LOS POEMAS DEL GRAN RÍO
Mi
niña
arena
levantada
se
puso a llorar en el mar
sus
labios
dos
pétalos de la inmensidad
la
rama
cedió
su línea
y
el pétalo
conoció
el agua
ascendió
a su cielo
un
racimo de perlas
que
el sol
enamoraba
en colores
el
sauce
en
largas contemplaciones
ha
exprimido toda su melancolía
en el
agua
la
barba verde
y
fresca
del
renuevo
es el
esplendor de su alegría
hablábamos
bajo los árboles
umbrosos
donde conversan las nieblas
tan
suave
como una lágrima
descendió la noche
umbrosos
donde conversan las nieblas
tan
suave
como una lágrima
descendió la noche
del
azar
tomó cuatro palabras
las puso de corral
contra los vientos
y esperó una vida
que el infinito
quedara dentro
tomó cuatro palabras
las puso de corral
contra los vientos
y esperó una vida
que el infinito
quedara dentro
en
los grandes pliegues
del
aire de otoño
su
voz hablaba
sobre
las láminas de oro
que
aleteando
descendían
el sol
tenía
un libro
cuyas páginas
eran flores de ciruelo
un prodigio
al que nadie
nunca
pudo entrar
cuyas páginas
eran flores de ciruelo
un prodigio
al que nadie
nunca
pudo entrar
su
mejilla
en
la tarde reclinada
crecía
palabras
con
el gran sosiego de los árboles
al
vestir su alma
el
silencio
la
noche
hilaba
ya el tintinear de sus cabellos
había
recorrido palomas
se
había quitado el vestido
delante
de la luna
pasaba
la mano
al
gato de la piel
por
dentro
en la
parte acolchada
que la
llevaba al amor
y al
crepúsculo
llevaba
en el hombro izquierdo
la
noche
caída
hacia
la solapa
le
conversaba
y
aveces
le
ponía escarapelas
olvidó
comerciar
esta
ocupación tan asombrada
se le
había caído
la luna
entre los senos
tuvo miedo
y desde entonces
su dios fue el asombro
la luna
entre los senos
tuvo miedo
y desde entonces
su dios fue el asombro
los
vendedores de frutas
rompieron
la mañana
con
sus gritos
el
río blanco
de
los azahares
fue
el silencio de la calle
en el
arpa lila
del
puente colgante
llora
la noche
al día
365
crepúsculos por año
celeste
la muchacha
entretejía
peces
con el
cristal del agua
el
aire
pesaba
sobre sus pestañas
arrojando
las
líneas de un cuadrante
en
la arena
dpnde
el sol
dibujaba
las horas
el ejercicio
con materiales tristes
le habían otorgado
un orden melancólico
como si cenara estrellas
en el restaurante de la luna
murió
lentamente
de
amor a la vida
como
los árboles
cuando
la última estrella
se
hundía en la sangre
del
sol recién nacido
cantamos
todos
a la
orilla de la muerte
bebemos
el vino del amor
que da
la vida
a
borbotones
la
muerte
debe
de estar preocupada
el
otoño
poderoso
como un mártir
avanzaba
como un barco
cargado
de crepúsculo
estaba
tan enamorado de la vida
que
cada pétalo
era
para él
un
aniversario
hablaba
sentada
a la orilla del crepúsculo
el
amor es como una oración
que
levanta sus manos trémulas en la noche
y se
hace rocío
en el
corazón del amante
asoma
octubre
como
un viejo barco
que
anda entre las flores
los
pájaros
construyen
su cristalería
por
los jardines
el
aguaribay
teje
y desteje con el aire
tules
para la suavidad de la luna
los
hijos
son
campanas sonando
por
las calles del alma
somos
campanarios melancólicos
porque
el sonido
se nos
derrama por los campos
el
pañuelo rojo
de la florista
se ha transformado en otra flor
le volvía verdes los ojos
un pequeño jardín
que vivía un poco atrás
en su arrabal
de la florista
se ha transformado en otra flor
le volvía verdes los ojos
un pequeño jardín
que vivía un poco atrás
en su arrabal
hablaba
la gran madre
el
camino se une en sus labios infinitos
los prodigios
de la civilización
la
naturaleza áspera y hermosa
todo
esto es tuyo
y
tendrá la importancia
que tú
le vas a dar
su
valor eres
el
día
humedece
su lágrima general
en
el rocío
en
la jubilosa tez
de
la mañana
el
ánimo es un niño
que
apretará un sueño
contra
los ojos
con
el dorso de la mano
de un
pájaro muerto en la madera
nació
el violín
sus
cuerdas
son la
nostalgia
del
pentagrama del telégrafo
en el
azul
octubre
era
una mano de azahar
el
aire
rezumaba
fragancias
hasta
una
altura
que
me recordaba tu aliento
durante
toda la mañana
un pájaro
frente
a mi ventana
entonaba
sus llamados
la
luna es un broche perfecto
ajustando
al cielo
los
tonos rojizos
de
la tarde que cae
la
luna es un barco
trayendo
a popa
la
noche
cargada
como
una conquista
su
mano
en
abandonado desmayo
pulsó
una sola cuerda
de la
guitarra
fue
una estrella
que
descendió
al
pozo de la noche
el
sol es una sonrisa general
en
las hojas estremecidas
de
los árboles
mi
alma
es
el zorzal sucesivo
que
canta en todos los árboles del camino
la vida
es un acalorado regateo
en la plaza del mercado
donde solamente los locos
tienen guitarra
el poema
era tan
delicadamente triste
que la muerte
se encogió de hombros
y se alejó
cantando
el día
muere
sin
responder a mis preguntas
las
primeras sombras
se
deshojan
en mi
alma
la
primavera le temblaba en la mano
como
si temiera perderla
como
si fuera esa tristeza
que
se cuelga de los coches de plaza
como
las hojas de otoño
poemas
que
el árbol va dejando caer
se
quita la ropa
la
mañana
en la
orilla del sol
mi
vecina
transparenta
su rostro
entre
los árboles
como
dueña de la luz
el
alma
se
siente crecer para el día
sus
ojos
eran
una manifestación de guitarras
el
ocio
levantaba
glicinas en el alma
cuando
insinuó un ademán
la
rodearon las estrellas
bajo
la luna
el sauce
con las barbas en el agua
es un monje budista
meditando sobre la apariencia
mientras su imagen sumergida
medita sobre la verdad
el sauce
con las barbas en el agua
es un monje budista
meditando sobre la apariencia
mientras su imagen sumergida
medita sobre la verdad
me aturde la sinfonía del mundo
no grites tanto Dios
si bebo dos dedos
más de vino
te romperías en mi corazón
hay
que matar al tirano
le
dijeron
apareció
al otro día
con el
costado enrojecido
he
comenzado
contestó
matándolo
dentro de mí mismo
estaba
tan intensamente
triste
que
tuvo miedo que la tristeza
le
durara
más
allá de la muerte
te
persiguen las mariposas
por
los andenes
entonces
eras toda azul profundo
como
el mar en la noche
como
una palabra que pudiste decir
y
amanecía
todo
era así
el
hombre vivía rodeado
de
mentiras seculares
un
día se desmoronaron
como
paredes
y
el hombre quedó solo
como
un niño
la
higuera desnuda
es una
invocación
el
callejón
le dio
la mano al infinito
la
bruma nos funde a las cosas
con su
ternura de humedad
el sol
que trepa por las ramas
es un
creador potente
mientras
la niebla habla
esconde
medrosa
sus
lenguas azules
debajo
de los árboles
vivía
el lento edificio interior
de la palabra camarada
era dueño
de las celestes
herrerías de la aurora
Roberto Juárez soldador
trabajaba con estrellas
en la Corporación
en un
país donde el otoño
se
daba la mano
con la
primavera
tenía
el lenguaje húmedo
como
una caricia
y la
paz del alma
como
una moneda de plata
en la
mano
para
decir un solo poema
uno
solo
hay
que estar loco de belleza
vivir
y respirar
el
aire especial que desvanece los pinos
cuando
ya rindieron su gracia
los
aromos
y
las hormigas de la lluvia
transportan
la noche
en
paracaídas transparentes
Por
primera vez se presenta completa la serie de “Los poemas del gran río”. En Loco de belleza, Editorial Diario La
Capital, Rosario, Argentina, 2008.
Felipe
Aldana (Máximo Paz, Provincia de Santa Fe,
21 de febrero de 1922 – Rosario, 31 de diciembre de 1970). Foto: Jmp
1 comentario:
Que sigbificado tiene el poema "En el arpa lila del puente llora de noche al día 365 crepuscular por ser éste la muchacha entretejida peces con el cristal del agua"
Publicar un comentario