viernes, 28 de diciembre de 2018

ANA MARÍA SHUA La gente nos llama poetas



   POETAS

          Náufrago en este mundo lejano por donde no pasan ni pasarán nuestras naves, perdido en este grano de polvo apartado de todas las rutas comerciales del universo, estoy condenado a la soledad esencial de sus habitantes, incapaces de comunicarse con una herramienta menos torpe, menos opaca que el lenguaje. Yo lo utilizo para lanzar mensajes en clave que sólo los demás náufragos pueden comprender. La gente nos llama poetas.


   GLORIA DE LA POESÍA VOLANTE

          Cuando Alfredo Codona, trapecista mexicano, logró por primera vez en 1920 el triple salto mortal, las crónicas periodísticas lo llamaron “gloria de la poesía” y “ángel del trapecio”. Codona se sobresaltó. Él trabajaba siempre con red de seguridad, para perfeccionar el disimulo, y estaba seguro de haber ocultado perfectamente sus alas.


   LA POETA ÉCUYÈRE

          Su número consiste en montar el signo y hacer piruetas acrobáticas sobre la gruesa línea que separa significado de significante. El signo, mucho menos dócil de lo que el público imagina, a veces se encabrita y la voltea de un corcovo. Entonces la écuyère se lamenta de haber abandonado la gramática y el diccionario para seguir al circo. La aplauden poco.


   HOUDINI Y CONAN DOYLE

          Conan Doyle, el más lógico de los escritores del mundo, capaz de llevar el razonamiento hasta sus últimas y disparatadas consecuencias, creía sin embargo en los fenómenos paranormales. Su gran amigo Harry Houdini, el ilusionista que hechizó audiencias del mundo entero con su magia, era un racionalista absoluto, que dedicó buena parte de su vida a desenmascarar los trucos de mediums y espiritistas. Enfrentados por tan dispares opiniones, su amistad se deshizo. Sólo después de su muerte logró reconciliarlos Sherlock Holmes. 


En Todos los universos posibles. Microrrelatos reunidos, Emecé, Buenos Aires, Argentina, 2017.
Ana María Shua (Buenos Aires, 1951). Foto: Jmp

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