DAR
FE
Doy fe de la unción por los escondites. Ah ésta,
mi gruta para un cuerpo fantasma. Cerca los ojos de la piedra y, más, el
aliento. Piedra azul y angelada, ya brumosa. A salvo, a salvo. Casi un ángel velando
su décima luna. Vacía, donde mal venido y madre precian el coraje. Ahora, y en
las grutas que la añoren, y en su vientre final, que peor el lago bajo un
piélago.
Doy fe
de la paz, sin saber que sabía. A salvo, a salvo. Y en estrecha abertura, visos
de celaje, vaivén de pétalos. Las noticias del mundo. Pero, ¿había un Afuera? O
la magia: Parpadeo y me olvido. Al hombro la morada invisible. Fortuna y cruz.
Mira en los ojos la sonrisa del agobio si derramo el vino. Allí, conmigo y
Dios, Ella y su niño me era dado soñar la vida. Ramo de murmullos, ofrenda que
alumbraba.
Y doy
fe del exilio. De que el viejo Sello fue abierto cuando otro, mendaz, se cerraba
para mí. Y no -clamé- yo no vivo sin extraviarme. Pero labios mordientes alzaron
sombras de palabras. Y entonces estalló mi escudo, el invicto en leyendas.
¿Gloria, bautismo de fuego, verdades? Nada por doquier. Aire ajeno y desalmado.
Y dónde mi roca imaginaria; dónde el escondite, vientre o tumba. Y qué haré de
mi día esta noche. Y cuál me dirá la endecha para bien dormir.
Estoy de pie, solo, entre las ruinas; siquiera
recuerdo el nombre antes impuesto. Dios es mi juez… Pero será otro dios, recién
nacido.
Poema
inédito. Daniel Gayoso (Buenos Aires, 1957). Foto: Jmp
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