OH INFIERNO
Oh infierno
te agradezco
la causa perdida
la tiniebla entre los dientes
las manos de humo
y esa espalda acosándome.
Te agradezco
el crepúsculo de piedra que no cesa.
Te agradezco
que existas cuando respiro.
Porque eres el recinto
donde encuentro,
retenidos por el ojo y el fuego
los nombres y las formas
de la dicha.
OH CIELO
Oh cielo
te he buscado sin tregua, sin miedo,
te he perseguido sin piedad,
universo tras universo
hasta en la piedra virgen,
en el feliz cuchillo
y en el cuervo azul,
y al fin te hallé
aquí, en el pecho del vacío:
Eres la palabra asombrosa
la que solo yo escucho
y nada más me deja oír,
la que suena y suena y suena
y no fue ni será pronunciada.
Oh cielo
te he buscado sin tregua, sin miedo,
te he perseguido sin piedad,
universo tras universo
hasta en la piedra virgen,
en el feliz cuchillo
y en el cuervo azul,
y al fin te hallé
aquí, en el pecho del vacío:
Eres la palabra asombrosa
la que solo yo escucho
y nada más me deja oír,
la que suena y suena y suena
y no fue ni será pronunciada.
Amelia
Biagioni (Gálvez, Santa Fe, 1916 – Buenos Aires, 2000).
En:
“Cazador en trance y otros poemas”, CEAL, 1988.
Foto:
AB, s/d.
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