En
la luz de la palabra
TODO PUEDE SER
VERDAD
escucho
la música
como
un paisaje sedoso
y
el murmullo infinito
de
las expresiones de una edad
toda
celebración es apenas una imagen
que
bordea lo real
ofreciendo
fulgores
y
una tibieza que insiste
convertirse
en desvelo.
Bajo
el crepúsculo
CERTEZAS
él
amó las estaciones descubiertas en sueños reales
pensando
que nadie iba a sangrar
doloroso
secreto para iluminar tanta miseria
aunque
tengamos nuestras almas, jamás correrá viento
y
la estrella no cambiará de cielo
aún
brillamos condenados desde las lejanas torres
a
una vida imaginada.
En
la luz de la palabra
EN ALGÚN LUGAR
sobre
el escritorio un calendario y una postal
los
ojos de la mujer reflejan ciudades visitadas/
y
otras por reconocer/
un
recuerdo de su país la sorprende/
sobrevive
a los cambios del dolor/ y recupera
el
tiempo.
EN LA LUZ DE
LA PALABRA
en
la luz de la palabra
se
contemplan rostros
de
infinita libertad
en
ella anida la creencia del verbo
el
lugar en que aguarda la belleza
donde
el futuro será celebración
*
Parte
1. Preludios
I.
mi
tiempo es ahora una extraña palabra
ecos
perdidos que descubren las orillas
de
un secreto respirar,
voces
ajenas que bendicen lo inconfesable
que
descifran el sueño
de
entrelazadas sombras.
V.
hay
una muerte que se anuncia
un
salto interminable
que
estalla/ en el instante mismo
de
la fría y última mirada
y
la mañana que huye
del
cuerpo ya abatido.
Parte
2. Visiones
ESE ROSTRO
ese
rostro
de
violentas palabras escondidas
de
no saber si hemos existido
(si
hemos simulado el presente)
de
permanentes sombras de la perfecta deriva
de
susurros
detrás
de la puerta
que
se cierra y se abre
para
mentir la espera
y
descubrir
(a
los lejos)
que
es lo mismo que morir
por
mandamiento
donde
existo y existen las falsas evocaciones
el
abandono en las noches
y
no fue suficiente amarla en cada orilla
ese
rostro
condenado a dibujar transparencias
a desaparecer
REFUGIO
no
es su paso el que separa lo oscuro de la imaginación
somos
juntadores errantes
prisioneros
del tiempo
ocultos
en el fascinante deseo
de
la anunciación
caemos
prisioneros en la ausencia
olvidando
el nombre del hombre que tiembla
o
en una respiración ajena para la noche.
Parte
3. Cuatro postales
(La
Paloma, Uruguay, febrero de 1996)
III.
el
atardecer se va perdiendo lentamente
como
los colores de un arco iris
que
horas antes
parecía
eternizarse
emergiendo
del mar.
Parte
4. Último encuentro
VII.
la
espesura de los recuerdos
la
desolación de este momento/
la
calle y tanta madrugada
que
convoca a los fantasmas
del
pasado/
un
olvido profundo/
miradas
fugándose en el vértigo
de
un ayer
adiós/
Parte
5. Oleajes
ESCUCHADO
SOBRE EL RÍO
no
son las palabras
ni
las figuras que se agitan
iluminando
la página
o
los que nos invita a oír
los
sonidos del viento en el otoño
instantes
antes
la
profundidad de la piel virgen
nos
hace conocer
que
todo sigue igual
con
las palabras pronunciadas lejos
pregunto,
dónde
mirar
para
que nos devuelvan la vida
en
qué lugar el poeta aprenderá a morir.
Parte
6. Brisas en la medianoche
OTOÑOS DEL
PASADO
A Juan Gelman,
in memorian
I.
una
mujer buscaba entre la lluvia
aquel
rastro que la proteja del desencuentro
despertó
ante el espanto
y
hoy espera su destino junto a al muro
en
sus ojos
quedaba
aquel país consagrado de violencia
de
abandono
de
exilios
de
amantes cuyos labios
besaban
el más hondo olvido
finalmente
quedaba aguardar
a
través de un fragmento de eternidad
sin
más voces
II.
la
noche, la versión de los hechos
la
muerte se posaba sobre cada uno de nuestros destinos
y
apenas una luz difusa alcanzaba a desesperarnos
es
posible un llanto o una ebriedad
o
apresurar el paso del tiempo
III.
y
todo parece terminar así
suplicando
al cielo estrellado
eternizando
el tiempo de la espera
aún
todo está vivo
pero
nadie ha tenido
la
intención de regresar
IV.
el
mundo conoce las heridas
pero
no libera esperanzas
cada
latido apremia
en
confuso silencio
la
inmortalidad juzga
la
caridad feroz de los recuerdos
V.
despertando
del sueño
alejados
de la furia
creo
en ella
su
nombre está en el presente.
En En la luz de la palabra (Ediciones
Vigilias, Neuquén, Argentina, 2009) y Los
nombres del oleje (Ediciones con doble z, Neuquén, Argentina, 2016. Poemas
escritos entre 1996 y 2013).
Pablo Montanaro (Buenos Aires,
1954). Reside, desde 2004, en la ciudad de Neuquén donde trabaja como
periodista. Foto: Jmp
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