Lo comprensible es incomprensible
y ningún verbo o luna azul
cambiará su destino.
Trabajan los caballos el galope
en tierras anchas con
espantapájaros mentidos.
Al que mucho ama nada
se le puede dar, siempre
crea en sí mismo aires ardientes
que le consigue el corazón.
Clavos que clavan, cuerdas
libres de lo real y de
lo no real atan o unen propósitos
muy cerca del sonido que no se puede oír,
la media lumbre es luz
que se busca en su sombra. Los dioses
de la totalidad cesaron
interrumpidos por
el amor que no cesa.
En “El emperrado corazón amora”, Seix Barral, Planeta, 2011.
Juan Gelman, Buenos Aires, 1930.
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