FIDELIDAD EN LA ENCRUCIJADA
En el sol alto, sin ostentación ni
impaciencia, se prolonga tu camino. Serenidad del ignorado: Una emersión impura
te salvará en cualquier hombre.
Ese relámpago que hace posible la
fraternidad, tanto en la dimisión como en la inocencia y la esperanza, es una
de las propiedades de la poesía. Pero nada autoriza al poeta a darle nombre
definitivo y menos aun a convertirse en el profesional de su dicción o su
descubrimiento.
Usura del alucinado. Este mundo es
tuyo indudablemente. Pero sólo existe en tu desprendimiento. El poeta, testigo
de su propia existencia, coexiste con el mundo.
Todo poeta sabe que la palabra no es
instrumento. Es vida con los demás. Y en común. Soledad común. La declamación y
la ortopedia de espíritu quedan a sus márgenes. Imposibilidad, por lo tanto, el
poema fabricado de acceder a la tierra de los hombres, de alimentar su viaje.
Quehaceres de la poesía: hacer
innecesaria toda justificación.
Toda ayuda menos la retórica de la
pureza y la organización de los elegidos. Es preciso intercambiar a la
intemperie nuestras señales de reconocimiento con las cosas y con nuestros
hermanos.
Arriesgar la incongruencia para conocer tu realidad, la realidad de los otros.
Lo más opuesto a tu fluir propio es la adopción de certidumbres de superficie.
Finalidad de las apariencias. A mitad
de camino entre la concesión y la protesta, expuesto a todos los excesos de la
ingenuidad y el cálculo, este amigo verdadero, este amante fiel, este lúcido
conocedor, es confundido a menudo con sus enemigos: el Narciso, el borracho y
el inconsecuente.
Forzosidad de una voz, de un hombre
real en la encrucijada, sin desprecio ni excesiva consideración por los
márgenes. La incandescencia de la palabra -su logro mayor- es función de los
ademanes silenciosos, a menudo ignorados, del nadador sobreviviente y
fraternal. Poesía -modo de nadar, de estar presente, ajena a las retribuciones
del espectáculo. Poesía hermana en la soledad y el olvido. Poesía –esperanza
viril entre los hombres.
En “Antología personal. Poemas” (de “Ni razón ni palabra”, 1955-60),
Centro
Editor de América Latina, 1983.
Edgar
Bayley (Buenos Aires, 1919-1990)
Foto:
Detalle tapa antología personal, Jmp
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