FOTOS
Mi madre creció entre cosas que no amaba, que no hacían sino
aumentar su desconsuelo, el amparo de su soledad. El mundo de los otros era
hostil, pero ese calor familiar que la sostenía a veces la quemaba. Después fue
descubriendo que era ese círculo perfecto el refractario, y que el mundo y los
otros podían ser lugares habitables... O al menos eso es lo que imagino, cuando
enhebro la historia a través de tus ojos: escruto tu mirada, su cambio sutil de
una fotografía a otra, el modo en que empieza a tener brillo propio, a mirar
mas allá del ojo de la cámara, con avidez, el rostro de ese mundo nuevo y
desconocido. En las más populosas hay que buscarte entre cincuenta chicas sonriendo
a cámara: pude encontrarte sin dificultad porque tu vestido resplandece en
blanco y negro. Se te ve, definitivamente, como la chica que uno hubiera
elegido para sacar a bailar (y no hay nada edípico en esto, se los juro por mi madre).
En otras fotos no estás tan linda: fotos anteriores, de una adolescencia
difícil. Sólo más tarde vas a recuperar ese destello en la mirada que tenés en
las fotos de infancia, siempre fuera de lugar. Pero ahora abrís los ojos
desmesuradamente, con la cabeza inclinada, todo tu cuerpo ligeramente torcido,
como si aun lucharas por dominarlo. Todavía sos demasiado menuda como para hacer
algo más que colgarte el vestido, pero un par de fotos y años más adelante, ya
sonreís con todo el cuerpo, y lucís no sólo tus ojos claros y erguidos. El
abuelo, siempre junto a vos, ya no te sujeta como sosteniéndote, ahora te
estrecha con una firmeza casi imperceptible, como si temiera que te escapes
(siempre aparece junto a su mujer y su otra hija, pero es a mi madre a quien
mira en todas las fotos, como si no pudiera apresarla como lo hace con la
cámara). De niñas, las hermanas aparecen juntas, disfrazadas o con largos
overoles o en traje de baño, pero siempre de la mano. Después van creciendo
(todavía las visten y peinan igual, pero poco a poco van alejándose),
separándose íntimamente, como si cada una buscara su propia forma de pararse
(tu hermana no hace, de foto en foto, sino mejorar la misma pose de siempre: la
búsqueda de la pose más clásica, la forma más segura de agradar; mi madre, en
cambio, es sorprendida hurgándose la nariz o cayendo, y su risa y su mirada
están siempre más allá). De pronto cambiaste la pollera por el pantalón y los
zapatos de taco alto por unas botas. Tenés el pelo enmarañado, un cigarrillo en
la boca, y un libro bajo el brazo. Ya aprendiste a manejarte: estás sentada
sobre un viejo Ford, con la mirada fija en algún punto lejano, tal vez
esperando a alguien. Y luego ya no estás sola en esa llanura infinita que mirás
desafiante, y ya no tenés el pelo corto y esa expresión salvaje: Ahora me
mostrás algo (una planta o un insecto, no alcanzo a ver más allá de la foto)
mientras me sostenés contra tu pecho, y me hablás, y me contás el mundo. Y yo
aún creo ver, el mundo en tus ojos.
1996
Nicolás Prividera (Buenos Aires, 1970).
Libros de la talita dorada / Colección los detectives
salvajes
invita a la presentación del libro de poemas
“Restos de
restos” y a la avant premier del film “Tierra de padres” de:
en La Plata, 16 de agosto 18 hs. Pasaje Dardo Rocha.
.
6 comentarios:
compañero sabes donde se puede conseguir el libro en Buenos Aires?
Hola PC:
En el blog Libros de la talita dorada
están las librerías:
http://www.librosdelatalitadorada.blogspot.com.ar/
En caso de no estar aún, en breve lo distribuiremos.
Abrazo grande!
(si estás cerca de San Telmo, combinamos día y hora para encuentro y te reservo un ejemplar).
dale reservame un ejemplar y coordinamos para pasar la semana que viene dale?
pasame por mail la direccion, te parece bienel martes a eso de las 13hs?
hola Jose, hasta que hora te estas a la tarde en san telmo a ver si puedo pasar hoy
escribíme a
jmpallaoro@gmail.com
y combinamos día y hora
¿sí?
abrazo!
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