ESPACIO
Cumbres
que sobrenadan como islas o témpanos,
tibios
cielos derivando hacia el sur,
todo
es en tu mano adiós y espera,
al fin
del día,
a las
puertas de la fiel estación.
PRESENCIA
Aún real en la ronda de las cuatro estaciones,
vuelve y vuelve tu hora
―o flor, o fruto, u hoja seca, o escarcha―:
tu memoria, hecha mundo;
su materia, que pesa todavía en mi mano.
Aún real en la ronda de las cuatro estaciones,
vuelve y vuelve tu hora
―o flor, o fruto, u hoja seca, o escarcha―:
tu memoria, hecha mundo;
su materia, que pesa todavía en mi mano.
ESTANCIAS
V. A un poeta, in memoriam
Tú no probaste, peldaño y peldaño,
la escala del jardín, sus declives:
Tú no probaste, peldaño y peldaño,
la escala del jardín, sus declives:
la hora
blanca del sol o negra de la luna
fueron tu herida.
Tú no sufriste
la ambigua claridad, la mancha húmeda
que es el aire, aquí abajo.
Terraza alta, seca ―que compartimos:
allí quedaste.
blanca del sol o negra de la luna
fueron tu herida.
Tú no sufriste
la ambigua claridad, la mancha húmeda
que es el aire, aquí abajo.
Terraza alta, seca ―que compartimos:
allí quedaste.
VIRGO
El
aliento que vuelve a través de la máscara mortal del leño,
el pie
de agua y de piedra con sol,
el
flanco puro, sólo aire en el aire:
―Llegas,
has mi adiós.
EL MENSAJE
Aún la oyes cantar y barrer.
Cantar, ignorándolo, la luz de su jardín;
barrer las hojas secas.
Cantar y barrer.
(Vibración, allá afuera, de una única cuerda
―ella, arquero con los ojos vendados―,
que ha dado aquí en el blanco.)
Aún la oyes cantar y barrer.
Cantar, ignorándolo, la luz de su jardín;
barrer las hojas secas.
Cantar y barrer.
(Vibración, allá afuera, de una única cuerda
―ella, arquero con los ojos vendados―,
que ha dado aquí en el blanco.)
CRUZ DEL SUR
Fuego
de hielo en la cabeza,
en el
pulso de una y otra mano,
en el
hueso del pie.
Y en
torno sombra, en la que flotan cumbres a la deriva,
con tu
memoria, que no encuentra su sitio,
hacia
el alba irreal.
MARINA
El grito de la gaviota, en la medianoche de invierno,
eriza la atención
sonámbula,
El grito de la gaviota, en la medianoche de invierno,
eriza la atención
sonámbula,
y el ojo ve
de súbito, su hora: acantilado, espina.
(Y sombra,
en la memoria ―que te pierde, como
un mar sus islas.)
de súbito, su hora: acantilado, espina.
(Y sombra,
en la memoria ―que te pierde, como
un mar sus islas.)
THÁNATOS
(Tormenta
y duemevela)
Lo vi
un instante:
el
puñal en la mano del trueno,
sobre
tus párpados.
ARTE POÉTICA
1. Celda
Monstruos y mariposas
de la lámpara:
sombras por el cuarto encalado.
He ahí la poesía
de tu hado.
(Su realidad, tu inexistencia.)
Manchas anónimas, sobre el papel desierto;
sobre la noche en blanco.
1. Celda
Monstruos y mariposas
de la lámpara:
sombras por el cuarto encalado.
He ahí la poesía
de tu hado.
(Su realidad, tu inexistencia.)
Manchas anónimas, sobre el papel desierto;
sobre la noche en blanco.
2. Noche
Digo tu cuerpo con las manos
─como en voz baja,
como el que sueña en su noche carnal
una luna tangible:
y se alza,
poesía del tacto,
al espacio de los ojos cerrados,
desde la informe oscuridad,
─égloga, himno, epitalamio─
su clara efigie.
3. Imagen
Eres como la poesía
que nunca escribiré. Indecible,
te vestí, sin embargo, de palabras iguales a la noche,
puse en tu mano el anillo de un adiós.
Pero es desnuda como me acompañas.
AZIMUT
De mí a ti, el arco
de casi toda una existencia.
Horas en sombra,
horas en claro.
(Días, noches escritas:
pulso y letra.)
Ahora tu nombre se parece
al de mi muerte.
De mí a ti, el arco
de casi toda una existencia.
Horas en sombra,
horas en claro.
(Días, noches escritas:
pulso y letra.)
Ahora tu nombre se parece
al de mi muerte.
Cuerpo
celeste, contemplado
desde un cuerpo de tierra.
Selección
de textos: Jmp. En: “Cuaderno abierto”, Ediciones del Copista, Córdoba, 2000. Alejandro
Nicotra (Sampacho, Provincia de Córdoba, 25 de marzo de 1931). Imagen: Lino
Claro Honorio Enea Spilimbergo (1896-1964). Arrabal de Buenos Aires (1929).
celeste, contemplado
desde un cuerpo de tierra.
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