PENSAMIENTOS DE UN PROFANO EN
PINTURA
Reflexiono más sobre los marcos que sobre
la pintura. Mi predilección: los retablos y el Vía Crucis. Entre estampa y
estampa, en el Vía Crucis, está la pared vacía. No se valora en su justa medida
al marco, que contiene la magia patética del sentido sin permitir que se
derrame por los bordes hacia el mar de aceite de lo indeterminado. El marco nos
enseña que Cristo fue crucificado, nos conserva su sacrificio y nos ahorra la
confusión de sus vacilaciones, de su testarudez y de su miedo. Al marco le
debemos la perspectiva, perfiles perfectos, y la victoria más sorprendente de
la pintura, la abstracción concreta.
El ordenanza del museo municipal me cree
loco, porque me la paso mirando la pared vacía. Parece blanca en el sentido del
rojo blanco: el rojo, símbolo del calor y de la pasión, se vuelve invisible a
fuerza de abundancia y de exceso. Tanto sentido junto se neutraliza y enceguece
y entonces nos parece indigno mirar. ¿Cómo explicarles una cosa semejante a mis
amigos pintores? Todo cuadro se me presenta como una pared blanca que ha sido
atenuada, disminuida. La palabra cortada también puede servir, como cuando la
usamos para decir que se corta el vino con agua. Por lo tanto, el arte de la
pintura es para mí el arte de la reducción. Honremos el marco, porque saca de
lo uniforme la variedad de la pasión. El arco iris reina en el cielo por un
momento y después se va, al atardecer, en los brazos de una noche más negra y
más pareja que el fuego.
De:
Argumentos (1969 – 1975). En: La mayor (1976), CEAL, 1982.
Juan
José Saer (Serodino, Santa Fe, 28 de junio de 1937 – París, 11 de junio de
2005). Imagen: Pared blanca. Jmp
"Blanco sobre blanco" de Malevich
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