

sábado, 11 de febrero de 2017

Juan Manuel Inchauspe, Caballo que resiste




He tratado de reunir pacientemente
algunas palabras. De abrazar en el aire
aquello que escapa de mí
a morir entre los dientes del caos.
Por eso no pidan palabras seguras
no pidan tibias y envolventes vainas llevando
en la noche la promesa de una tierra sin páramos.
Hemos vivido entre las cosas que el frío enmudece.
Conocemos esa mudez. Y para quien
se acerque a estos lugares hay un chasquido
de látigo en la noche
y un lomo de caballo que resiste.


En: Alguien llama. Cuaderno de poesía argentina, número 15, septiembre de 2002, ediciones Radamanto. Editor: Alejandro Schmidt.
Juan Manuel Inchauspe (Santa Fe, 13 de septiembre de 1940 - 7 de junio de 1991). Foto: Jmp

miércoles, 8 de febrero de 2017

Alberto Vanasco, El poema escrito por nadie


LAS TAREAS INVENCIBLES

es cierto que a veces la alta marea de los días sobrepasa tu nombre
que tu abrazo se pierde en la gran cruzada del alba
que los juegos que hemos iniciado juntos han llevado tu rostro

pero tanto tiempo
combatimos la lava en regreso de los años
y bloqueamos el circo de los hechos ha cesado de pronto
el golpe acreditado de los meses ha seguido su curso
y nada en el tiempo ha cambiado tu sitio

solamente tus brazos cruzaron la soledad
y nada más que tus pies calzaron el porvenir
y como las amplias grietas que soportan tu peso
y las tardes ligeras que conservan tu apego
vuelvo a encontrarte en las tareas invencibles
en los arranques truncos de lo infinito
en las primeras erupciones de la eternidad

vuelvo a mirarte junto a las agallas tranquilas del universo
en las branquias costosas de los astros que nos respiran
en los acuarios informes donde vigilan las constelaciones


VIDA Y POESÍA

el poema que no pudo nacer trabaja por si mismo
mantiene a sus miembros durante el verano
y trata de esquivar mis horas de olvido

es el poema eternamente rechazado
no querido por nadie ni vivido por ninguno
sin forma sin contenido especial sin urgencia alguna por vivir o por saludarte

y así los hombres hablarán de su pasado y las mujeres de su porvenir
mientras sentado en el borde de un verso el poema frustrado
espera su turno

y cerca de las vastas playas donde el mundo espera mis versos
yo recuerdo mi poema frustrado
mientras el poema escrito por nadie y rechazado por todos
saca su número del fondo de mí mismo
y se reclina en tu hombro para descansar




En: Ella en general, Ediciones Poesía Buenos Aires, 1954. Foto: Jmp

Alberto Vanasco (Buenos Aires, 18 de enero de 1925 – 11 de mayo de 1993).

lunes, 6 de febrero de 2017

Charly García, La máquina no puede dar


LA MÁQUINA DE SER FELIZ

Pedimos perdón,
corriendo, enmascarando el fin.
Por eso te busqué,
por eso diseñé
la máquina de ser feliz.

Plateada y lunar,
remotamente digital,
no tiene que hacer bien,
no tiene que hacer mal,
es inocencia artificial.

Prende y se apaga sola,
sale después de hora.

Hay tanta gente sola,
hoy tanta gente llora.

Con forma de un pez,
nadando en mares de Ravel,
no sé si la robé,
no sé si la pedí.
O simplemente estuvo ahí.

Un día se me fue.
Ese día yo volví a reír.
Y la felicidad
no existe en soledad.
La máquina no puede dar.

Prende y se apaga sola,
sale después de hora.
La máquina de ser feliz.

Hay tanta gente sola,
hoy tanta gente llora.
La máquina de ser feliz.

(La máquina de ser feliz
la tiene el Papa, la tengo yo).


Charly García, “La máquina de ser feliz”. Adelanto de su nuevo disco: Random, 2017.
Charly García (Buenos Aires, 23 de octubre de 1951).

viernes, 3 de febrero de 2017

Luis Franco, Que tu hambre se haga pujanza como la tacuara lanza


EL CUANDO DE LOS HACHEROS

a Nabucodonosor Santoni

El corazón del lapacho
se vuelca rojo en su flor,
Jesucristo se va en sangre,
tú te vas todito, todito en sudor.

Lo tocas con tus dos ojos
y no te chupas ya el dedo;
lo toca tu corazón.
¿Qué haces que no escupes en la zanja el miedo?

El río padre se ciñe
su vincha de ceibos rojos.
Cíñete la vincha india.
¿Cuándo vas a abrirle cancha a los antojos?

Lo mismo que a las tacuaras
los cerdudos del malón
métele fierro en la punta
ya es hora, ya es hora a tu corazón.

Aún derretido en sudor
te exige el hacha cien brazos.
Cuando al pie del cedro caigas
no tendrás más doble que un doble de hachazos.

Que tu hambre se haga pujanza
como la tacuara lanza.


Que si se renuncia al fin
a la profesión de perro
el alma se hace más alma
como se hace a golpes el fierro más fierro.


Y como el sudor y el llanto
ya van llegando hasta el cuello,
eche, ya atacada de asma,
tu alma en el ¡ahora! Su último resuello.

Que tu hambre se haga pujanza
como la tacuara lanza.


Mi padre admiraba a los hacheros. Incluso él (en sus sueños) fue uno de ellos. Siempre nos contaba historias de brazos y quebrachos. Cuando llegó a City Bell tuvo que conformarse con otras maderas, sauces, eucaliptos, tal vez cipreses, y talas, madera blanda, para hacer mangos de martillos y mazas. Mi padre admiraba a los hacheros. Incluso él fue uno de ellos.
En: Insurrección del poema, Colihue, 1979.
Luis Franco (Catamarca, 15 de noviembre de 1898 – 1 de junio de 1988). Fue albañil, agricultor, hachero, poeta y narrador. Foto: Jmp

jueves, 2 de febrero de 2017

Luis Franco, El banquero llevando a la manicura sus uñas de hiena


POESÍA PURA

A Alberto Hidalgo

Sollozos tumefactos que no logran cruzar la garganta.
Frentes haciendo de lápidas a pensamientos ausentes.
Niños que ya no son meros aprendices de viejos.
Se fusilan las ideas insurgentes un poco antes del alba
y se degüella todo grito pionero o de alerta.
Es forzoso a los más el ingreso en la Legión Extranjera del Hambre.
El sudor del salario es más copioso que orines de camello.
El esqueleto curiosea a través de muchas pieles y desocupados
y mendigos desfilan con el féretro al hombro.
Los soldados: soldaditos de plomo usados como proyectiles.
Las mercenarias custodian en todos los rincones
la fecundidad de las matronas y la fragilidad de las doncellas.
Los pabellones patrios deviniendo meras hojas de parra.
Y la civilización cultivando fábricas de armas como macetas de alhelíes
regadas por el Jordán de aguas servidas que bajan desde Roma.
Todo esto y por encima de esto
los cocineros que se desayunan cada día
con el expolio y el crimen perfectos,
la cofradía de los hartos, aunque nunca del todo,
que devoran después del banquete sus propios vómitos.
El terrateniente que quiere usar de alfombra un mapa.
El cardenal de barriga mitrada y secretos blindados.
El general que tiene de retaguardia un cementerio.
El banquero llevando a la manicura sus uñas de hiena.
El juez y el polizonte sirviendo de muletas
a la casta que ha perdido el uso de las piernas y el bochorno,
y el político alando a la democracia de avemaría y dividendos
con urgencia de esfínter relajado.

Sólo que ninguno sospecha que el hipo de los sumergidos
se alza ya como un géiser enviado del infierno a los cielos
para intentar, oh poetas, el lavado del mundo.


En: Insurrección del poema, Colihue, 1979.

Luis Franco (Catamarca, 15 de noviembre de 1898 – 1 de junio de 1988). Fue albañil, agricultor, hachero, poeta y narrador. Foto: Jmp

miércoles, 1 de febrero de 2017

Celeste Carballo, Soy una monja moderna


SOY UNA MONJA MODERNA

Tengo 28 años y soy una monja
hace tiempo que tomé los hábitos
y ahora no puedo abandonarlos.
Siempre tiro los zapatos
al costado de la cama
antes de acostarme
y me desnudo con velocidad,
como al descuido miro mi cuerpo
en el espejo comprobando la grandeza
que el Señor tuvo conmigo,
las hermanas del convento
siempre lo hacen notar.
Nunca me duermo sin rezar un Padrenuestro
a todas mis mamás
y como mil Avesmarías
por la Superiora,
por su infinita bondad.
El Rosario me queda chico
si pienso en mi familia
tanto, que a los pobres y desesperados
nunca puedo llegar,
me gana siempre el sueño
y mi conciencia duerme en paz.
Con el primer rayo del día
mi cabeza empieza a trabajar
tanto y con tanta voluntad
que logro despegarme del pirelli
justo para ir a cenar.
El Señor está conmigo.
Soy una monja moderna
he tomado los hábitos
de espaldas a la saciedad.
Me como las uñas, me lavo los dientes,
me peino diez veces,
lo que me mata es la humedad,
y me lavo las manos cuando están sucias
y el olor a huevo frito
me trae ganas de vomitar.
Soy una monja en serio.
Me pesa mucho la capa negra
que se arrastra por el suelo,
me pesa mucho, me aplasta el cerebro
y no me la puedo quitar.
No quiero ser una monja en secreto,
soy una tipa gastada y repodrida
de la represión interna, solitaria y depresiva,
y la cruz que llevo encima
no la pienso levantar mucho más.
La estoy contando con un hacha afilada
y no me importa la condena
que el Señor me adjudique
por no cumplir su orden repugnante
de silencio y Degeneración Espiritual.
Soy una monja moderna
he tomado los hábitos
de espaldas a la saciedad.




En: revista Crisis (Ideas, letras, artes en la), número 42, mayo de 1986. Director periodístico: Vicente Zito Lema. Celeste Carballo nació en Buenos Aires, Argentina, el 21 de septiembre de 1956. Foto: Jmp
“Los poetas de Latinoamérica”, en elepé Celeste y La Generación, 1985.