Cómo se escribe una guerra
EpA!, 2007
Las Islas Malvinas constituyen uno de los grandes mitos argentinos. Mito clavado en el “pechito argentino” como una escarapela en un guardapolvo. Crecimos con la frase: “las Malvinas son argentinas” sin preguntarnos, salvo algunas excepciones, cuánto de cierto había en esta afirmación. Durante la dictadura desaparecieron 30.000 militantes del campo popular, mientras una buena parte de la población seguía contrayendo los virus del chauvinismo, del patrioterismo y muchos argentinos se autoproclamaban “derechos y humanos” desde una calcomanía pegada en sus autos. Éramos los campeones del mundo. Muchos fueron los que sintieron estar un escalón más arriba que el resto de los países latinoamericanos, a la vez que se agotaban libros como Cuentos para leer sin rimmel de Poldy Bird y se esfumaban los pasajes a Uruguayana para ir a comprar manteles de papel y televisores a color. Éste era el escenario social, a grandes rasgos, en la época de la guerra de Malvinas.
El conflicto que me planteó la vuelta de Malvinas no era pasible de solución intelectual, de manera que comencé a escribir algunos poemas relacionados con la guerra. Poemas para saber. No fue un gran hallazgo de mi parte haber escrito un poema que muestra en estas islas casi simétricas la figura de dos manos. Distintas manos aparecen a lo largo de nuestra historia. Dos manos como las del escudo argentino, las manos del General Perón, aquéllas que saludaban al pueblo y que fueran luego arrancadas de su cuerpo, como fueron arrancadas las islas del territorio argentino, las manos que, con un pulgar hacia arriba, nos decían: “Argentinos, a vencer”, las manos que con un pulgar hacia abajo condenaban a un preso político a ser arrojado a las aguas del Río de la Plata. Las manos que aplaudían desde los cuatro costados de la Plaza de Mayo esta guerra absurda.
Carlos Gamerro, autor de la novela “Las Islas”, nos dice en un artículo de Página 12: “…las Malvinas pertenecen a nuestro inconsciente colectivo, que tiene mucho de sedimento de un incesante goteo ideológico que lleva generaciones, pero aun así, corresponden a nuestro lado oculto, inaccesible a la luz de la razón. Por algo la izquierda con sus pruritos racionalistas nunca ha sabido qué hacer con ellas; para la derecha en cambio, cuya relación con la realidad es básicamente irracional y paranoica, tienen un valor sin límites: lo ínfimo usurpa las proporciones del universo, como puede ilustrar el siguiente silogismo de Brito Lima: Los argentinos amamos a Malvinas. Eva Perón es la corporización de Malvinas. Yo defiendo a la Eva como si fueran las Malvinas. La guerra de Malvinas no fue una guerra anti-imperialista, si bien hay una parte de verdad en ello. A mi entender, ésta es la misma falacia que utilizó Thatcher para legitimar su guerra contra nosotros: Como nos enfrentamos a una dictadura, estamos a favor de la democracia.”
El Ejército de la “Argentina Potencia”, formado en la ideología de Napoleón, de Hitler, que implantó la Doctrina de Seguridad Nacional, el 2 de abril de 1982 pretendió ilusoriamente el reconocimiento de sus mayores por el trabajo de “limpieza” realizado contra el campo popular y por su colaboración con la Contra-revolución nicaragüense. Pero a partir de Malvinas, los países poderosos no se han enfrentado entre sí. Por el contrario, se han unido para ejemplificar al Tercer Mundo, así como a todos aquellos que se atrevan a intentar sacar los pies del plato. Luego de la caída de la dictadura, sobrevinieron políticas de “desmalvinización” y alineamiento a las grandes potencias, ejemplo de lo cual fue el ex presidente Carlos Menem cuando enviara dos tristes barquitos a pelear al lado de los ingleses en la Guerra del Golfo en la época de las “relaciones carnales”.
¿Cómo se cuenta una guerra desde la literatura? Mi respuesta es que se debería escribir del mismo modo en que se aborda cualquier otro tema, es decir, con los mejores recursos estilísticos, de retórica, de poética, sumados a la intuición que el autor emplea invariablemente. Como ejemplo, existen de hecho distintas formas de contar una guerra: los relatos de Ambrose Bierce, novelas como “Los Pichiciegos” de Rodolfo E. Fogwill (que el autor empezó a escribir antes de la rendición argentina y con ausencia del elemento épico), “Las Islas”, anteriormente citada, donde el autor relata la historia de Felipe Félix (un hacker ex combatiente que descubre que la guerra no ha terminado), los poemas de Thomas S. Elliot, Guillaume Apollinaire, Giuseppe Ungaretti, la poesía Palestina de combate, el sitio Poets Against War, que agrupa a poetas de todo el mundo en contra de la guerra de Irak y donde participa, entre otros, el poeta norteamericano Lawrence Ferlinghetti, y etc.
Al cumplirse el 25to. aniversario de la guerra del Atlántico Sur, varias publicaciones dedicaron un espacio a la reflexión sobre Literatura y Malvinas. En el número 9 de la revista Puentes, Martín Reyero sostiene: “El ámbito Malvinas ya está en nuestra literatura. Pero hay todo un espectro de voces posibles que no suena en él. Las voces de aquellos para quienes a la vez Malvinas es una batalla que no cesa y una metáfora de su tragedia. La inexistencia de esas voces resulta un problema de la literatura argentina, cada vez más proclive a generar un solo tipo de voces: las asignables a la clase media de las ciudades. ¿Cuántos ex soldados de la Matanza, Corrientes o Chaco acceden -como Felipe Félix- a una computadora? ¿Cuántos no tienen trabajo, vivienda, asistencia sanitaria, agua corriente y un largo etcétera?”
La poesía argentina también ha escrito sobre Malvinas. Quizás entre los poemas más recordados caben mencionar “Juan López y John Ward” y “Milonga del muerto” de Jorge L. Borges. En algunos artículos publicados sobre el tema se omite, seguramente por desconocimiento, el libro El viento también recuerda (Ediciones Último Reino, 1996), realizado por ex combatientes que residen en la ciudad de La Plata y prologado por Vicente Zito Lema. La característica de estos textos, a diferencia de otros tales como los incluidos en la antología Cómo los poetas les cantaron a las Malvinas (Editorial Plus Ultra, 1978), es la de huir de las prerrogativas nacionalistas y de reivindicación de la causa justa. Los poemas y relatos de El viento también recuerda nos conmueven desde otros lugares: la visión de Alejandro Villanueva que alucina a su novia Rita emergiendo entre las llamas de una fogata, o las líneas contundentes del poema “Abril nos traería” de Gustavo Caso Rosendi. Otros poetas platenses se han acercado al tema desde distintos ángulos. César Cantoni incluye a un ex soldado y sus secuelas post-Malvinas en el poema “Portal de San Ponciano” de su libro “Cuaderno de fin de siglo” (Ernesto Girard Editor, 1996): “...Hay un ex combatiente sin un brazo / vendiendo baratijas...” Por otra parte, Patricia Coto versifica la experiencia fatal de un piloto de avión en “Libro de Navegación” (Axis Mundi, 2003).
Probablemente las últimas publicaciones poéticas sobre el tema pertenezcan al periodista Carlos Giordano con su libro “Malvinas” (Edulp, 2005), y a “Soldados” de Gustavo Caso Rosendi, que contiene algunos poemas que ya han salido a la luz en diversas revistas nacionales y extranjeras -además de en algunos sitios de Internet como en poesía la plata- pero que aún no han sido editados.
Para finalizar, diría que escribí mi guerra con mis miedos, mis dudas, mi aversión al chauvinismo y mis contradicciones, pero sobre todo con mucho silencio. El silencio del cielo, imperturbable ante nuestra tragedia. “Porque la verdad necesita pocas palabras”, a decir de Gamerro y “…la mentira habla sin parar”, tal como lo hace cada 2 de abril, cuando escuchamos discursos vacíos en cada palco armado para la ocasión. Poemas y canciones que escribí con el silencio que nos debemos cada 14 de Junio. Y, citando nuevamente al autor de “Las Islas”: fecha de la derrota de la guerra y de la recuperación de la incómoda cordura de la realidad.”
EpA!, 2007
Las Islas Malvinas constituyen uno de los grandes mitos argentinos. Mito clavado en el “pechito argentino” como una escarapela en un guardapolvo. Crecimos con la frase: “las Malvinas son argentinas” sin preguntarnos, salvo algunas excepciones, cuánto de cierto había en esta afirmación. Durante la dictadura desaparecieron 30.000 militantes del campo popular, mientras una buena parte de la población seguía contrayendo los virus del chauvinismo, del patrioterismo y muchos argentinos se autoproclamaban “derechos y humanos” desde una calcomanía pegada en sus autos. Éramos los campeones del mundo. Muchos fueron los que sintieron estar un escalón más arriba que el resto de los países latinoamericanos, a la vez que se agotaban libros como Cuentos para leer sin rimmel de Poldy Bird y se esfumaban los pasajes a Uruguayana para ir a comprar manteles de papel y televisores a color. Éste era el escenario social, a grandes rasgos, en la época de la guerra de Malvinas.
El conflicto que me planteó la vuelta de Malvinas no era pasible de solución intelectual, de manera que comencé a escribir algunos poemas relacionados con la guerra. Poemas para saber. No fue un gran hallazgo de mi parte haber escrito un poema que muestra en estas islas casi simétricas la figura de dos manos. Distintas manos aparecen a lo largo de nuestra historia. Dos manos como las del escudo argentino, las manos del General Perón, aquéllas que saludaban al pueblo y que fueran luego arrancadas de su cuerpo, como fueron arrancadas las islas del territorio argentino, las manos que, con un pulgar hacia arriba, nos decían: “Argentinos, a vencer”, las manos que con un pulgar hacia abajo condenaban a un preso político a ser arrojado a las aguas del Río de la Plata. Las manos que aplaudían desde los cuatro costados de la Plaza de Mayo esta guerra absurda.
Carlos Gamerro, autor de la novela “Las Islas”, nos dice en un artículo de Página 12: “…las Malvinas pertenecen a nuestro inconsciente colectivo, que tiene mucho de sedimento de un incesante goteo ideológico que lleva generaciones, pero aun así, corresponden a nuestro lado oculto, inaccesible a la luz de la razón. Por algo la izquierda con sus pruritos racionalistas nunca ha sabido qué hacer con ellas; para la derecha en cambio, cuya relación con la realidad es básicamente irracional y paranoica, tienen un valor sin límites: lo ínfimo usurpa las proporciones del universo, como puede ilustrar el siguiente silogismo de Brito Lima: Los argentinos amamos a Malvinas. Eva Perón es la corporización de Malvinas. Yo defiendo a la Eva como si fueran las Malvinas. La guerra de Malvinas no fue una guerra anti-imperialista, si bien hay una parte de verdad en ello. A mi entender, ésta es la misma falacia que utilizó Thatcher para legitimar su guerra contra nosotros: Como nos enfrentamos a una dictadura, estamos a favor de la democracia.”
El Ejército de la “Argentina Potencia”, formado en la ideología de Napoleón, de Hitler, que implantó la Doctrina de Seguridad Nacional, el 2 de abril de 1982 pretendió ilusoriamente el reconocimiento de sus mayores por el trabajo de “limpieza” realizado contra el campo popular y por su colaboración con la Contra-revolución nicaragüense. Pero a partir de Malvinas, los países poderosos no se han enfrentado entre sí. Por el contrario, se han unido para ejemplificar al Tercer Mundo, así como a todos aquellos que se atrevan a intentar sacar los pies del plato. Luego de la caída de la dictadura, sobrevinieron políticas de “desmalvinización” y alineamiento a las grandes potencias, ejemplo de lo cual fue el ex presidente Carlos Menem cuando enviara dos tristes barquitos a pelear al lado de los ingleses en la Guerra del Golfo en la época de las “relaciones carnales”.
¿Cómo se cuenta una guerra desde la literatura? Mi respuesta es que se debería escribir del mismo modo en que se aborda cualquier otro tema, es decir, con los mejores recursos estilísticos, de retórica, de poética, sumados a la intuición que el autor emplea invariablemente. Como ejemplo, existen de hecho distintas formas de contar una guerra: los relatos de Ambrose Bierce, novelas como “Los Pichiciegos” de Rodolfo E. Fogwill (que el autor empezó a escribir antes de la rendición argentina y con ausencia del elemento épico), “Las Islas”, anteriormente citada, donde el autor relata la historia de Felipe Félix (un hacker ex combatiente que descubre que la guerra no ha terminado), los poemas de Thomas S. Elliot, Guillaume Apollinaire, Giuseppe Ungaretti, la poesía Palestina de combate, el sitio Poets Against War, que agrupa a poetas de todo el mundo en contra de la guerra de Irak y donde participa, entre otros, el poeta norteamericano Lawrence Ferlinghetti, y etc.
Al cumplirse el 25to. aniversario de la guerra del Atlántico Sur, varias publicaciones dedicaron un espacio a la reflexión sobre Literatura y Malvinas. En el número 9 de la revista Puentes, Martín Reyero sostiene: “El ámbito Malvinas ya está en nuestra literatura. Pero hay todo un espectro de voces posibles que no suena en él. Las voces de aquellos para quienes a la vez Malvinas es una batalla que no cesa y una metáfora de su tragedia. La inexistencia de esas voces resulta un problema de la literatura argentina, cada vez más proclive a generar un solo tipo de voces: las asignables a la clase media de las ciudades. ¿Cuántos ex soldados de la Matanza, Corrientes o Chaco acceden -como Felipe Félix- a una computadora? ¿Cuántos no tienen trabajo, vivienda, asistencia sanitaria, agua corriente y un largo etcétera?”
La poesía argentina también ha escrito sobre Malvinas. Quizás entre los poemas más recordados caben mencionar “Juan López y John Ward” y “Milonga del muerto” de Jorge L. Borges. En algunos artículos publicados sobre el tema se omite, seguramente por desconocimiento, el libro El viento también recuerda (Ediciones Último Reino, 1996), realizado por ex combatientes que residen en la ciudad de La Plata y prologado por Vicente Zito Lema. La característica de estos textos, a diferencia de otros tales como los incluidos en la antología Cómo los poetas les cantaron a las Malvinas (Editorial Plus Ultra, 1978), es la de huir de las prerrogativas nacionalistas y de reivindicación de la causa justa. Los poemas y relatos de El viento también recuerda nos conmueven desde otros lugares: la visión de Alejandro Villanueva que alucina a su novia Rita emergiendo entre las llamas de una fogata, o las líneas contundentes del poema “Abril nos traería” de Gustavo Caso Rosendi. Otros poetas platenses se han acercado al tema desde distintos ángulos. César Cantoni incluye a un ex soldado y sus secuelas post-Malvinas en el poema “Portal de San Ponciano” de su libro “Cuaderno de fin de siglo” (Ernesto Girard Editor, 1996): “...Hay un ex combatiente sin un brazo / vendiendo baratijas...” Por otra parte, Patricia Coto versifica la experiencia fatal de un piloto de avión en “Libro de Navegación” (Axis Mundi, 2003).
Probablemente las últimas publicaciones poéticas sobre el tema pertenezcan al periodista Carlos Giordano con su libro “Malvinas” (Edulp, 2005), y a “Soldados” de Gustavo Caso Rosendi, que contiene algunos poemas que ya han salido a la luz en diversas revistas nacionales y extranjeras -además de en algunos sitios de Internet como en poesía la plata- pero que aún no han sido editados.
Para finalizar, diría que escribí mi guerra con mis miedos, mis dudas, mi aversión al chauvinismo y mis contradicciones, pero sobre todo con mucho silencio. El silencio del cielo, imperturbable ante nuestra tragedia. “Porque la verdad necesita pocas palabras”, a decir de Gamerro y “…la mentira habla sin parar”, tal como lo hace cada 2 de abril, cuando escuchamos discursos vacíos en cada palco armado para la ocasión. Poemas y canciones que escribí con el silencio que nos debemos cada 14 de Junio. Y, citando nuevamente al autor de “Las Islas”: fecha de la derrota de la guerra y de la recuperación de la incómoda cordura de la realidad.”
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Martín Raninqueo es músico y poeta platense. Publicó El viento también recuerda (1996), Poemas al Flautista (2003), editó el C.D. Poemas (2000) junto a Gustavo Caso Rosendi e integra diversas antologías. Participó en el XV Festival Internacional de Poesía de Rosario (2007). Como músico, grabó Después del incendio (1998), Ffff (2001) y Gorrión Criollo (2007). Formó parte de dos producciones colectivas: Música de Mercociudades (1999) y Adentros (2005).
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3 comentarios:
Las personas que sentimos vitalmente necesarias, imprescindibles, trabajan en la busqueda de la belleza de todos, con máxima honradez, máxima inteligencia, transmutando los dolores mas crueles en belleza, tal el caso de Martín, de Gustavo, de Alejandro y tantos otros que quiza ni conocemos pero hacen que este terrible país nuestro merezca llamarse patria. Gracias José María por darles cobijo en este Aromito que no deja de crecer y perfumar.
¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿ "Las Islas Malvinas constituyen uno de los grandes mitos argentinos" ??????????????
Cordialmente de un poeta clase 1962
el escrito de martín es excelente. el de aprea no me resulto nada bueno, deberían esmerarse mas en las publicaciones aprea no es creíble.
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