No quiero que tu boca resignada
se precipite en cestos de basura
ni puedo tolerar tanta impostura:
le están robando al cielo tu mirada.
Está sufriendo un hombre la estocada.
Está ensayando el hambre una figura
y en nuestras manos está la empuñadura
sin excepción por todos soportada.
Tan sólo el hambre a uno pulverice
para quedar millones degradados.
Acaso yo te tomo los costados
para que el barro no te martirice.
Mayor es la vergüenza que la afrenta
pues no tenemos deuda más violenta.
A Juan, sobreviviente de la tortura
El destino que fija su mirada
facilitó el acero fratricida
que no se arredra un punto en la partida
para dejar la carne sublevada.
Logra la sal en mano agazapada
descender en la noche interrumpida
y corromper la víscera elegida
con implacable lluvia depravada.
Luego otro cielo aguja me propone.
Consigue calma el hilo soberano.
Las tripas soy. ¡Aún sigo latiendo!
La forma de la muerte no se impone.
Vacía está la mesa del gusano.
Destino, te degrado resistiendo.
Tengo que imaginar que fuiste un hombre
pues no ha dejado gesto tu partida:
la bomba en cada esquirla repartida
a picotazos te arrebata el nombre.
Me piden que me aparte y no me asombre
si pasa algún retazo de tu vida:
se está llevando el agua a la avenida
las inefables letras de tu nombre.
Y viaja inevitable por los aires
y arriba a inaccesibles marquesinas
algo de tu sonrisa y de tu pelo.
Esto es Beirut, Madrid o Buenos Aires,
donde han sofisticado las espinas
y no todo tu cuerpo tendrá duelo.
Tienes el pudor
de los que están llenos
de cicatrices.
Por eso callas,
para que la compasión
no sea otra daga.
Edición completa de: “La Partida”, U.N.C.P.B.A., 1997.
Luis Maggiori nació en 1964 en Tandil y, actualmente, reside en la ciudad de La Plata. Es Profesor en Letras. Publicó en poesía: “La Partida”, 1997; y “El amor navegante”, novela, 2005; “El sofista”, novela breve, 2007. Su último libro es: “Los frutos del Árbol Real. Diez ensayos sobre Kabaláh y Literatura”, 2011.
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