Prefería
la calma
de la tarde
al estampido
que espanta
la liebre del camino.
Quiso la libertad,
el cielo abierto,
el pájaro infinito.
Prefirió
morirse solo,
a pleno campo,
en un Otoño
de ocres que sangraban
sobre el pasto,
el río,
la ya oxidada
trampa de sus nutrias.
1980, Otoño
Lluvia breve
de carbones lentos
en torpe sarpullido
vuelan
desde el bañado
hasta el óxido
de la alambrada quieta.
Pero será en el oro
del trigo
donde habrán de caer
pesadamente
como piedras lustradas.
En “La memoria más antigua”, segunda edición (primera ed. 1982), Editorial Ciudad Gótica, 2011.
Jorge Isaías, Los Quirquinchos, Santa Fe, 1946.
Foto: Tapa. Jmp
1 comentario:
Excelentes versos; me encanta muy poético, bellas letras.
Un abrazo.
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