21
Al
final de este día queda lo que quedó de ayer y quedará de mañana: al ansia
insaciable e innúmera de ser siempre el mismo y otro.
26
Dar
a cada emoción una personalidad, a cada estado de alma un alma.
50
Hablar
es tener demasiadas consideraciones con los demás. Por la boca mueren el pez y
Oscar Wilde.
81
¡Cuánto
tiempo hace que no escribo! He pasado, en unos días, varios siglos de renuncia
insegura. Me he estancado, como un lago desierto, entre paisajes que no
existen.
Mientras
tanto, me corría bien la monotonía variada de los días, la sucesión nunca igual
de las horas iguales, la vida. Corría bien. Si durmiese, no me correría de otro
modo. Me he estancado, como un lago que no existe, entre paisajes desiertos.
Es
frecuente el desconocerme —lo que sucede con frecuencia a los que se conocen…
Me hago compañía en los varios disfraces con que estoy vivo. Poseo, de cuanto
muda, lo que siempre es lo mismo; de cuanto se hace, lo que no es nada.
Recuerdo,
lejano en mí, como si viajara para dentro, la monotonía, todavía diferente, de
aquella casa provinciana... Allí pasé la infancia pero no sabría decir, si
quisiese hacerlo, si con más o menos felicidad que paso la vida de hoy. Era
otro el quien soy que vivía allí: son vidas diferentes, distintas,
incomparables. Las mismas monotonías, que las aproximan por fuera, eran sin
duda diferentes por dentro. No eran dos monotonías, sino dos vidas.
¿Con
qué propósito me acuerdo?
El
cansancio. Recordar es un descanso, porque no es hacer. Qué de veces, para que
el descanso sea mayor, recuerdo lo que no fui, y no hay nitidez ni añoranza en
mis memorias de las provincias en que estuve como los que moran, tabla a tabla
del entarimado, oscilo el oscilo de otras, en la vastas salas donde nunca viví.
De
tal modo me he convertido en la ficción de mí mismo que cualquier sentimiento
natural que tengo, desde luego, desde que nace, se me transforma en un
sentimiento de la imaginación: la memoria en sueños, el sueño en olvidarme de
él, el conocerme en no pensar en mí.
De
tal modo me he desnudado de mi propio ser que existir es vestirme. Sólo disfrazado
es cuando soy yo. Y, en torno a mí, todos los ocasos incógnitos doran, al
morir, los paisajes que nunca veré.
31-3-1934
96
Vivir
es ser otro. Ni sentir es posible si hoy se siente como ayer se sintió: sentir
hoy lo mismo que ayer no es sentir: es recordar hoy lo que se sintió ayer, ser
hoy el cadáver vivo de lo que ayer fue la vida perdida.
Apagarlo
todo en el cuadro de un día para otro, ser nuevo con cada nueva madrugada, en
una revirginidad perpetua de la emoción: esto, y sólo esto, vale la pena ser o
tener, para ser o tener lo que imperfectamente somos.
Esta
madrugada es la primera del mundo. Nunca este color rosa amarilleciendo para
blanco caliente se ha posado así en la faz con que el caserío del oeste encara
lleno de ojos vidriados el silencio que viene en la luz creciente. Nunca hubo
esta hora, ni esta luz, ni este ser mío. Mañana, lo que sea será otra cosa, y
lo que yo vea será visto por unos ojos recompuestos, llenos de una nueva
visión.
¡Altos
montes de la ciudad! Grandes arquitecturas que las cuestas escarpadas sostienen
y engrandecen, resbalamientos de edificios diferentemente amontonados, que la
luz teje de sombras y quemazones, sois hoy, sois yo, porque os veo sois lo que
[...] y os amo desde la amurada como un navío que pasa junto a otro navío y
tiene añoranzas desconocidas en el paisaje.
18-5-1930
190
El
mismo escribir ha perdido la dulzura para mí. Se ha trivializado tanto, no sólo
el acto de dar expresión a emociones cuanto el de perfeccionar frases, que
escribo como quien come o bebe, con más o menos atención, pero medio enajenado
y desinteresado, medio atento y sin entusiasmo ni fulgor.
En
Libro del desasosiego de Bernardo Soares,
Seix Barral, Barcelona, España, 1986 / Traducción del portugués, organización,
introducción y notas de Ángel Crespo (España, 1926 – 1995)
Fernando
Pessoa (Lisboa, Portugal, 13 de junio de 1888 – 30 de noviembre de 1935) / Selección
de textos y fotos: jmp
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