domingo, 21 de septiembre de 2008

José María Pallaoro – La Plata, 21 de septiembre de 1976


Y yo no cambio por nada mi día de la primavera de 1976. La verdad que no. Y no me importa. Aunque puedan aparecer fotos amarillentas que corroboren lo contrario.
Yo estuve donde tenía que estar. Tratando de ser sincero. Tratando de no mentirme.
¿Te acordás? Preparamos los bolsos y la canasta con fruta, sangüchitos, la Seven-Up, el termo, galletitas y mate, la yerba, el mantel y repasadores, el destapador, los cigarrillos y los fósforos. Y nos fuimos. Para El Rincón, nos fuimos.
Recuerdo vagamente el viaje en el 503. Pero sí la larga caminata por la calle que zigzagueaba como viborita, allá, mucho más lejos del cañaveral, lejos, lejos, lejos del mundo.
"¿Dónde me trajiste", decías vos. Y nos reíamos y nos peleábamos y caminábamos para allá, lejos, lejos... No importa ya si no fue así. Importa cómo evoco ese día hoy.
Llegamos cansados. Y nos sentamos apoyando nuestras espaldas contra un árbol. (¿Casuarina? ¿Eucalipto? ¿Espinillo?) Y fumamos. Y vos hablabas y hablabas. "Nunca podés dejar de hablar", te decía. Yo te decía eso. Yo, que me encantaba escucharte, te decía, así, serio, te lo decía, y me reía por dentro.
El sol aparecía por momentos. El sol estaba. No necesitábamos sentirlo. Estaba. En nosotros estaba.
Encontramos un piso de baldositas verdes. Sólo el piso. Seguramente donde antes hubo paredes y ventanas, un cuarto y una cocina, quedaba eso, un piso irregular de baldositas verdes. Lo barrimos con una rama del árbol (¿Casuarina, eucalipto…?) y con los pies y con las manos.
"¿Dónde me trajiste?", repetías riendo y espantando los mosquitos, imaginarios o no, y sacudiendo con las manos el polvo del vaquero. Extendimos el mantel en el piso. "¿Querés mirar el cielo?"
Y ahora nuestras espaldas se apoyaban en el piso verde y nos tomamos de la mano y miramos el cielo y las nubes del cielo que el viento llevaba lejos, lejos, lejos.
Y ya no hablabas. Y yo te escuchaba. Y todo era silencio y palabra (ahora que ya sé que el silencio es el mejor compañero de las palabras).
Por eso escribo, intento escribir.
¿Sabés? Años después, no sé si en otra primavera, estaba recostado sobre el pasto del jardín de mis viejos, otra vez, mirando el cielo y las nubes que el viento llevaba lejos, lejos, y escribí, le escribí a esas nubes que pasaban, que se iban, y me vi, en otros días, en otros parques y plazas de sueños colectivos, tirado en el pasto mirando el cielo y las nubes, pensando en un hermoso día de primavera de 1976, lejos, lejos, lejos del dolor y los peligros del mundo.
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La Plata. ENSC (Escuela Nacional Superior de Comercio) General San Martín. 5º año, 5º división. Promoción 1976.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

precioso

Anónimo dijo...

impresionante, loco!, muy bueno,
fede

clara dijo...

TIERNO, IDEAL, UNICO....
GRACIAS PORQUE ENTRE TANTA GENTE FUI YO.....
GRACIAS POR COMPARTIR...
GRACIAS POR LA SORPRESA...
GRACIAS POR RECORDARMELO...

Anónimo dijo...

Muy bueno tu blog ¡Sorprendente!
Un beso , bendiciones

--
Alejandra Oviedo

Anónimo dijo...

hermoso,
gaby

Anónimo dijo...

Sobre todo: "...lejos del dolor y los peligros del mundo."

Quizas reviví otro día de la primavera.
José

Anónimo dijo...

morir en primavera

es algo muy imperdonable
es la estacion del amor
del cielo estrellado en el bosque
de los pajaros que se tropiezan entre
las rocas
porque son fragiles
es la estacion en donde la
mama perruna le da la teta a los peritos y
despues los deja `para jugar

es la estacion de un rio hermoso y una luna redonda
de dos que recien se conocen
y hacen el amor entre la tierra
y el cielo
cuyo sexo va por el aire y contagia
a gatos, perros y ancianos.
vieja
te fuiste en primavera eso no lo calculamos.

gaby de la plata