POETAS
Náufrago en este mundo lejano por
donde no pasan ni pasarán nuestras naves, perdido en este grano de polvo apartado
de todas las rutas comerciales del universo, estoy condenado a la soledad
esencial de sus habitantes, incapaces de comunicarse con una herramienta menos
torpe, menos opaca que el lenguaje. Yo lo utilizo para lanzar mensajes en clave
que sólo los demás náufragos pueden comprender. La gente nos llama poetas.
GLORIA DE LA POESÍA VOLANTE
Cuando Alfredo Codona, trapecista
mexicano, logró por primera vez en 1920 el triple salto mortal, las crónicas
periodísticas lo llamaron “gloria de la poesía” y “ángel del trapecio”. Codona
se sobresaltó. Él trabajaba siempre con red de seguridad, para perfeccionar el
disimulo, y estaba seguro de haber ocultado perfectamente sus alas.
LA POETA ÉCUYÈRE
Su número consiste en montar el signo y hacer piruetas acrobáticas sobre la gruesa línea que separa significado de significante. El signo, mucho menos dócil de lo que el público imagina, a veces se encabrita y la voltea de un corcovo. Entonces la écuyère se lamenta de haber abandonado la gramática y el diccionario para seguir al circo. La aplauden poco.
Su número consiste en montar el signo y hacer piruetas acrobáticas sobre la gruesa línea que separa significado de significante. El signo, mucho menos dócil de lo que el público imagina, a veces se encabrita y la voltea de un corcovo. Entonces la écuyère se lamenta de haber abandonado la gramática y el diccionario para seguir al circo. La aplauden poco.
HOUDINI Y CONAN DOYLE
Conan Doyle, el más lógico de los escritores del mundo, capaz de llevar el razonamiento hasta sus últimas y disparatadas consecuencias, creía sin embargo en los fenómenos paranormales. Su gran amigo Harry Houdini, el ilusionista que hechizó audiencias del mundo entero con su magia, era un racionalista absoluto, que dedicó buena parte de su vida a desenmascarar los trucos de mediums y espiritistas. Enfrentados por tan dispares opiniones, su amistad se deshizo. Sólo después de su muerte logró reconciliarlos Sherlock Holmes.
Conan Doyle, el más lógico de los escritores del mundo, capaz de llevar el razonamiento hasta sus últimas y disparatadas consecuencias, creía sin embargo en los fenómenos paranormales. Su gran amigo Harry Houdini, el ilusionista que hechizó audiencias del mundo entero con su magia, era un racionalista absoluto, que dedicó buena parte de su vida a desenmascarar los trucos de mediums y espiritistas. Enfrentados por tan dispares opiniones, su amistad se deshizo. Sólo después de su muerte logró reconciliarlos Sherlock Holmes.
En
Todos los universos posibles. Microrrelatos
reunidos, Emecé, Buenos Aires, Argentina, 2017.
Ana
María Shua (Buenos Aires, 1951). Foto: Jmp
No hay comentarios:
Publicar un comentario