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miércoles, 30 de noviembre de 2016

Miguel Cantilo, Sólo los poetas por instinto


LAS VISTILLAS

Apacible atardecer
detrás de la Almudena
en el rincón donde mi amigo
Poni, el poeta
viene a fumar su cigarrito
a beber su cerveza.

Un poniente en el otoño de Madrid
puede sorprender al más curtido
bien por los espasmos invernales
que pretenden saltearse la estación
bien por el aroma que se inspira
en las barrancas de la morería.

Observando el puente de los suicidas
(ahora disuasivo con mamparas)
la perspectiva atrae la mirada
hacia la catedral de la Almudena.

El ángulo visual es un deleite
los árboles, las escalinatas
absorben en silencio a los paseantes
y dentro de una zona tan activa
existe este remanso
que sólo los poetas por instinto
disfrutan descubrir.


¿QUÉ BEBO?

Nadie sabe lo que beben
los que beben
por las calles de New York.

Hay una vieja costumbre
que es envolver la botella
en una bolsa marrón.

Así todo el mundo bebe
Y nadie sabe si es cola
agua, leche, birra, ron.

Es una antigua manera
de domar las prohibiciones
de beber alcohol al sol

un anónimo alegato
de quien se lleva a los labios
un secreto personal

y una regla igualitaria
pues el que bebe te frío
también embolsa su sed.

Nadie sabe lo que beben
los que beben (que son muchos)
por las calles de New York.

Las gente exhibe de todo
sus músculos, sus plegarias
su política sexual

alardea en sus tendencias
ejerce eufóricamente
su libertad de expresión

pero esconde la botella
como un símbolo sensible
del conflicto bebedor.

Nadie sabe lo que bebo
mientras escribo estos versos
en una bolsa marrón.


SIESTA EN QUEENS

Por un instante todo se detuvo
la maquinaria, el tren, la multitud
se produjo una cáscara
que empaquetó la tarde
en una jugarreta de silencio

disecó los gorjeos de un gorrión
le congeló los gestos a una ardilla
le consagró el ritual
de siesta suburbana
a esta parte de Queens.

A las tres de la tarde
recuerdo recesos madrileños
de una a cinco
todas las siestas de la hispanidad
heredadas por nuestra sudamérica

y aquí junto la locomotora
del tren capitalista de occidente
un barrio queda inerte.

Los que no están deslomándose
en Manhattan
hacen silencio aquí
o filtran remolinos de poesía.


En: Miguel Cantilo. Sitio Oficial. Miguel José Cantilo (Buenos Aires, 5 denoviembre de 1949). Músico, poeta.
“En España” (sacaron el video y puse Que sea el sol), Canciones de la buhardilla, 2014. Foto: Están María y Miguel.

sábado, 26 de noviembre de 2016

Juan Gelman, Entramos con Fidel con el Caballo


FIDEL

dirán exactamente de fidel
gran conductor el que incendió la historia etcétera
pero el pueblo lo llama el caballo y es cierto
fidel montó sobre fidel un día
se lanzó de cabeza contra el dolor contra la muerte
pero más todavía contra el polvo del alma
la Historia parlará de sus hechos gloriosos
prefiero recordarlo en el rincón del día
en que miró su tierra y dijo soy la tierra
en que miró su pueblo y dijo soy el pueblo
y abolió sus dolores sus sombras sus olvidos
y solo contra el mundo levantó en una estaca
su propio corazón el único que tuvo
lo desplegó en el aire como una gran bandera
como un fuego encendido contra la noche oscura
como un golpe de amor en la cara del miedo
como un hombre que entra temblando en el amor
alzó su corazón lo agitaba en el aire
lo daba de comer de beber de encender
fidel es un país
yo lo vi con oleajes de rostros en su rostro
la Historia arreglará sus cuentas allá ella
pero lo vi cuando subía gente por sus hubiéramos
buenas noches Historia agranda tus portones
entramos con fidel con el caballo



Compañero Comandante Fidel Castro (Cuba, 13 de agosto de 1926 – 26 de noviembre de 2016).
En: Gotán, 1962. Página 12, 2011.
Juan Gelman (Buenos Aires, 3 de mayo de 1930 – México D.F., 14 de enero de 2014). 

viernes, 25 de noviembre de 2016

Gabriel Zaid, No sé quién soy ni lo que digo


ALBA DE PROA

Navegar,
               navegar.
Ir es encontrar.
Todo ha nacido a ver.
Todo está por llegar.
Todo está por romper
a cantar.


CANCIÓN DEL SEGUIMIENTO

No soy el viento ni la vela
sino el timón que vela.

No soy el agua ni el timón
sino el que canta esta canción.

No soy la voz ni la garganta
sono lo que se canta.

No sé quién soy ni lo que digo
pero voy y te sigo.


PASTORAL

Una tarde con árboles,
callada y encendida.

Las cosas su silencio
llevan como su esquila.

Tienen sombra: la aceptan.
Tienen nombre: lo olvidan.


POUR MARX

Querida:
              Qué bien nadas,
sin nada que te vista,
en las aguas heladas
del cálculo egoísta.


TEOFANÍAS

No busques más, no hay taxis.

Piensas que va a llegar, avanzas,
retrocedes, te angustias,
desesperas.
                  Acéptalo
por fin: no hay taxis.

Y ¿quién ha visto un taxi?

Los arqueólogos han desenterrado
gente que murió buscando taxis,
mas no taxis.

                     Dicen
que Elías, una vez, tomó un taxi,
mas no volvió para contarlo.

Prometeo quiso asaltar un taxi.
Sigue en un sanatorio.

Los analistas curan
la obsesión por el taxi,
no la ausencia de taxis.

Los revolucionarios
hacen colectivos de lujo,
pero la gente quiere taxis.

Me pondría de rodillas si apareciera un taxi.
Pero la ciencia ha demostrado
que los taxis no existen.


ALABANDO SU MANERA DE HACERLO

¡Qué bien se hace contigo, vida mía!

Muchas mujeres lo hacen bien
pero ninguna como tú.

La Sulamita, en la gloria,
se asoma a verte hacerlo.

Y yo le digo que no,
que nos deje, que ya lo escribiré.

Pero si lo escribiese
te volverías legendaria.

Y ni creo en la poesía autobiográfica
ni me conviene hacerte propaganda.


ELOGIO DE LO MISMO

¡Qué extraño es lo mismo!
Descubrir lo mismo.
Llegar a lo mismo.

¡Cielos de lo mismo!
Perderse en lo mismo.
Encontrarse en lo mismo.

¡Oh, mismo inagotable!
Danos siempre lo mismo.


En: Dos siglos de poesía mexicana. Del XIX al fin del milenio: Una antología, Océano, México, 2001.

Gabriel Zaid (Monterrey, Nuevo León, México, 24 de enero de 1934).

jueves, 24 de noviembre de 2016

Ida Vitale, La emigración de las certezas


CAPÍTULO

DONDE AL FIN SE REVELA
QUIÉN FUI, QUIÉN SOY,
MI FINAL PARADERO,
QUIÉN ERES TÚ, QUIÉN FUISTE,
TU PARADERO PRÓXIMO,
EL RUMBO QUE LLEVAMOS,
EL VIENTO QUE SUFRIMOS,
Y DONDE SE DECLARA
EL LUGAR DEL TESORO,
LA FÓRMULA IRISADA
QUE CLARAMENTE
NOS EXPLICA EL MUNDO.

Pero luego el capítulo
no llegó a ser escrito.




EN QUEVEDO

Un día
se sube del polo al ecuador
                                       se baja
de los plumones de paraíso
a la artesa de sangre donde cae
la cuenta más certera

por quedarse excavando en Quevedo
querube de odios nítidos
luciferinos bríos
cómodo en las cuatro postrimerías del hombre
muerte      juicio      infierno      gloria.


RESPUESTA DEL DERVICHE

Quizás
la sabiduría consista
en alejarse si algo vibra
a nuestro movimiento
(porque la horrible araña
cae sobre la víctima)
para ver,
              refleja como una estrella,
la realidad distante.

De ese modo
la situación florece a nuestros ojos
—o pierde
               uno a uno
                              sus pétalos—
como una especie vista
por primera vez.
Y juzgaremos triste,
                             vano zurcido
que nada repara,
el dibujo trivial de nuestro gesto,
improbable amuleto
contra la emigración de las certezas.


REUNIÓN

Érase un bosque de palabras,
una emboscada lluvia de palabras,
una vociferante o tácita
convención de palabras,
un musgo delicioso susurrante,
un estrépito tenue,
un oral arcoiris de posibles
oh leves leves disidencias leves,
érase el pro y el contra,
el sí y el no,
multiplicados árboles
con voz en cada una de sus hojas.

Ya nunca más, diríase,
el silencio.



En: Antología de la poesía Hispano-Americana, Fondo de Cultura Económica, México, 1985.
Ida Vitale (Montevideo, Uruguay, 1923).

miércoles, 23 de noviembre de 2016

Derek Walcott, Domingo en las Antillas


EL DOMINGO EN W. I.

Aquellos pueblos golpeados por la melancolía del domingo,
donde duerme un perro en todas y cada una de sus ocres calles

aquellos volcanes como rocas cenicientas, o la incurable llaga
de pobreza, alrededor de cuya boca fruncida niños flacos
venden piedras amarillas de azufre

las calcinadas hojas de banano que solían bailar
el río con su lecho de botellas rotas
el cacaotal donde un pájaro cuyo grito suena verde y
amarillo y en la claridad bajo las hojas nimbadas
de llama naranjas ha olvidado su flauta

gomeros despellejados por el sol forcejeando todavía para escapar del mar

el lagarto muerto que se vuelve azul como la piedra

aquellos ríos, hilos de saliva, que olvidaron la música de ayer

aquella explanada, árida y exigua, bajo almendros marinos aún más áridos
donde los áridos ancianos se sentaron

a observar una goleta blanca encallada en el delta

y a jugar damas con los inquietos rabihorcados

aquellas laderas como tiestos rotos
aquellos helechos que grabaron sus esqueletos en la piel

y aquellos caminos que comienzan a recitar sus nombres a la hora de la víspera

menciónalos y se detendrán aquellos cangrejos dispuestos a dejar pasar una época
aquellas garzas como solteronas que dudaron de su reflejo
indagando, indagando

aquellas ortigas que esperaron
aquellos domingos, aquellos domingos

aquellos domingos cuando las luces al final del camino eran un acontecimiento

aquellos domingos cuando mi madre se quedaba en la cama
aquellos domingos cuando las hermanas se congregaban como polillas blancas
alrededor del farol de la calle

y las ciudades pasaban a nuestro lado en el horizonte


En: El reino del caimito, Grupo Editorial Norma, 1996. Traducción de Álvaro Rodríguez Torres.
Derek Walcott (Castries, capital de Santa Lucia pequeña isla de las Antillas, 23 de enero de 1930).

martes, 22 de noviembre de 2016

Tilo Wenner, Pájaro frío en la puerta, pájaro en un cielo


LAS PRADERAS

El tardío desplazamiento, un guijarro en las grandes praderas extendidas de la miel.
…"Se va para todos lados" ―las hermosas caderas
la mujer las aposenta en el desplazamiento.
     "La muerte del guijarro cuando tu miel…” y
sigue cuando la gran falta desata sus motivos inmediatos.
El cielo no pasa su color, aúllan los deslizamientos de sus gránulos
no constata si aquello merece una mirada.

He compuesto de una manera su ausencia
las caderas hermosas no tienen nada de mayor importancia.
Sentarse golpearse un poco las pestañas.
Es difícil contemplar la hermosa y ardua presencia del guijarro
en ardua disputa con las hermosas caderas
ardua y difícil horizonte
las hermosas caderas
el guijarro.
El horizonte ha enmudecido.
Verifiquemos los anuncios
la vida siempre fue
de pronto nada hace falta
¿para anunciar las hermosas caderas, el guijarro?
Ellos necesitan del desplazamiento de los anuncios
     "ahora somos esto, el resto aparte: no nos conviene"
Señálese el punto cuando el sol descubre la primera
de las estrellas
es toda la transparencia del horizonte.

     Entonces para qué se nos llama cuando ya estamos entre las cenizas más pálidas, oh esperanza, tu resistencia a cualquier resistencia: esperanza.
Pájaro frío en la puerta oblicua del verano.


VIENTOS PROPICIOS

La experiencia presenta su lado de aventura.
Lanzarse en las entrañas de la vida.
Gozar de todas las primicias.
Tocar, acariciar las partes dulces de las cosas,
perderse en las avenidas entre las multitudes.
Llenar el tiempo en conversaciones con desconocidos.
Hacer juramentos incumplibles.
¡Oh el pañuelo blanco en alto!
Ella, la de rostro fugitivo, se calza las sandalias.
Las flores de agua cantan entre las barcazas.
Latitudes y paralelos áureos.
Mitomanías erráticas.
Vorágine de pasiones presentidas.
A veces la vida es una erupción mágica, cuando todo confluye en un latido del corazón.
Llenarse los pulmones del aire enrarecido en las alturas, con oxígeno de las playas.
Días y noches de todos los países.
Auroras inéditas.
Árboles, frutos nuevos.
Abrazos y besos repetidos.
Encontrarse con el amigo de la infancia en una ciudad de nombre difícil.
Atravesar el vidrio y perderse con la recién conocida en un laberinto amoroso.
El viaje siempre tiene un lado indescriptible.
La ausencia es irresistible.
Pájaro en un cielo de paisajes cambiables.


“Las praderas” (de Magnético, 1959) y “Vientos propicios” (de Límite real, 1972). En: Antología de la poesía argentina. Selección de Raúl Gustavo Aguirre, Ediciones Librerías Fausto, Buenos Aires, Tomo 3, 1979. Foto: Jmp. Nido de hornero sacado de sauce seco y después de la lluvia, City Bell.

Tilo Wenner (General Galarza, Provincia de Entre Ríos, 3 de febrero de 1931. Secuestrado el 26 de marzo de 1976 por un comando dirigido por el comisario Luis Patti. Sus restos fueron inhumados a principio del mes de noviembre de 2009, luego de ser identificados por un equipo de antropología forense.

lunes, 21 de noviembre de 2016

Matsuo Bashō, La primavera muere


HAIKUS DE PRIMAVERA


Canción de ruiseñores:
detrás del sauce
o por la arboleda



Pega el viento
y en el sauce
la mariposa
cambia de asiento



¡Vamos, arriba!,
mariposa dormida,
¿no quieres ser mi amiga?



La vieja charca
Zambullón de una rana
Ruido de agua



Alguien se suena
y parece que se abren
las flores del ciruelo



Lo que sienten los niños
lo desconozco
¡Pero los ciruelos huelen
a ciruelos!



Bajo el cerezo: pétalos
hasta en la sopa,
hasta en la ensalada
de pescado



La noche acaba
pero al alba,
las flores de cerezo
renacen



Junto al florero de azaleas,
la mujer desgarra
bacalao seco



Agotado,
buscando un lugar para dormir,
mientras florecen las glicinas



La primavera muere
Lágrimas de pájaros
Lágrimas los ojos
de los peces



En: El Libro del Haiku, Bajo La Luna, bilingüe, 2005. Traducción: Alberto Silva. Colaboradores: Seiko Ota, Masako Kubo y Tamiko Nakamura.
Matsuo Bashō (Ueno, Akasaka, Japón, 1644 - Osaka, 28 de noviembre de 1694). Imagen: Basho, negro, City Bell 2005.

miércoles, 16 de noviembre de 2016

Juan Gelman, Poetas hábiles en la abyección



HABILIDADES

El otoño se decolora, triste,
cuando poetas hábiles
en la abyección, pisan la
poesía, su fuego,
por un puestito. Ese
crimen les cuesta vida, no
se queman en el
pulso de su voz única
y nada alcanzan a nombrar.
Triste, triste, es la cara
del manco o ciego que
deja el vacío por la nada.
El apagamiento de su música
grazna en libros torcidos.

A Marco Antonio Campos



En: Mundar (Ciudad de México, 2004-2007), Seix Barral, 2007.
Juan Gelman (Buenos Aires, 3 de mayo de 1930 – México D.F., 14 de enero de 2014).
Imagen: Sauce roto, exterior Taller Mundo despierto.

lunes, 14 de noviembre de 2016

Juan José Saer, El arte de la pintura es para mí el arte de la reducción



PENSAMIENTOS DE UN PROFANO EN PINTURA

     Reflexiono más sobre los marcos que sobre la pintura. Mi predilección: los retablos y el Vía Crucis. Entre estampa y estampa, en el Vía Crucis, está la pared vacía. No se valora en su justa medida al marco, que contiene la magia patética del sentido sin permitir que se derrame por los bordes hacia el mar de aceite de lo indeterminado. El marco nos enseña que Cristo fue crucificado, nos conserva su sacrificio y nos ahorra la confusión de sus vacilaciones, de su testarudez y de su miedo. Al marco le debemos la perspectiva, perfiles perfectos, y la victoria más sorprendente de la pintura, la abstracción concreta.
     El ordenanza del museo municipal me cree loco, porque me la paso mirando la pared vacía. Parece blanca en el sentido del rojo blanco: el rojo, símbolo del calor y de la pasión, se vuelve invisible a fuerza de abundancia y de exceso. Tanto sentido junto se neutraliza y enceguece y entonces nos parece indigno mirar. ¿Cómo explicarles una cosa semejante a mis amigos pintores? Todo cuadro se me presenta como una pared blanca que ha sido atenuada, disminuida. La palabra cortada también puede servir, como cuando la usamos para decir que se corta el vino con agua. Por lo tanto, el arte de la pintura es para mí el arte de la reducción. Honremos el marco, porque saca de lo uniforme la variedad de la pasión. El arco iris reina en el cielo por un momento y después se va, al atardecer, en los brazos de una noche más negra y más pareja que el fuego.


De: Argumentos (1969 – 1975). En: La mayor (1976), CEAL, 1982.
Juan José Saer (Serodino, Santa Fe, 28 de junio de 1937 – París, 11 de junio de 2005). Imagen: Pared blanca. Jmp

domingo, 13 de noviembre de 2016

Pablo Neruda, Una lluvia color de bronce


EL GRAN ORINADOR

El gran orinador era amarillo
y el chorro que cayó
era una lluvia color de bronce
sobre las cúpulas de las iglesias,
sobre los techos de los automóviles,
sobre las fábricas y los cementerios,
sobre la multitud y sus jardines.

Quién era, dónde estaba?

Era una densidad, líquido espeso
lo que caía
como desde un caballo
y asustados transeúntes
sin paraguas
buscaban hacia el cielo,
mientras las avenidas se anegaban
y por debajo de las puertas
entraban los orines incansables
que iban llenando acequias, corrompiendo
pisos de mármol, alfombras,
escaleras.

Nada se divisaba. Dónde
estaba el peligro?

Qué iba a pasar en el mundo?

El gran orinador desde su altura
callaba y orinaba.

Qué quiere decir esto?

Soy un simple poeta,
no tengo empeño en descifrar enigmas,
ni en proponer paraguas especiales.

Hasta luego! Saludo y me retiro
a un país donde no me hagan preguntas.


De: Defectos escogidos, 1974. En: Los dados eternos y otros poemas. Girondo, Neruda, Vallejos y otros, CEAL, 1983.
Pablo Neruda (Ricardo Eliécer Neftalí Reyes Basoalto), Chile, 12 de julio de 1904 – 23 de septiembre de 1973. Imagen: Vincent Van Gogh.

martes, 8 de noviembre de 2016

Julio Castellanos, Esa mujer puede tener una idealidad de ficción


TALITA EN LAS ALTURAS

I

Creo que a todos o a casi todos
alguna vez nos ocurre: una mujer
se nos atraviesa entre la carne
y allí encuentra su lugar de vivir, su lugar
desde donde supurarnos todo
lo que no nos da, porque el dar es imposible
excepto en la ilusión enloquecida del ensueño.
Nada más alejado de lo real
que lo que creemos nuestra vida, nada más
vano que el deseo que no proyecta ningún cuerpo.
La borrosidad se acumula
en rincones sordos, escondida
en ángulos pretéritos y agudos
a los que no llegan los dedos y no llega tampoco la mirada.
Esa mujer atravesante es un no ser que no cesa, acaso lo único
que uno quiere vivir para que alguna vez acabe,
aunque en su acabamiento nos suceda agonizar
como una flor arrancada de la tierra.
Esa mujer puede tener una idealidad de ficción:
por ejemplo la de ser un equívoco, poético, ondulado
que en su viaje parte de la nada
y sobre el vacío va hacia la nada

II

Inutilidad de lo bello, es el viaje de Talita por sobre un tablón,
en rigor, dos tablones torpemente unidos.
Talita, cubierto apenas su cuerpo
por una bata de baño flotante contra el cielo,
recorre su rayuela, su viaje sin por qué y sin dónde,
casi desnuda y en sus manos
un paquete de yerba y unos clavos de destino incierto.
Ella es un viaje nuestro,
una patria nuestra, una imagen
inserta en la hondura más propia.
Es talita, besada y besante equivocada,
 de alguna manera presencia en toda mujer
que alguna vez amamos y en el amor que perdimos.
Que entrevista en el confuso amar desconocemos.


BEATRICE

Aunque la eternidad no exista,
sé que en algún lugar de la eternidad
podré encontrarte.


     A fines de octubre visita City Bell el poeta, editor y librero Antonio Moro. Se queda, por una noche, en mi taller. Dialogamos, desde el atardecer, de cosas del mundo, de poesía. Deja su último libro editado, de Julio Castellanos, y escribe: “… este árbol de la poesía admirada, un destino de lector que se repite en mi vida, ojalá lo frecuentes”.
En: Naranjas amargas, El Espejo Ediciones, 2016.
Julio Castellanos (Córdoba, 1947). Foto: Naranjas, City Bell, José María Pallaoro.

lunes, 7 de noviembre de 2016

Antonio Moro, El testigo que solo habla


II

     ¿Será un mirlo
dando voces al sortilegio nocturno?
¿o ancianos carolinos están silbando la noche?

¡Cuánto aliento abanica un árbol!

La muerte no es muerte
                                  sino mudanza
y el silencio del mirlo muda conmigo.

¿Compartirá con un extraño
que cruje el ripio del camino?

Contemplo el valle de este nuevo mundo
con la fugacidad de mi cuerpo.

¿Es la madera quien pregunta?
¿Anunciará el mirlo nuestro despertar?

     No hay cazadores esta noche,
déjate fluir a ciegas,
       en el impulso entrega como el justo
lo que él posee sin saberlo,

                              una ausencia de soberbia
y la pródiga humildad del paciente
que nunca abandona,
                                       mas deja
al mundo crecer en su nido,
donde la galaxia barre con estrellas
no tan fugaces como el pensamiento
esforzado en interpretar la existencia
de un pájaro que llama, canta,
anticipa los fuegos que viajan
en el árbol de la noche
escribiendo la muda carne
del testigo que solo habla.




9.10.16 “(...) celebrando ya sea el café o la charla apasionada, con el cariño flotando, con nuestras palabras y compromiso cotidiano… Antonio”.
En: Otra sombra en el árbol, Ediciones Letras y Bibliotecas Córdoba, 2013.
Antonio Moro (Córdoba, 1955). Foto: Tapa de libro y jmp, City Bell, 11/16.

viernes, 4 de noviembre de 2016

T. S. Eliot, Las almas húmedas de las sirvientas


MAÑANA EN LA VENTANA

Hay un tintinear de platos del desayuno en las cocinas del subsuelo,
y por las aceras pisoteadas
descubro las almas húmedas de las sirvientas
brotando melancólicamente desde las entradas del servicio.

Pardas oleadas de niebla lanzan hacia mí
desde el fondo de la calle rostros contorsionados,
y arrancan de una viandante con la falda enlodada
una vacua sonrisa que revolotea por el aire
y se desvanece a la altura de los techos.

MORNING AT THE WINDOW
They are rattling breakfast plates in basement kitchens,     
And along the trampled edges of the street          
I am aware of the damp souls of housemaids        
Sprouting despondently at area gates.      

     The brown waves of fog toss up to me        
Twisted faces from the bottom of the street,        
And tear from a passer-by with muddy skirts         
An aimless smile that hovers in the air     
And vanishes along the level of the roofs.


TÍA HELEN

Miss Helen Slingsby era mi tía solterona
y habitaba en una casita cerca de una plaza elegante
atendida por sirvientes en número de cuatro.
Pues bien, cuando murió hubo silencio en el cielo
y silencio al final de su calle.
Fueron cerrados los postigos y el de la funeraria limpióse los zapatos:
era consciente de que cosas de este tipo ya habían sucedido antes.
El testamento tuvo en cuenta generosamente a los perros,
pero poco tiempo después también murió el loro.
El reloj de Dresden en la chimenea continuó su tictac,
y el lacayo sentóse en la mesa del comedor
estrechando sobre sus rodillas a la segunda criada,
que en vida de su señora fuera tan discreta.

AUNT HELEN
Miss Helen Slingsby was my maiden aunt,
And lived in a small house near a fashionable square
Cared for by servants to the number of four.
Now when she died there was silence in heaven
And silence at her end of the street.
The shutters were drawn and the undertaker wiped his feet-
He was aware that this sort of thing had occurred before.
The dogs were handsomely provided for,
But shortly afterwards the parrot died too.
The Dresden clock continued ticking on the mantelpiece,
And the footman sat upon the dining-table
Holding the second housemaid on his knees-
Who had always been so careful while her mistress lived.


En: Retrato de una dama y otros poemas. Versión y notas por Alberto Girri y Enrique Pezzoni. Corregidor, 2007.
Thomas Stearns Eliot (1888 – 1965).
NOTAS: “Mañana en la ventana”: Evocación, al decir del mismo Eliot, de uno de los miles de cuadros penosos que ofrece el mundo contemporáneo. (El poema, 1916) combina hábilmente en su brevedad la precisión objetiva con la sugerencia irónica, sugerencia cuyo efecto se basa en que los epítetos utilizados tanto califican la escena observada cuanto la mirada del observador.
“Tía Helen”: integra un grupo de poemas juveniles (1915). (En este poema el) humor se manifiesta con referencias a objetos, costumbres, que pintan un carácter, y sus consiguientes avatares cuando la dueña de casa se muere, expuestos mediante antítesis.
Imagen: Eduardo Sivori, “El despertar de la criada”, 1887.

miércoles, 2 de noviembre de 2016

Alberto Szpunberg, Como el mundo nunca ha sido



Juraría 12 que la mano de la muchacha perlada de gotas aún se estremece
y llueve sobre el mundo –“tan joven, tan joven”- como el mundo nunca ha sido.

-sucio infinito de puro cansancio –suspira el profesor de Geografía-: el cielo;
-amarillo sediento: las pampas húmedas;
-amarillo sediento y hambriento: los habitantes de las pampas húmedas;
-montoncitos de cruces: las rebeliones vencidas de una vez y para siempre…

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12 Ahora es tarde para cubrirse el rostro
abierta la ventana a la bendición de la lluvia,
hasta las macetas olvidadas hace tiempo
huelen a tierra, tierra infinita, la nunca transitada,
la que querrían nuestros huesos para abrigarse.



En: Notas al pie de nada ni de nadie, Bajo La Luna, Buenos Aires, 2007.
Alberto Szpunberg (Buenos Aires, 1940).
Imagen: Dedicatoria en libro.