Tócame la mejilla por si encuentras
una humedad antigua y olvidada.
Es del tiempo en que quise ser caballo
para no ser fantasma.
Tócame la mejilla. Vamos, anda...
En: “Violín y otras cuestiones” (1956), opcional con Página/12 de hoy y en kioscos de revistas.
Juan Gelman, Buenos Aires, 1930.
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