lunes, 3 de julio de 2017

Paul Celan, Cavaron



HABÍA TIERRA EN ELLOS

y cavaron.

Cavaron y cavaron, así pasó
su día, su noche. Y no loaban a Dios,
quien, así escucharon, quería todo eso,
quien, así escucharon, sabía todo eso.

Cavaron y no escucharon nada más;
no llegaron a ser sabios, no inventaron ninguna canción,
no se idearon ningún lenguaje.
Cavaron.

Vino una calma, vino también un viento, vinieron los mares todos.
Yo cavo, tú cavas y la lombriz cava también,
y lo que canta ahí dice: Cavan.

Oh uno, oh ninguna, oh nadie, oh tú:
¿Adónde se iba, ya que no se iba a ninguna parte?
Oh, tú cavas y yo cavo, y me cavo hacia ti,
y el anillo se nos despierta en el dedo.


SALMO

Nadie nos amasa nuevamente de tierra y barro,
nadie bendice nuestro polvo.
Nadie.
Loado seas, nadie.
Por agradarte queremos
florecer.
A tu encuentro.

Una nada
éramos, somos,
permaneceremos, floreciendo:
la rosa-nada, la
rosa-nadie.

Con
el pistillo de alma luminosa,
el estambre de cielo yermo,
la rosa corona
de la palabra purpúrea que cantábamos
encima, oh encima
de la espina. 


 

En: Poesía Alemana de Hoy 1945-1966, Sudamericana, Buenos Aires, 1967. Traducción: Rodolfo Alonso y Klaus Dieter Vervuert.

Paul Celan (Csernowitz, Rumanía, 23 de noviembre de 1920 - París, Francia, 20 de abril de 1970). Foto: Jmp

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