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miércoles, 28 de junio de 2017

Saúl Pérez Gadea, Un mudo triste, donde el cinismo crece


CARTA A LA MADRE

Madre querida: te escribo en esta noche
lejos del mar y cerca de los hombres.
La ciudad como siempre se mueve en torbellino,
y en sus muros, América rompe olas de sangre.
Madre, hay viejos traidores que invocan a las masas
y poetas que mueren de pobres soledades:
se les mata de noche o se les deja ciegos
en medio de las luces de nuevas primaveras.
Estoy confuso, madre. Algo que yo creía
firme como la roca, se me escapa en la sombra,
íntimas cercanías se me vuelven lejanas.
Escucho andar los hombres con millones de pasos;
el petróleo chorrea sobre la faz del mundo.
Y mil enormes frisos de brillantes aceros
mueven furias y espadas, mueven cascos y espantos.

Madre, del viejo mundo con olor a pesebre,
de la ternura límpida del río comarcano,
llegan sólo recuerdos.
Un viento como punta desgarra las raíces;
negras banderas cuelgan; en cada espacio cabe
la estatura de un muerto.
Una bala gotea, una espina se clava
y una vida en virutas de fuego se derrama.
Sobre el hueco del mundo van cayendo
pesadillas nocturnas, cataclismos,
laberintos sombríos.
Todo es la locura organizada.

Los rascacielos matan, matan hombres,
matan flores y casas y recuerdos.
Los hombres y mujeres se unen y desunen
como sucias barajas.

Este es un mudo triste, donde el cinismo crece,
y su sonrisa fría de labios apretados,
aparece en la prensa, se escucha en la radio.
Este es un mundo triste, goyesco y arrumbado.
Madre, hasta la luna, como un reloj de hielo
desmenuza la noche sobre los campanarios.
Nadie duerme y espera, nadie ama ni sueña.
Chorrea la neblina, se derriten los árboles.
Cascarones de sombras se extienden por el llano;
por ese llano inmenso, polvoriento y lejano
van pasando los mitos.
Moisés cubierto todo
por un enjambre negro;
Júpiter sin corona;
Jesús desenclavado.

Es una historia triste, que te escribo de noche.
Desde una calle fría llega la voz de un tango.


ESTOY SOLO

Caliente como un llanto, la tarde gris de plomo
extiende su alameda junto a mi ser cansado.
En mi casa no hay eco que no te reconstruya,
en mi casa no hay sitio que tú no hayas tocado.

Cuelgan hojas oscuras, la calle aquí se apaga.
De un lado de la lluvia emerge el campanario.
Estoy solo. Estoy solo. Cruzan delante mío,
como un film polvoriento,
todas tus actitudes
y tu vestido blanco.

He tomado la lluvia con mis manos abiertas.
Un aire oscuro, oscuro, toca mi sien, mojado.
Cuelgan hojas oscuras del vidrio neblinoso;
la tarde y tú se juntan detrás del campanario.


MIRO MI ROSTRO

Miro mi rostro que está envejeciendo.
Mi voluntad se ha muerto.
Miro mi rostro y pienso.
Por las calles del pueblo
cae la noche en goteras.
(En este pueblo oscuro
nunca sucede nada).
Miro mi rostro, miro
mis manos, miro
mi corazón y espero.
Hastío, las paredes
pegadas a mi hastío;
y la lámpara eléctrica
en el calor del aire,
y la chorreante lágrima
de una ventana abierta.
Miro mi rostro amargo;
siempre es la misma y mía
la eterna luz, la eterna calle fría;
el pasto sobre el polvo
y el polvo está en sí mismo.
Miro mi rostro que está envejeciendo.
(Mis tías me preguntan
si no me caso o viajo).
Miro mi rostro y nada, miro mi rostro
y sigo.


CANSANCIO

Cansancio. Cómo suena este nombre
vertical y de vela consumida.
De siesta ardiente y en un pueblo oscuro
viendo subir la noche calle arriba.
Ahora sí se elevan desde el polvo
los baldíos poemas prometidos.
Se pasean mujeres que son humo
tragando el aire de la plaza fría.
Y acá sobre la curva del planeta,
al borde del tejado,
sobre las sombras de las mismas piedras,
como una lluvia mansa que desgasta,
se extiende y cae el alba prometida.
Cansancio. Cómo decir tu nombre,
escribirlo en el muro con un clavo,
grabarlo sobre el hueso del sonido
o el barrote de cal,
a sangre viva.
Esperar a que cabe el cielo raso
y a que el sexo marchito
frío se suicide.
Cansancio. Siento crecer en mí,
sobre mi tumba, el pasto seco
y el final olvido.


Estos poemas aparecieron en febrero de 1975 en la revista montevideana Nexo. Los extraje de la Colección de poesía rosarina El Búho Encantado, hoja nº 7, abril de 1980.
Saúl Pérez Gadea nació en la ciudad de Paysandú, Uruguay, en 1929, y murió en Montevideo en 1969. Foto: Jmp

martes, 27 de junio de 2017

Juan L. Ortiz, No estás debajo de la mesa, mi amigo


NO ESTÁS…


No estás debajo de la mesa,
no estás en la terraza,
no estás en la cocina,
no andas debajo de los árboles.
Pero veo tu sombra, mi amigo,
tu fina sombra mirándome.
Ah, mirándome,
con esa mirada tuya, melancólica
pero dulcemente feliz
de sentir en tu ser
la onda de la mía…

Los dos, unos momentos,
nos mirábamos antes
hasta que me turbaba
la sensitiva luz
de yo no sé qué llanto
de plenitud
que aparecía en tus ojos,
ganaba tu actitud
alargada
y te hacía un pálido
misterioso fondo…

Y así eras un alma
antigua
en su mismo éxtasis fiel
hasta el nivel de otra alma…
Y a su vez esta alma
se bañaba
en tu gracia lejana
como en los puros signos
del espíritu
ya iluminándose…


NO ESTÁS…
No estás debajo de la mesa
para envolverme en el hálito
de tu armonía dormida:
el sueño del impulso
mismo
en sus líneas aladas
hacia prados invisibles
pero que llenaban
de no sé qué brisa verde
la pieza…
y las hierbas se despertaban
y la mañana era de pies ligeros
y la tristeza era de pies ligeros…

Temblaba tu calor,
y la soledad de dos
tenía un sobresalto
de fuego suave…
no más el frío inexplicable,
no más la sombra inexplicable,
no más el abismo inexplicable...

No estás debajo de la mesa, mi amigo…


NO ESTÁS…
No estás en el sol tibio
conmigo…
Chispas del azul etéreo
encendían dulcemente, y las fundían en él,
las ideas fáciles del aire, de las hojas, de los trinos,
en que mi pensamiento flotaba…

Me mirabas, medio fascinado,
los ojos vencidos por igual
delicia radiosa,
y éramos una sola alma agradecida
a un mismo dios transparente:
criaturas gemelas de este dios,
humildes llamas de este dios…

No estás en el sol tibio conmigo, mi amigo…


Y AY!...
Y ay, no bajas la escalera
como en los últimos tiempos,
con tus ziszás deslizados…

A veces, ay, caías contra mi propio corazón…

No bajas la escalera,
y sin embargo
yo ya sentía entonces que bajabas
hacia las pálidas raíces
y que mis brazos eran débiles
contra tu descenso rápido, rápido,
en su indecisa lentitud.

No podía detener tus días
en los ámbitos de tu adoración, familiares
a la presencia amada y a su aura,
con su fluido secreto, y las líneas
visibles e invisibles que debían repetirla…

Oh, si después de la ceniza
el cariño por ahí esperara…
¿Qué oídos para oír tu aullido solo
más allá de la luz y de la sombra?
Y yo llegara al fin a encontrarte en algún cielo del amor,
tú ya rápido hacia mí por el imposible otro perfume, llorando,
y jugáramos los dos, luego, por las infinitas hondonadas,
sobre el rocío eterno de las gramillas eternas…

Si nos halláramos, después, mi amigo, en algún círculo fiel,
fluidos sólo quizás de una adhesión perdida
que no se habría cansado, allá, de preguntar a los aires…



De: La brisa profunda, 1954; en Obra Completa, Centro de Publicaciones, Universidad Nacional del Litoral, Santa Fe, Argentina, 1996.
Juan Laurentino Ortiz nació el 11 de junio de 1896 en Puerto Ruiz, cerca de Gualeguay (Entre Ríos), ciudad donde vivirá hasta 1942 cuando se muda a Paraná. Murió el 2 de septiembre de 1978. Foto: Jmp

lunes, 26 de junio de 2017

Macedonio Fernández, Es una pena que a un autor le quiten un público que no sabe que escribe mal


EJERCICIOS DE CORDIALIDADES…


     Ejercicios de cordialidades.
     Había una vez una establecida luna de miel que no fue eterna entre autor que escribía mal y lectores que no lo sabían.
     ¿Importaba algo que aquél escribiera mal si no había de saberse?
     Pues bien, a esta placidez de candor le tiraron una piedra. Ese retazo de público inocente lo abandonó; buscó otro autor. ¿Pero dónde encontrar hoy quien escriba mal, si el escribir bien es lo primero que hace el principiante y lo aprende en tres o cuatro meses?
     Es una pena que a un autor le quiten un público que no sabe que escribe mal.
     El “escribir bien” es hoy lo que era antes la “buena letra”. Abunda tanto que se le huyó, y si no le huimos es porque el sueño nos atontó.
     El habitual lector que encuentra alguien que escribe mal hoy, no encuentra otro, y en cambio son innumerables en toda América los que escriben bien. Hasta en Francia ya, creo, se está en un “escribir bien” nuevo, distinto del que se usaba antes. ¿Para qué éste cambio?



En: Cuadernos de todo y nada, Corregidor, 1972, primera edición.
Macedonio Fernández (Buenos Aires, 1 de junio de 1874 - 10 de febrero de 1952). Foto: Jmp

domingo, 25 de junio de 2017

Lou Reed, Un libro de magia en un tacho de basura


SUCIO BULEVAR

Pedro vive junto al Hotel Wilshire
Mira desde una ventana sin cristal
Las paredes son de cartón
El suelo de diarios
Y su padre le pega porque está demasiado cansado de mendigar
Tiene nueve hermanos y hermanas
Han crecido de rodillas
Y es difícil correr cuando una percha te pega en los muslos
Pedro sueña con ser mayor y matar al viejo
Pero tiene pocas probabilidades, se va al bulevar

Este cuarto cuesta 2.000 dólares al mes
En serio, es verdad
En algún lugar el dueño se mea de risa en los pantalones
Aquí nadie sueña con ser médico ni abogado ni nada
Sueña con traficar en el sucio bulevar

Tráeme tus hambrientos, tus cansados, tus miserables, que me meo en ellos
Eso es lo que dice la Estatua de la Intolerancia
Tus pobres masas hacinadas: a garrotazos hasta matarlas
Acabaremos con ellas y las tiraremos al bulevar

Afuera la noche brilla, en el Lincoln Center representan una Ópera
Y las estrellas de la farándula llegan en limusina
Las luces de los focos iluminan el horizonte recortado de Manhattan
Pero en las calles miserables las luces están apagadas

Hay un niño junto al Lincoln Tunnel
Vende rosas de plástico a un dólar la flor
El embotellamiento de tráfico llega hasta la calle 39
Las putas de la tele invitan a los polis a una chupada

Y de regreso al Wilshire, Pedro se sienta a soñar
Ha encontrado un libro de magia en un tacho de basura
Mira los dibujos y levanta la vista al techo destrozado
“Cuando cuente tres –dice– quisiera desaparecer y volar, volar lejos…”







Escucho Lou Reed. Pienso en Basho (hermoso, se nos fue poco después de las 11 a.m. del viernes).
En: Lou Reed. Atraviesa el fuego. Todas las canciones, Mondadori, 2000. Traducción de Javier Calvo y Cruz Rodríguez Juiz. Del elepé New York, 1989. “Dirty Blvd”, lado 1, tema 3.
Lou Reed (Brooklyn, Nueva York, 2 de marzo de 1942 – Southampton, Estado de Nueva York, 27 de octubre de 2013). Foto: Jmp.

lunes, 19 de junio de 2017

Edgar Bayley, Vas a ordenar por fin tu cabeza


NUESTRO PAÍS

nuestro país es éste
es otro
entre ambos mundos
entre corrientes
miro hacia el mar
me acompaña el viento
miro a lo lejos
hacia afuera

el sol sobre la arena
y las gaviotas
más cerca de nosotros
que las palabras o la memoria

de manera que miro
pongo en orden al mar
dentro de mí

el mar no recomienda nada
no nos advierte
no persigue ni absuelve

yo no busco frente al mar
una salida
no quiero ser llamado
y tirando hacia abajo
me voy haciendo arena
sin nombre
hago mi camino
unos pasos
ando


CUALQUIER VENTANA

vas a ordenar por fin tu cabeza
hablar claro entender entenderte
vas a tener revelaciones
en tus manos
vas a comprender por fin
en la oscura mañana
la libertad de no esperar
de no culpar ni disculparte
vas a ocupar con el mismo interés
cualquier ventana
harás tuyo por fin cualquier paisaje
la voz que tengas ese día





En: El día, Ediciones del Mediodía, 1968.

Edgar Bayley (Buenos Aires, 1919 – 1990). Foto: Jmp

viernes, 16 de junio de 2017

Raúl Scalabrini Ortiz, Un hombre distinto



El río del borde doblaba los juncos y mis ojos
cuando este consuelo de palabras se anunció:

Y el agua iba
Y el agua va
Y el agua irá

En su fugacidad cobijo
Mi salvación de olvido

Sin ser el mismo
Y sin dejar de serlo

Como el agua fui
Como el agua voy
Como el agua iré



Sentado frente a su café
era en la noche un hombre distinto.

Un gran silencio se consume
en palabras sin sangre que se aplauden.

Una luz muy neta se disipa
en los ciegos ojos del mirar del día.

Una quietud muy honra se perturba
en el frenético latir de la ambición.

Un ceñido cariño se disuelve
en el perverso amor que te consuela.

Centrado en sombras, el ya sin nada
su vida fermenta en la reserva.

Mosto nuevo de un placer por nadie conocido,
un exceso de vida lo sofoca.

El perdido silencio lo sostiene.
La humildad de la tierra lo  solivia.

Hombre semilla, de la ventura germen,
en el rostro de otros tiene un rostro.



     “Estas devociones brotaron en el transcurso de los últimos veinte años de mi vida, de 1926 a 1946, con el ritmo espontáneo y vitalmente ineludible con que combo el pecho para respirar.
     Constituyen una testificación fundamental de mi fe en los hombres de mi tierra, y son un aporte al desbrozamiento de las falsas perspectivas que enmarañan su destino histórico. (…)” RSO
En: Tierra sin nada, tierra de profetas. Devociones para el hombre argentino (1926-1946), Editorial Lancelot, 2009.

Raúl Scalabrini Ortiz (Ciudad de Corrientes, 14 de febrero de 1898 - Buenos Aires, 30 de mayo de 1959). Foto: Jmp

miércoles, 14 de junio de 2017

Daniel Gayoso, La endecha para bien dormir


DAR FE


     Doy fe de la unción por los escondites. Ah ésta, mi gruta para un cuerpo fantasma. Cerca los ojos de la piedra y, más, el aliento. Piedra azul y angelada, ya brumosa. A salvo, a salvo. Casi un ángel velando su décima luna. Vacía, donde mal venido y madre precian el coraje. Ahora, y en las grutas que la añoren, y en su vientre final, que peor el lago bajo un piélago.

     Doy fe de la paz, sin saber que sabía. A salvo, a salvo. Y en estrecha abertura, visos de celaje, vaivén de pétalos. Las noticias del mundo. Pero, ¿había un Afuera? O la magia: Parpadeo y me olvido. Al hombro la morada invisible. Fortuna y cruz. Mira en los ojos la sonrisa del agobio si derramo el vino. Allí, conmigo y Dios, Ella y su niño me era dado soñar la vida. Ramo de murmullos, ofrenda que alumbraba.

     Y doy fe del exilio. De que el viejo Sello fue abierto cuando otro, mendaz, se cerraba para mí. Y no -clamé- yo no vivo sin extraviarme. Pero labios mordientes alzaron sombras de palabras. Y entonces estalló mi escudo, el invicto en leyendas. ¿Gloria, bautismo de fuego, verdades? Nada por doquier. Aire ajeno y desalmado. Y dónde mi roca imaginaria; dónde el escondite, vientre o tumba. Y qué haré de mi día esta noche. Y cuál me dirá la endecha para bien dormir.

     Estoy de pie, solo, entre las ruinas; siquiera recuerdo el nombre antes impuesto. Dios es mi juez… Pero será otro dios, recién nacido.        





Poema inédito. Daniel Gayoso (Buenos Aires, 1957). Foto: Jmp

martes, 13 de junio de 2017

Anaïs Nin, Qué divertido sería que papá y yo nos casáramos


DOMINGO POR LA NOCHE


     Qué divertido sería que papá y yo nos casáramos. ¡Él no podría engañarme, ni yo a él! Vendría a casa y me diría, como le dijo una vez a Maruca cuando ella le preguntó dónde había estado: “Pues, vengo de estar en los brazos de una hermosa rubia”. Maruca rió, no le creyó, mientras que yo reconocería una de mis confesiones risueñas que nadie se toma en serio, como esa tarde que le dije a Ana María: “¡Hugh no te ha invitado a cabalgar probablemente porque su mujer está celosa y no se lo permite!”. (Lo cual era cierto, pero Ana María rió incrédula.) Pero dudo de que reiríamos alegremente, como deberíamos. ¡A papá no le gustaría que le hicieran sus propias bromas!
     Se me hace que papá le hace el amor a Jeanne mientras yo me acuesto con Henry. Los dos anhelamos un final para nuestra carrera como amantes: ¡un final ideal, un sueño de fidelidad! Pero es puro humo.
     ¿Quién será el primero en confesar la verdad?
     ¡Se necesita mucho coraje para confesar esas verdades, porque uno teme las represalias!
     Apenas uno se hace fuerte, debe aceptar las consecuencias. Nadie siente compasión por los fuertes y valientes. La gente los combate. (Nadie se apiadó de June.) Hoy soy más fuerte, por lo tanto me tratarían con menos consideración.



En: Incesto. Diario no expurgado, 1932-1934, Emecé, 1995. Traducción: Daniel Zadunaisky.
Anaïs Nin (Francia, 21 de febrero de 1903 – EEUU, 14 de enero de 1977). Foto: Jmp

lunes, 12 de junio de 2017

Saint John Perse, Poesía para aplacar la fiebre


Y VOSOTRAS, MARES…
3

     Poesía para acompañar la marcha de un recitado en honor de la Mar.
     Poesía para asistir al canto de una marcha en el circuito de la Mar.
     Como la empresa de dar vueltas al altar y la gravitación del coro en el circuito de la estrofa.

     Y este es un canto de mar como jamás fue cantado, y es la Mar en nosotros quién lo cantará:
     La Mar que en nosotros llevamos, hasta la saciedad del soplo y la peroración del soplo.
     La Mar, en nosotros llevando su ruido sedoso de alta mar y la dádiva de su gran frescura por el mundo.

     Poesía para aplacar la fiebre de una velada en el periplo del mar. Poesía, para mejor vivir nuestra velada en la delicia de mar.
     Y éste es un sueño en mar como jamás fue soñado y es la Mar en nosotros quien lo soñará:
     La Mar, en nosotros tejida, hasta sus zarzales de abismo, la Mar, en nosotros tejiendo sus grandes horas de luz y sus grandes pistas de tinieblas-

     Toda licencia, todo nacimiento y todo arrepentimiento, ¡la Mar, la Mar! a su aflujo de mar,
     En la afluencia de sus burbujas y la sabiduría infusa de su leche, en la ebullición sagrada, ¡ay!, de sus vocales -¡las santas hijas! ¡las santas hijas!-
     La Mar misma toda espuma, como Sibila en flor sobre su silla de hierro…



En: Señales de mar, Sur, Buenos Aires, 1961 (Gallimard, 1957). Versión: Lisandro Galtier.
Saint John Perse (Marie-René Auguste Alexis Léger, nacido en Guadalupe, colonia francesa de las Antillas, el 31 de mayo de 1887 –  Giens, Francia, 20 de septiembre de 1975). Foto: Jmp

martes, 6 de junio de 2017

Saint John Perse, Todos los pájaros de la misma fauna


PÁJAROS
12

     …Estos son los pájaros de Georges Braque: más cerca del género que de la especie, más cerca del orden que del género, dispuestos para reunir en un mismo rasgo el tronco materno y el avatar, jamás híbridos y sin embargo milenarios. Llevarán, como justa nomenclatura, esa repetición del hombre cuyo tipo elegido como arquetipo los naturalistas se complacen en honrar: Brachus Avis Avis…

     No son grullas de la Camarga ni gaviotas de las costas normandas, garzas de África o de la isla de Francia, milanos de Córcega o Vaucluse ni torcases de los desfiladeros pirenaicos, sino todos los pájaros de la misma fauna y de la misma vocación que son el sostén de una nueva casta y un antiguo linaje.

     Por muy sintéticos que sean, son de primera creación y no siguen el curso de ninguna abstracción. Tampoco han formado parte del mito y de la leyenda, y, rechazado como todo su ser esa carencia que es el símbolo, no reemplazan a ninguna Biblia ni a ningún ritual.

     No han alabado a los dioses de Egipto o de Elam. No están con la paloma de Noé, ni con el buitre de Prometeo, ni con esos pájaros ababiles de los que se hace mención en el libro de Mahoma.

     Son pájaros, de fauna verdadera. Su verdad es la desconocida de todo ser creado. Su lealtad, bajo muchos perfiles, fue encarnar la constancia del pájaro.

     No hacen con ello literatura. No han excavado en las entrañas de nadie ni han vengado ninguna blasfemia. ¿Qué tienen ellos que ver con el “águila jovial” de la primera Pítica Píndaro? No han cruzado las “grutas friolentas” de Maldoror ni han sido el gran pájaro blanco de Edgar Poe en el cielo extinguido de Arthur Gordon Pym. El albatros de Baudelaire o el pájaro torturado de Coleridge tampoco fueron sus familiares. Pero como son de la realidad, no de fábula ni de cuento, llenan el espacio poético del hombre, conducidos por un trazo real hasta los límites de lo surreal.

     Pájaros de Braque, y de nadie más… Inalusivos y puros de toda memoria, siguen su limpio destino, más asombradizos que una bandada de cisnes negros en el horizonte de los mares australes. La inocencia es su edad. Su suerte corre al lado del hombre. Y se elevan al sueño en la misma noche del hombre.

     Sobre el orbe del más profundo Sueño que nos vio nacer, pasan, dejándonos en nuestras historias de ciudades… Su vuelo es conocimiento, el espacio es su alienación.



Washington, marzo de 1962.


En: Pájaros y otros poemas, Visor, Madrid, 1976. Traducción de: Manuel Álvarez Ortega.
Saint John Perse (Marie-René Auguste Alexis Léger, nacido en Guadalupe, colonia francesa de las Antillas, el 31 de mayo de 1887 –  Giens, Francia, 20 de septiembre de 1975). Foto: Jmp

sábado, 3 de junio de 2017

Flavia Soldano Deheza, Lágrimas de cocodrilos mojan esteros


POEMA DE FONDO

oigo las hembras de la tierra
su cosecha de muertos en combate
a pasos entre mimbres
juntan zapatos
siegan ojales
con guadañas
y palas de punta
  a voces
abren el suelo

-qué ves Undertierra?-
Stalingrado
nada


PECES

no eran sombra los peces
sino puñales
   cuerpos
en mares hundidos



puesto que nacen espina
luchan por devorar el viento

malditos los peces de la tierra
malditos peces en penumbra



entre pampa y orilla se extiende un mar

             sin piel
sólo pájaro

             filos de viento
muerden escamas


PROVERBIO

por los cuños de la pampa afila Stalingrado

tengo el cuchillo de Rosa
picar cebollas        y caiga agua de Polonia
picar cabezas        y rueden gotas de Siberia


SALMO

vamos hembras   abandonen mis ojos    la luz irreparable de la mañana
hay recelo en la nieve     truena la pampa
cuidado!
el agua es siempre el agua     busquen su guarida y mátenla



En: Pampa Stalingrado, Ediciones Lamás Médula, 2017.

Flavia Soldano Deheza (Buenos Aires). Foto: Jmp

viernes, 2 de junio de 2017

Nicanor Parra, Ésta es nuestra última palabra


MANIFIESTO

Señoras y señores
ésta es nuestra última palabra
nuestra primera y última palabra.
Los poetas bajaron del Olimpo.

Para nuestros mayores
la poesía fue un objeto de lujo
pero para nosotros
es un artículo de primera necesidad:
no podemos vivir sin poesía.

A diferencia de nuestros mayores
y esto lo digo con todo respeto
nosotros sostenemos
que el poeta no es un alquimista
el poeta es un hombre como todos
un albañil que construye su muro:
un constructor de puertas y ventanas.

Nosotros conversamos
en el lenguaje de todos los días
no creemos en signos cabalísticos.

Además una cosa:
el poeta está ahí
para que el árbol no crezca torcido.

Este es nuestro mensaje.
Nosotros denunciamos al poeta demiurgo
al poeta Barata
al poeta Ratón de Biblioteca.
Todos estos señores
y esto lo digo con mucho respeto
deben ser procesados y juzgados
por construir castillos en el aire
por malgastar el espacio y el tiempo
redactando sonetos a la luna
por agrupar palabras al azar
a la última moda de París.
Para nosotros no:
el pensamiento no nace en la boca
nace en el corazón del corazón.

Nosotros repudiamos
la poesía de gafas obscuras
la poesía de capa y espada
la poesía de sombrero alón.
Propiciamos en cambio
la poesía a ojo desnudo
la poesía a pecho descubierto
la poesía a cabeza desnuda.

No creemos en ninfas ni tritones.
La poesía tiene que ser esto:
una muchacha rodeada de espigas
o no ser absolutamente nada.

Ahora bien, en el plano político
ellos, nuestros abuelos inmediatos,
¡nuestros buenos abuelos inmediatos!,
se retractaron y se dispersaron
al pasar por el prisma de cristal.
Unos pocos se hicieron comunistas.
Yo no sé si lo fueron realmente.
Supongamos que fueron comunistas,
lo que sé es una cosa:
que no fueron poetas populares,
fueron unos reverendos poetas burgueses.

Hay que decir las cosas como son:
sólo uno que otro
supo llegar al corazón del pueblo.
Cada vez que pudieron
se declararon de palabra y de hecho
contra la poesía dirigida
contra la poesía del presente
contra la poesía proletaria.

Aceptemos que fueron comunistas
pero la poesía fue un desastre
surrealismo de segunda mano
decadentismo de tercera mano,
tablas viejas devueltas por el mar.
Poesía adjetiva
poesía nasal y gutural
poesía arbitraria
poesía copiada de los libros
poesía basada
en la revolución de la palabra
en circunstancias de que debe fundarse
en la revolución de las ideas.
Poesía de círculo vicioso
para media docena de elegidos:
"libertad absoluta de expresión".

Hoy nos hacemos cruces preguntando
para qué escribirían esas cosas
¿para asustar al pequeño burgués?
¡Tiempo perdido miserablemente!
El pequeño burgués no reacciona
sino cuando se trata del estómago.

¡Qué lo van a asustar con poesías!

La situación es ésta:
Mientras ellos estaban
por una poesía del crepúsculo
por una poesía de la noche
nosotros propugnamos
la poesía del amanecer.
Este es nuestro mensaje,
los resplandores de la poesía
deben llegar a todos por igual
la poesía alcanza para todos.

Nada más, compañeros
nosotros condenamos
y esto sí que lo digo con respeto
la poesía de pequeño dios
la poesía de vaca sagrada
la poesía de toro furioso.

Contra la poesía de las nubes
nosotros oponemos
la poesía de la tierra firme
cabeza fría, corazón caliente
somos tierrafirmistas decididos

contra la poesía de café
la poesía de la naturaleza
contra la poesía de salón
la poesía de la plaza pública
la poesía de protesta social.

Los poetas bajaron del Olimpo.


De: Otros poemas (1950-1968). En: Poemas para combatir la calvicie. Antología. Compilador: Julio Ortega, Fondo de Cultura Económica, México, impreso en Chile, 1999.

Nicanor Segundo Parra Sandoval (San Fabián de Alico, Región del Biobío, Chile, 5 de septiembre de 1914). Foto: Jmp