I
4
Compañeros en una dimensión
que ya no acepta olvido.
Una foto recorre el mundo
con tu nombre.
Casi
la realeza.
En él podés
descifrar el aleteo
la mariposa en los salones
y muy atrás
un pasado de oruga.
II
1
Anoche vi tu sombra,
apenas con la punta
de los dedos
rozaste mi cabello.
A veces me parece
que he muerto
con mis muertos.
4
Este es un cajón
donde cabe de todo.
Cuatrocientos kilos de piedras
le pusieron
para que no se moviera.
Veinte millones de cuerpos
hay adentro.
Veinte
y sus almitas
viajan a la intemperie.
A los tumbos
los barquitos pintados
llevándose a la muerta
como si el barco
ondeara
un carrito de cartones.
7
Era una sola
sombra larga y eran
doscientas las coronas,
aunque ahora que lo pienso
tal vez más de doscientas.
Tenían naranjas y en las manos
jarras de mate cocido.
Eran sombras de pelo desgreñado
el murmullo y los pañuelos
rezaban como si nunca
hubieran visto la noche
que se volvía mortal
a las veinte y veinticinco.
Esa noche
noche larga.
10
Ahora sólo soy espíritu
por fin pude arrojarme
al aire liberada
y soy también magnífica
energía que se desprende
del cadáver que besan
con unción, tocarlo quieren
y otros despedazarlo
para imprimir en cada miembro
las letras
de la palabra patria.
12
Sobrevuelo las distintas
formas de la materia
y aunque la luz es otra cosa
reconozco,
mis pobres manos no pudieron
más que encender
una bengala para paliar
tanta oscuridad, la ciénaga.
SIN TIEMPO
Esa mujer parada
al borde de la playa
sabía reconocer
matices, sombras, el claroscuro
del terciopelo. Una pintura de Magritte.
Sabía decir
la palabra precisa
para las noches y el placer y las algas.
Se ahuecó su cabeza,
loca del agua.
Ella es ahora
más grandiosa que el mar
y tan espléndida
como las dunas
amarillando
el pelo y ese sombrero
que barre un viento.
¿Cuánto ha olvidado?
Si en el pensamiento
de Dios
quedan inscriptos los recodos.
Cree
que no habrá tiempo.
Tapa las caricias.
Sus manos no poseen
más que fantasmas
Esa mujer ¿Qué espera?
Si no tiene memoria del deseo.
Por ese milagro
de la desesperanza
su figura es magnífica.
Loca del agua.
CONVERSACIÓN
Conocí una terraza en el Centro de La Habana
donde una mujer sirve los jueves
té con limón y azúcar negra.
Lo finito, el cuerpo,
abiertos al capricho y al azar.
¿Es posible descubrir allí
una antigua noción
de la belleza?
El orden, la medida que guardan
las caracolas unidas
por el más débil hilo de costura.
Sobrevivencia.
Las cosas aparecen en diversidad
y oposición.
La dignidad del animal en cautiverio
observa galerías que no soportan ya el aire salobre
ni redes sin pescado.
Esto también es un estilo de revisar la estética.
PARTIR ES UN ARTE
Doble la circunstancia
al parecer inofensiva
la vida se desliza mórbida.
Fuerza del otro mundo
nos abate
y afiebradas
corremos por las calles
buscando vida
-el cuerpo vulnerable-
hasta una mosca
es más grande
que la esperanza
de una tumba.
Sin reproches ahora
veremos aproximarse
la hojarasca.
El beso, la risa
y como un reclamo
las miradas.
Otro momento más
y la mujer desciende
ya no carne y hueso
sólo mortaja,
amiga mía,
el instinto llama a silencio.
Te está empezando a doler
la espalda - te quejás.
El instinto, una sólida
paliza que nos acerca
al borde.
No digás lo indecible.
Se corporiza el miedo
acá
no ha pasado nada:
el cuerpo flota en el agua
y las amigas dibujan
su círculo amoroso.
Me gustan las sandalias,
su pelo, me gustaba.
Esa mujer, mi hermana
florecía
en agosto
y ya no morirá
de mal de amores.
Luce un vestido
guatemalteco
y la veo irse
siempreviva en las manos.
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Festival VaPoesía, octubre 2022 |
Los primeros seis poemas forman parte de Siempreviva, Bajo La Luna, Buenos Aires, Argentina, 2009 / Los tres últimos pertenecen a El libro de las aguas, Libros de Alejandría, Buenos Aires, Argentina, 2003 / Fotos y selección de textos jmp /
María Cristina Santiago (Buenos Aires, 1941) /
Los autores y textos forman parte de estudio en ejercicios de taller, y su destino es solo para este objetivo.-