viernes, 9 de diciembre de 2016

Alberto Vanasco, La ciega insistencia de este diluvio irreparable


SAN SALVADOR DE JUJUY

Aquí es la siesta del cobre
y la tarde del agua.

Aquí el ombligo del mundo se cubre de ternura.

Y el tiempo se dilata hasta tocar sus bordes
y el aire suena hasta volverse vidrio
y la luz se adelgaza hasta entrar en las rocas.

El glaciar se alejó dejándote estas piedras que los siglos y tus aguas lamen
y este nudo de cauces
que te ata a las cumbres.


MUERTE DE LA POESÍA

Oigo caer la lluvia
y es sólo el agua que se precipita en la luz vacía del amanecer.

Toco la claridad del día que nace
y es sólo la mañana y aquello que la mañana aún no ha vencido.

Miro tu piel, tus manos
y hallo solo la soledad más cruda de la tierra.

Huelo el aire difuso del otoño
y es solo la opresión, el peso de una atmósfera gastada.

Palpo los objetos, las ropas, los vidrios transpirados
y es nada más que la fatiga de la materia, la desolación del tiempo.

Todo todo ha sido arrasado para siempre
por la ciega insistencia de este diluvio irreparable.



En: Canto rodado, Editorial Sudamericana, 1970. El poema “Muerte de la poesía” está dedicado a Enrique Molina.
Alberto Vanasco (Buenos Aires, 18 de enero de 1925 – 11 de mayo de 1993). Foto: Jmp.

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