BEBIENDO EN EL COCHE
Es
agosto y no he
leído un libro en seis meses
salvo una cosa titulada La retirada de Moscú
de Caulaincourt.
Sin embargo, soy feliz
cuando voy en coche con mi hermano
bebiendo en jarra una cerveza Old Crow.
No vamos a ningún sitio,
solo manejamos.
Si cerrara los ojos durante un minuto
no sabría dónde estoy
y me tumbaría encantado a dormir para siempre
a la orilla de la ruta.
Pero mi hermano me da un suave codazo.
Ahora, en algún momento, algo va a pasar.
leído un libro en seis meses
salvo una cosa titulada La retirada de Moscú
de Caulaincourt.
Sin embargo, soy feliz
cuando voy en coche con mi hermano
bebiendo en jarra una cerveza Old Crow.
No vamos a ningún sitio,
solo manejamos.
Si cerrara los ojos durante un minuto
no sabría dónde estoy
y me tumbaría encantado a dormir para siempre
a la orilla de la ruta.
Pero mi hermano me da un suave codazo.
Ahora, en algún momento, algo va a pasar.
Digamos que no soy poeta de
nacimiento. He escrito poemas porque no siempre he tenido tiempo para escribir
un relato, mi primera opción. Por eso muchos de mis poemas tienen una marcada
tendencia narrativa. Me gustan los poemas que me dicen algo la primera vez que
los leo. También me gustan algunos, o al menos reconozco su valor, que necesito
leer dos, tres o cuatro veces para ver cómo y por qué funcionan. En todos mis
poemas busco una atmósfera concreta. Uso constantemente el pronombre personal,
aunque la mayoría son completamente inventados. Sin embargo, muchas veces los
poemas tienen una base real, como es el caso de “Bebiendo en el coche”. El
poema está escrito hace un par de años. Creo que posee cierta tensión y quiero
creer que logra expresar el sentido de pérdida y leve desesperación que
atenaza a quien vive peligrosamente sin ocupación alguna, como le ocurre a
quien se expresa en él. Cenando lo escribí, tenía un trabajo de ocho a cinco y
una posición más o menos decente como empleado de oficina. Pero, como pasa
siempre con este tipo de trabajos, no tenía mucho tiempo para andar por ahí.
Además, tampoco estaba leyendo ni escribiendo. Es una exageración decir no
había leído un libro en seis meses, pero me parece que no andaba muy lejos de
la verdad. El poema se me había ocurrido mientras leía Retrato de Moscú,
de Caulaincourt, uno de los generales de Napoleón. Aquellos días, me fui con mi
hermano una o dos veces a dar una vuelta en su coche por la noche, un poco a la
deriva, allí encerrados bebiendo una botella de Old Crow. De este modo, con
estos vagos recuerdos y mi propia sensación de frustración, me senté a escribir
el poema. Todo se juntó ahí. Realmente no puedo decir mucho más del poema o de
su proceso de escritura. No sé si será bueno, pero puede que tenga algún
mérito. Te aseguro que es uno de mis favoritos.
Nota aparecida en New Voices in American Poetry, ed. de David Alian
Evans; Cambridge, Mass., 1973.
En
recorte diario El Día, La Plata, Literarias, domingo 24 de septiembre de 2006. De:
Todos nosotros, antología de poemas, 2006.
Raymond
Carver (EEUU, 25 de mayo de 1938 – 2 de agosto de 1988). Foto: Jmp.
No hay comentarios:
Publicar un comentario