domingo, 5 de septiembre de 2021

JOSÉ SARAMAGO El arco iris vuelve todas las noches


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         Se levantó entonces un gran viento que barrió de punta a punta entre el mar y la frontera la tierra de los hombres

 

         Durante tres días sopló constante arrastrando las nubes de los incendios y el olor de la carne muerta de los invasores

 

         Durante tres días los árboles fueron sacudidos pero ninguno arrancado porque este viento era como una mano tan sólo firme

 

         Los armazones de los animales mecánicos rodaban por la llanura como arbustos desenraizados y todo era arrastrado hacia lo lejos hacia las tierras donde nacen las pesadillas y el terror

 

         Después llovió y la tierra se quedó de pronto verde con un enorme arco iris que no se desvaneció ni cuando el sol se puso

 

         Esa primera noche nadie durmió y toda la gente salió de las ciudades para ver mejor los siete colores contra el fondo negrísimo del cielo

 

         Y hubo quien lloró de rodillas sobre la tierra blanda sobre las hierbas que exhalaban el vertiginoso olor del humus

 

         Y hubo quien ininterrumpidamente cantó una extática melodía no oída hasta entonces que era el largo suspiro sollozo de la vida que naciendo se sofoca plena en la garganta

 

         Y por los campos ardieron hogueras altas que hicieron de la tierra vista desde el espacio otro cielo estrellado

 

         Y un hombre y una mujer caminaron entre la noche y las hierbas naturales y fueron a tumbarse en el hermoso lugar donde nacía el arco iris

 

         Allí se desvistieron y desnudos bajo los siete colores fueron toda la noche un ovillo de vida susurrante sobre la hierba pisada y olorosa de las savias derramadas

 

         Mientras lejos en el mar el otro extremo del arco iris se sumergía hasta el fondo de las aguas y los peces deslumbrados giraban alrededor de la luminosa columna

 

         El día amaneció en una tierra libre por donde corrían sueltos y claros los ríos y donde las montañas azules apenas reposaban sobre la llanura

 

         La mujer y el hombre volvieron a la ciudad dejando por el suelo un rastro de siete colores lentamente diluidos hasta fundirse con el verde absoluto de los prados

 

         Aquí los animales verdaderos pastaban alzando sus hocicos húmedos de rocío y los árboles se cargaban de frutos pesados y ácidos mientras en su interior se preparaban las dulces combinaciones químicas del otoño

 

         Entretanto el arco iris vuelve todas las noches y eso es una buena señal

 

 

 

En Poesía, Alfaguara, Madrid, 2003 / Versión de Ángel Campos Pámpano / De El año de 1993, 1987

José de Sousa Saramago (Azinhaga, Portugal, 12 de noviembre de 1922 – Tías, España, 18 de junio de 2010) / Foto: jmp

 

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