SAN SALVADOR DE JUJUY
Aquí
es la siesta del cobre
y la tarde del agua.
y la tarde del agua.
Aquí el ombligo del mundo se cubre de ternura.
Y el tiempo se dilata hasta tocar sus bordes
y el aire suena hasta volverse vidrio
y la luz se adelgaza hasta entrar en las rocas.
El glaciar se alejó dejándote estas piedras que los siglos y tus aguas lamen
y este nudo de cauces
que te ata a las cumbres.
MUERTE DE LA POESÍA
Oigo
caer la lluvia
y es sólo el agua que se precipita en la luz vacía del amanecer.
y es sólo el agua que se precipita en la luz vacía del amanecer.
Toco
la claridad del día que nace
y es sólo la mañana y aquello que la mañana aún no ha vencido.
y es sólo la mañana y aquello que la mañana aún no ha vencido.
Miro
tu piel, tus manos
y hallo solo la soledad más cruda de la tierra.
y hallo solo la soledad más cruda de la tierra.
Huelo
el aire difuso del otoño
y es solo la opresión, el peso de una atmósfera gastada.
y es solo la opresión, el peso de una atmósfera gastada.
Palpo
los objetos, las ropas, los vidrios transpirados
y es nada más que la fatiga de la materia, la desolación del tiempo.
y es nada más que la fatiga de la materia, la desolación del tiempo.
Todo
todo ha sido arrasado para siempre
por la ciega insistencia de este diluvio irreparable.
por la ciega insistencia de este diluvio irreparable.
En:
Canto rodado, Editorial Sudamericana, 1970. El poema “Muerte de la poesía” está
dedicado a Enrique Molina.
Alberto
Vanasco (Buenos Aires, 18 de enero de 1925 – 11 de mayo de 1993). Foto: Jmp.
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