domingo, 21 de abril de 2024

MARIANNE MOORE Esto es eternidad

City Bell, 21 de abril de 2024



UNA BOTELLA EGIPCIA DE VIDRIO EN FORMA DE PEZ 

Aquí tenemos sed
y paciencia, desde el principio,
     y arte- como en una ola alzada para que veamos 
     en su perpendicularidad esencial 

no frágil sino 
intenso -el espectro, ese
     espectacular y vivaz animal, el pez,
     cuyas escamas desvían la espada del sol con su pulido.


A UN CARACOL

Si “la compresión es la principal gracia del estilo”,
tú la tienes. Lo contractilidad es una virtud,
como es una virtud la modestia.
No es la adquisición de cualquier cosa
Capaz de adornar, 
o la cualidad incidental que se da 
como concomitancia de algo bien dicho
lo que valoramos en el estilo,
sino el principio oculto: 
en ausencia de pies, “un método de conclusiones”;
“un conocimiento de los principios” 
en el curioso fenómeno de tu cuerno occipital.


¿QUÉ SON LOS AÑOS? 

¿Qué es nuestra inocencia,
qué nuestra culpa? Todos estamos
         desnudos, nadie a salvo. ¿Y de dónde 
el coraje: pregunta sin respuesta,
firme duda 
-mudo llamar, sordo escuchar- que
en la desgracia, hasta en la muerte
         anima a los demás 
         y, en su derrota, incita
 
         al alma a ser fuerte? Ve 
hondo y se contenta;  quien 
         acepta su mortalidad
y en su prisión se alza
sobre sí como 
el mar en su abismo, y luchando por ser
libre e incapaz de lograrlo,
         en su renuncia 
         encuentra su continuación. 
 
         Así quien siente fuerte 
se comporta. Hasta el pájaro,
         que crece cuando canta, acera 
su forma hacia arriba. Aunque cautivo,
su potente canto 
dice: qué bajeza la satisfacción, 
qué pura es la alegría. 
         Esto es mortalidad, 
         esto es eternidad.



Marianne Moore (Missouri, EEUU, 15 de noviembre de 1887 - Nueva York, 5 de febrero de 1972) / 
En El reparador de agujas de campanario / Selección y traducción de Mirta Rosenberg y Hugo Padeletti / Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1988 / 
Los autores y textos forman parte de estudio en ejercicios de taller, y su destino es solo para este objetivo.-

lunes, 15 de abril de 2024

JORGE AULICINO No era la muerte sino una posibilidad entre las cosas

City Bell, 15 de abril de 2024




BERSERKERS

No contabas los muertos entre aquellos
cuyos perfiles de tormenta daban siempre el par.
Pero de esas batallas y de aquellos inmortales no quedan,
en esta luz de cobre de tardes argentinas,
más que polvorientos reflejos.
Ya ves: cuánta furia entonces, cuántas las torres
desmoronadas en procura de un jardín incomprensible.
No era de viento tu lengua, ni de nube:
era del pedernal que ellos entendían.
¿Qué ley, qué disposición secreta,
qué alquimia o signo hubiesen contemplado?
Es cierto que te desafiaban con un grito
en los valles nublados del Orco.
Cierto que tomaban el pan y la mujer, el rocío o la sangre,
con aquel gesto aprendido en tu mesa y al pie de tus murallas.
¡Oh, que no comprendieran lo que aún decías;
la palabra que tañía,
la piedra blanca que dejaste ver entre tus manos!
Y sin embargo -¿recuerdas?-
los habías lanzado por el filo del abismo y a las 
comisuras del diablo,
al raleado monte o a las ciénagas
donde las aves zancudas y el relámpago
hablan de tu reino.
Iban ellos, conquistadores de tu Elam, ceñudos.
Pensaban que no era la muerte sino una posibilidad entre las cosas
que todavía giraban en el azar de tu nombre. 





En Hostias, Ediciones del Dock, Buenos Aires, 2004 / 
Jorge Aulicino, (Buenos Aires, 1949) / Poeta, periodista, traductor / Administra el blog Otra Iglesia es Imposible / Fotos: jmp / 
Los autores y textos forman parte de estudio en ejercicios de taller, y su destino es solo para este objetivo.- 

viernes, 12 de abril de 2024

EDITH GALARZA Los próximos días iré viendo morir lentamente a esta planta

City Bell, 12 de abril de 2024



PROPIETARIO 

Mis vecinos nuevos
decidieron sacar la enredadera que desde hace quince años 
cubre por completo las paredes de mi patio y las de otros vecinos.

Hablamos. 
La belleza.
La generosidad de esta planta que tiene la raíz de su lado de la pared 
y extiende el follaje en las paredes vecinas.

También crece hacia el cielo erguida sobre sí misma
y da intimidad a nuestras casitas, a veces demasiado cercanas.

Pero no. Ayer serruchó el tronco principal y sacó la raíz de la tierra.
Cortó la planta exactamente en el borde de la medianera: el límite de su propiedad.

Ahora la trepadora 
extendida sobre las paredes de las casas vecinas 
se ha quedado sin conexión con la tierra.

Los próximos días iré viendo morir lentamente a esta planta 
que fue testigo de nuestra vida todos estos años. 

Cuando comenzó a asomar de este lado del muro
decidí ofrecerle agua sobre la pared de ladrillos y así se fue viniendo día tras día 
hasta cubrir por completo mi patio. 

Vivo en un desierto. Aquí una planta es un regalo. Algo que se cuida y se agradece.

Solía regarla por las noches. 
Recorría las paredes con la manguera hasta que todas sus hojas estaban
mojadas y brillantes.

Me pregunto cuánto tardará en morir. En soltarse de los ladrillos y caer. 
Obcecada, la riego sobre la pared como siempre. 
Pienso si habrá alguna forma de sobrevida para ella.  
Se alivia un poco. Luego vuelve a su agonía.

Jamás echó una raíz de este lado.
Nunca un gajo.
Pero sí toda la gama de verdes, hojas de distinto tamaño, ramas y frutos.
Perenne. En invierno sus hojas gruesas de un verde oscuro casi negro
soportaban las finas capas de hielo. Luego renacía fortalecida.
Lanzaba ramas nuevas largas y delgadas con hojas pequeñas y tiernas
que con ansia expansiva seguían estirándose por las paredes.

Tiene un esqueleto fuerte que se extiende como si fueran venas sobre la pared.
Cuando se caigan todas las hojas, quedará aferrado y desnudo
o tal vez, se desplome vencido.

Crecía salvaje.
Me gustaba su desmesura.
Tenía yo una pequeña selva en mi patio.

Mis amigos la conocen como conocen a mi perro.
Una presencia en mi casa.
Los reflejos verdes del comedor a través del ventanal.

Hago consultas desde ayer.
¿puede una planta sobrevivir sin su raíz?

Sé que no es posible. Se irán secando las hojas, volviéndose quebradizos los tallos. 
En unos días aparecerán los ladrillos que la planta fue cubriendo por completo en estos años.
Cuando crecían los hijos.
Mientras colgaba la ropa.
En nuestro descanso del sol.

Era mi lugar para mirar el cielo.
Buscar tu estrella. Hablarte.
Porque en ese lugar del patio, al mirar hacia arriba solo se veía el follaje y el cielo
algo difícil en la ciudad. 

La planta hizo que mi patio fuera visitado por pájaros todas las mañanas.
Cantaban cerca de las ventanas, tomaban el agua de sus hojas.
Hoy los escucho desconcertados, se llaman, se alborotan ante la novedad.

Ella que había sido plantada del otro lado de la pared
se fue a vivir la vida a la casas vecinas
y en la mía se instaló.

Ensayamos procedimientos de emergencia
cortes, bajadas a tierra, trasplantes, extranutrición.
Mi perro olfatea que algo extraño sucede en el patio.

Busco información: ficus pumila
Leo como hacer esquejes.
Los amigos me envían videos de jardinería. Se acercan a evaluar la situación.
No encuentro como hacer vivir una planta sin raíces.
No busco ninguna metáfora en esto.
No la necesito.
No hay artificio aquí,
ni más profundidad que lo que tengo ante mis ojos
en este comienzo del invierno
casi llegando al wiñoyxipantv,
mi planta se muere.

Tienen un hijito y un perro guardián.
¿Miraba tu niño mientras cortabas, cuando sacaste la raíz? 
Y cuando me contestaste que era mi responsabilidad 
haberla dejado crecer de mi lado.
Propietario.

City Bell, 12 de abril de 2024


CÓPULA

la flor llega en silencio
llega la flor

la flor llama al rocío
el rocío refleja los rayos del sol

el sol se vierte sobre el rocío
sobre la flor.


TUYA

¿cuándo fue que nos vimos?
en qué verso
en qué palabra nunca hallada
en qué dolor

cómo fue
que en la risa breve de mi boca
se abrió la tuya.





Edith Galarza: “Nací y estudié en la ciudad de La Plata, vivo en Neuquén, en la Patagonia Argentina. Soy poeta y abogada. Soy Diplomada en Escritura Creativa por la Universidad Nacional de Tres de Febrero…”. / Envío de poemas: EG / Fotos: jmp / 
Los autores y textos forman parte de estudio en ejercicios de taller, y su destino es solo para este objetivo.-

sábado, 6 de abril de 2024

RAYMOND CARVER El bebé estaba en una cuna junto a la cama



EL PADRE

     El bebé estaba en una canasta al lado de la cama, y llevaba puesto un pelele y un gorro blanco. La canasta de mimbre estaba recién pintada, acolchada con pequeños edredones azules y sujeta con cintas de color azul claro. Las tres hermanitas y la madre, que se acababa de levantar de la cama y aún no se había despertado del todo, y la abuela rodeaban todas al bebé y observaban cómo miraba con fijeza y de cuando en cuando se llevaba el puño a la boca. No sonreía ni reía, pero a veces parpadeaba y movía la lengua entre los labios cuando una de las niñas le pasaba la mano por la barbilla.
       El padre estaba en la cocina y les oía jugar con el bebé.
       —¿A quién quieres tú, pequeñín? —dijo Phyllis, y le hizo cosquillas en la barbilla.
       —Nos quiere a todos —dijo Phyllis—, pero al que quiere de veras es a papá, ¡porque papá también es chico!
       La abuela se sentó en el borde de la cama y dijo:
       —¡Mirad su bracito! Tan gordo. ¡Y esos deditos! Igualitos que los de su madre.
       —¿No es una preciosidad? —dijo la madre—. Tan sano, mi niñito. —Se inclinó sobre la cuna, besó al bebé en la frente y tocó la colcha que le tapaba el brazo—. Nosotros también le queremos.
       —¿Pero a quién se parece, a quién se parece? —exclamó Alice, y todas ellas se acercaron a la canasta para ver a quién se parecía.
       —Tiene los ojos bonitos —dijo Carol.
       —Todos los bebés tienen los ojos bonitos —dijo Phyllis.
       —Tiene los labios del abuelo —dijo la abuela—. Fijaos en esos labios.
       —No sé… —dijo la madre—. No sabría decir.
       —¡La nariz! ¡La nariz! —gritó Alice.
       —¿Qué pasa con su nariz? —preguntó la madre.
       —En la nariz se parece a alguien —dijo la niña.
       —No, no sé… —dijo la madre—. No creo.
       —Esos labios… —dijo entre dientes la abuela—. Esos deditos… —dijo, destapando la mano del bebé y extendiéndole los menudos dedos.
       —¿A quién se parece este niño?
       —No se parece a nadie —dijo Phyllis. Y todas se acercaron aún más a la canasta.
       —¡Ya sé! ¡Ya sé! —dijo Carol—. ¡Se parece a papá! —Todas miraron al bebé de muy cerca.
       —¿Pero a quién se parece su papá? —preguntó Phyllis.
       —¿A quién se parece papá? —repitió Alice, y entonces todas ellas miraron a la vez hacia la cocina, donde el padre estaba en la mesa, de espaldas a ellas.
       —¡Vaya, a nadie! —dijo Phyllis, y se puso a lloriquear un poco.
       —Calla —dijo la abuela, apartando la mirada. Luego volvió a mirar al bebé.
       —¡Papá no se parece a nadie! —dijo Alice.
       —Pero tendrá que parecerse a alguien —dijo Phyllis, secándose los ojos con una de las cintas. Y todas salvo la abuela miraron al padre, que seguía sentado en la cocina.
       Se había dado la vuelta en su silla y tenía la cara pálida y sin expresión.




En ¿Quieres hacer el favor de callarte, por favor? (primera edición de 1976), Editorial Anagrama, Barcelona, 1997 / Traducción: Jesús Zulaika / 
Raymond Carver (EEUU, 25 de mayo de 1938 – 2 de agosto de 1988) / Foto: jmp / 
Los autores y textos forman parte de estudio en ejercicios de taller, y su destino es solo para este objetivo.-