PÁJAROS
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…Estos son los pájaros de Georges Braque:
más cerca del género que de la especie, más cerca del orden que del género,
dispuestos para reunir en un mismo rasgo el tronco materno y el avatar, jamás
híbridos y sin embargo milenarios. Llevarán, como justa nomenclatura, esa
repetición del hombre cuyo tipo elegido como arquetipo los naturalistas se
complacen en honrar: Brachus Avis Avis…
No son grullas de la Camarga ni gaviotas
de las costas normandas, garzas de África o de la isla de Francia, milanos de Córcega
o Vaucluse ni torcases de los desfiladeros pirenaicos, sino todos los pájaros
de la misma fauna y de la misma vocación que son el sostén de una nueva casta y
un antiguo linaje.
Por muy sintéticos que sean, son de
primera creación y no siguen el curso de ninguna abstracción. Tampoco han
formado parte del mito y de la leyenda, y, rechazado como todo su ser esa
carencia que es el símbolo, no reemplazan a ninguna Biblia ni a ningún ritual.
No han alabado a los dioses de Egipto o de
Elam. No están con la paloma de Noé, ni con el buitre de Prometeo, ni con esos
pájaros ababiles de los que se hace mención en el libro de Mahoma.
Son pájaros, de fauna verdadera. Su verdad
es la desconocida de todo ser creado. Su lealtad, bajo muchos perfiles, fue
encarnar la constancia del pájaro.
No hacen con ello literatura. No han
excavado en las entrañas de nadie ni han vengado ninguna blasfemia. ¿Qué tienen
ellos que ver con el “águila jovial” de la primera Pítica Píndaro? No han
cruzado las “grutas friolentas” de Maldoror ni han sido el gran pájaro blanco
de Edgar Poe en el cielo extinguido de Arthur Gordon Pym. El albatros de
Baudelaire o el pájaro torturado de Coleridge tampoco fueron sus familiares. Pero
como son de la realidad, no de fábula ni de cuento, llenan el espacio poético
del hombre, conducidos por un trazo real hasta los límites de lo surreal.
Pájaros de Braque, y de nadie más…
Inalusivos y puros de toda memoria, siguen su limpio destino, más asombradizos
que una bandada de cisnes negros en el horizonte de los mares australes. La inocencia
es su edad. Su suerte corre al lado del hombre. Y se elevan al sueño en la
misma noche del hombre.
Sobre el orbe del más profundo Sueño que
nos vio nacer, pasan, dejándonos en nuestras historias de ciudades… Su vuelo es
conocimiento, el espacio es su alienación.
Washington, marzo de 1962.
En:
Pájaros y otros poemas, Visor, Madrid, 1976. Traducción de: Manuel Álvarez Ortega.
Saint
John Perse (Marie-René Auguste Alexis Léger, nacido en Guadalupe, colonia
francesa de las Antillas, el 31 de mayo de 1887 – Giens, Francia, 20 de septiembre de 1975). Foto:
Jmp
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