BLANCURA
¿Por qué mis pechos, abrazados con estrechez
por el corsé, parecen el alma de un salvaje?
Enfadados se arquean, belicosos, hacia el mundo,
orgullosos de su origen selvático.
¿Por qué los pechos rebeldes se convierten
en una tórtola blanca, vigilante en el corpiño de encaje,
si alguna mirada oblicua se posa, pícara, en ellos?
¿Por qué trinan en el epitalamio,
cuando los liberas y se funden en la cuenca cálida
de tus manos, para ser una miel embriagadora?
Bebes lentamente y soy toda seno.
Cuando me vacías, soy aún nada,
un cierto silencio. De él serpentea sólo la blancura,
incompleta, como todos los versos para ti.
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