Mi padre trabajaba en el frigorífico Armour de Berisso / Allí, lo dije ya, dejó su juventud y sus huesos
Nunca hablé de su frustrado crimen
En las sobremesas nocturnas me contaba de la vaca madrina / Siempre al frente, oronda y feliz, conducía a las demás a la muerte / Una vez que el largo cortejo arribaba a destino la vaca madrina hacía un giro a la derecha y regresaba sana y salva / Las otras seccionadas con esmero terminaban después de un largo proceso en forma de salame o
sobre una parrilla o
Has visto alguna vez los ojos de una vaca? – me preguntaba mi padre
En tantos años de trabajo era imposible no terminar enamorado de las vacas (la madrina tenía un pelaje veteado suave y ojos también más grandes y más tiernos)
Cuando llegó el momento del sacrificio mi padre (por justicia o por piedad – quién lo sabe?) pidió ser el verdugo
Le dieron la cuchilla de mejor acero
Cuenta que le miró los ojos y que nunca supo si le hubiera dado o no la cuchillada definitiva porque así como así la vaca madrina bajó los parpados y
se derrumbó para siempre a sus pies
En “Cortar por lo sano”, Libros de Tierra Firme, 1987.
Juan Octavio Prenz (Ensenada, 1932). Escritor, ensayista, poeta y traductor.
2 comentarios:
bellísimo... pienso en lo que hablabamos ayer, bello... gracias por compartir
Gracias por estar, y por el por venir. La poesía es necesaria.
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