(ramalaje,
fragmento)
si aceptara la palabra al menos con cierta ingenuidad:
no era nuestro ese trance: es la propia ineficiencia del
sonido humano: de efusiones líricas al dodecafonismo:
la serie madre o fundamental en el decir y de respuesta
su reverso: el zarpazo animal fue lo que restaba: hundir
la voz sobre la piel y que dé que sentir el trazo: hubo un
estampido y turbulencias: entonces colisiones de lo que
cada uno entendía como
neutro: elucubraciones asistidas
no sé si desde adentro o de afuera: eran estímulos dando
cauce a la forma de supuestas materialidades exteriores
que tendrían orden y lugares habituales, tan abarcativas
que uno mismo, pareciera, se encuentra en ellas alojado:
no más que eso: colaborando con detalles el afuera en
la intimidad de cada uno: pero la mirada es un momento
transitorio: la idea no afuera sino adentro hecha objeto:
como
a la deriva ha ido distanciándose: se derramaba
imprevisible: llegan ráfagas intensas que desmontan lo
permeable: si pudiera verla sin aditamentos: pero impide
objetivar esta zona de clivaje: es que está honestamente
hecha también de mí: como
arrasándome en fragmentos
voy quedando atrás: fue quizá gradual el movimiento, pero
sólo pude verlo repentino: el discurso de la puerta fuerte
contra el marco, los vidrios estallados sobre el suelo, y el
mensaje casi unívoco en esa agua lenta que cae de los ojos
.
esta tarde en la avenida, sobre el carril al centro
vos, de coche a coche el cruce, a la periferia yo
con destellos de baliza y alertando, próximo a
detenerme, de compañía sólo treinta frascos para
el sistema inmunológico: una síntesis concreta
esta escena: a contramano el encuentro, atentos
al posible golpe con los otros: era ese el riesgo:
expuesto a media calle, leyendo en el retrovisor
la chapa: después de cuatro meses frente al mar
sobre la arena, es sólo error de entendimiento
creerte de regreso: número privado: convencido
de uno más de tus impulsos, que en primera y de
presente indicativo dirá querer,
pero quizá también
amar: y fue buscar
en mismo modo y tiempo haber:
un hilo
de aire ya el decir desde la clínica: un gemido
animal su lengua: rompía el cáncer también la voz:
.
cinco del
cuatro, veintitrés cincuenta y nueve: no debería
haberlo fechado: es que fuimos no hace mucho ahí, no sé
si fue o parecimos: algo como paz en colores sobre lienzo
ese entre vacío y pleno afuera diario: de súbito entonces,
sin
mediaciones, en caída eran rígidos fragmentos: llega tu voz
después de un año en una carta, como si el último diciembre
jamás hubiese sido: pero eran fulgores de corte
psicotrópico:
como
aspas girando lo real, sobre el anverso de mis párpados
para tu ojo con su iris abrasivo, viniendo a completar tu
rostro:
el asedio de tu imagen, no con intenciones de quedarse, sino
reafirmando que no está: quedaremos en esto hasta borrarnos:
por este abracelaje, este resplandor sin bruma, es que
decido
enérgicamente ignorar la respuesta a la carta que no
enviaste:
Bahía Blanca,
seis de abril de dos mil seis, querida Caroline
.
se hace a la mar, esta Caroline, como río
que da al morir: y, como
río, también da
con metástasis, este cáncer a la mar: agua
será y polvo, mas agua y polvo enamorados
.
una cuestión espacio-temporal fue el problema:
treinta segundos a los veinte milímetros donde
decía irse al mar: la veo ahora desde lejos: este
cerca repentino deja claro que hay un punto en
que todo se termina: ni a distancia se pudo nuestro
encuentro: diversa, delirada y trópica era otra
ya era otra: una suerte de circularidad como en
signos de
autoimplicación o bien mise en abyme
(Tu le connais,
lecteur, ce monstre délicat,
Hypocrite lecteur, mon
semblable, mon frère!)
estas últimas palabras: eso que éramos al parecer
o parecíamos, hoy estuvo, sí, dividido por aquello
como un portazo, como un golpearse fuerte
de
la puerta:
siquiera parecer pudimos: sigue pareciendo
una puerta, y está el espacio clausurado
En:
“a-letheia / ramalaje”, Ediciones en Danza, 2012. Selección: jmp.
Ignacio
Uranga (Bahía Blanca, 1982).
Foto: IU en
FB.