El samurai escucha atentamente.
Fuma y revuelve el café. Abre los ojos.
Fuma y revuelve los ojos. Escucha.
Ahora, sonríe. El humo le anda cano
en el pelo; disperso, percusivo, lírico.
Le anda la savia subiendo ahora. Fuma.
Pronto cantará el sapukai, dirá la risa.
Se irá con su piloto amarillo de pescador,
contando sonetos, cantando sonatas.
Pero ahora vuelve a fumar, a revolver.
En la esquina, se da vuelta, mira, sonríe, y
aplaude con una mano, el próximo sapukai.
Santiago Espel (Buenos Aires, 1960)
che javier decime
me diste al nono y al momo
y me dejás lucubrando
el final de baltimore
el gambito staunton
y la belleza del mate
en el patio de delgado
dos viejos hipnotizados
que creemos en el poema
como si cada palabra
fuera frutillas con crema
dos viejos casi activos
que decimos y nos plantamos
en lo que es más divertido
tu silla no es sevilla
otro alfil sin casilla
colegiales nos desbrocha
la imaginación de la historia
don adúriz qué memoria!!!...
si pasamos por los bares
doblando tintos por mares
como alegres mariposas
nos devoramos las rosas
y en cada partida amiga
nos robamos la vigilia
querido poeta eterno
vos siempre sos un virgilio
modificando el infierno
Jorge Rivelli (Buenos Aires, 1954)
Poemas de Javier Adúriz (Buenos Aires, 16 de abril de 1948 - 21 de abril de 2011) en Aromito.
Imagen: Tres Samurai.
1 comentario:
lindo homenaje
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