MENEO FÚNEBRE
A Dora María Téllez
Una vivandera con la noche de trofeo
baila, sacude el delantal naranja
con jactancia, silban las
corolas desnudas
entre las ondas de la melena, el rocío
de caña le brota de la piel y
bajo la saya la aurora
se despereza.
Han vuelto los tiburones a las aguas
del Xolotlán y los nacatamales
están con la carne viva,
máscaras de ave
carroñera golpean a la presa entre
tambores, flautas, pitos
y trompetas; aletea
la pesadilla;
los dientes de la marimba rechinan
cuando el aire cruza las
teclas de hueso;
un viejo
retintín la rechaza del carnaval, agria
la leche y la miel, la encierra
hasta una bocacalle en
Manhattan
donde emblema de vivaz quimera
cabalga en pelo por la pérdida
y el abismo; entre aroma
a sudor y ron al son
de monedas que dolientes dejan
al pie del luto ante los pichones
devorados por el zopilote
rojinegro.
SALTA, SALTA Y SIGUE
En medio de la pista de arena y aserrín tiembla
un frutal usurpado. En lugar de flores da
signos que muestran a la esperanza
como un anhelo voraz.
Entre el follaje un gorrión salta de un lado a otro,
ansioso sacude la cola, con el plumaje
entrecano, espera que lo urjan
a mostrar su juego
mientras la lengua del látigo del domador rompe
la barrera del sonido al encontrar silencio
ante la añoranza de los rugidos de un
pasado sin fin.
Las gradas aún tibias están llenas de soledad, ya
no se goza con el arte de arrojar palabras
al aire sin dejar que caigan
como ilusiones rotas.
Llegan gritos y abucheos cuando al cruzar la línea
floja un funámbulo choca con el piso,
un payaso salta a la pista
para aflojar
los rezongos golpeándose clac clap clac las nalgas
con palmetas de madera, muestra
sumisión y a la vez domina
el espectáculo.
Además en un cruce de manos una maga
disimula la memoria y la muestra
cautiva del todo es según
como se recuerde.
La función sigue a pesar de que la inclemencia
del tiempo desgarra las lonas de la carpa
del circo y el vendaval las zarandea
en un redoble siniestro.
Ay, viejo gorrión salta, salta que todo sigue,
la fiesta aún no acaba, cruza a través
del aro de fuego que el vacío
está impaciente.
En Meneo fúnebre, Selección de poemas, 2022 / Fotos: jmp /
Alberto Pipino (Buenos Aires, 4 de noviembre de 1942) / Poeta / Vive en Manhattan, EE.UU /
Leemos en la última página de este libro digital:
“Periodista y militante político, en 1976 durante la dictadura militar tuvo que irse del país. Durante el exilio vivió en Estados Unidos, Nicaragua, México, Haití, República Dominica, y Francia donde ejerció el periodismo. En 1984 publicó en España Espeso país, en el prólogo Juan Gelman destacó que “Alberto Pipino transitó los caminos del dolor, de la derrota, de la furia. Por eso sus palabras son de piedra. Y tienen la belleza de la piedra.” Con la democracia regresó al país. En Buenos Aires entre 1990 y 1991 editó Utopías del Sur, publicación dedicada a difundir el pensamiento y creación desde una izquierda crítica donde entre otros, colaboraron León Rozitchner, Ramón Plaza, Esteban Moore y Osvaldo Bayer. Desde hace 15 años reside en Estados Unidos. Meneo fúnebre es su último libro.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario