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domingo, 31 de marzo de 2013

Vasko Popa y el discípulo de Fulcanelli




DEBATE SOBRE EL ROCÍO


El discípulo de Fulcanelli
Me enseña su horno Atanor

Tomándome de la mano
Me saca de su taller
Y me conduce al jardín

Me muestra la hierba
De la cual quita el rocío
Para preparar la Obra Maestra

Se acerca a mi oído

Predican que el agua es H
2O
Y no sueñan que las nubes
Son también planetas




Vasko Popa (Serbia, 1922-1991).
Traducción directa del serbo-croata: Juan Octavio Prenz.
Foto: VP, s/d.

sábado, 30 de marzo de 2013

Vasko Popa, lo demás me será fácil




LA CASA

Acompañado por el primer sol invernal
Vino a visitarnos Agim
Segador de algún sitio de Príshtina

Nos trajo dos manzanas rojas
Envueltas en un pañuelo
Y la noticia de que tiene casa

Finalmente Agim tienes un techo

No tengo techo
Se lo llevó el viento

Tienes tal vez puertas y ventanas

No tengo ni puertas ni ventanas
Me las arrebató el invierno

Tienes al menos cuatro paredes

Tampoco tengo las cuatro paredes
Tengo sólo la casa te he dicho
Para lo demás me será fácil






Vasko Popa (Serbia, 1922-1991).
Traducción directa del serbo-croata: Juan Octavio Prenz.
Foto: VP, s/d.

jueves, 28 de marzo de 2013

Eduardo Dalter, en el oscuro furgón de carga



FURGÓN DE CARGA


En el oscuro furgón de carga,
       repleto
de bicicletas viejas y triciclos,
       viajan
los cansados y los desolados
       del tren.
Hablan a media lengua, en
       un lunfardo
duro, en voz alta, mientras
       sube
un espeso olor a yerba, que
       comparten.
Pero en el fondo, reina el
       vacío,
que el país de estos años
       inventó.
Hay momentos en que crece
       el silencio,
que se hace de piedra en los
       rostros,
mientras las estaciones van
       pasando,
y es como si todos dijeran
       algo
íntimo y muy triste a la vez,
       que nadie escucha.




Eduardo Dalter nació en Buenos Aires en 1947. Poeta.
Foto: Juvenildo B. Moreira.

miércoles, 27 de marzo de 2013

Abelardo Castillo, un gran talento es, en el fondo, una numerosa inutilidad para casi todo lo demás




Un gran talento es, en el fondo, una numerosa inutilidad para casi todo lo demás.


Oscar Wilde acaso redimió su vida con sólo La casa de las granadas, y dijo lo único que se puede decir sobre literatura: los libros no son buenos o malos, en el sentido moral. Están bien o mal escritos. 


Lo que hoy han descubierto los adolescentes que se sienten posmodernos –la teoría del carpe diem ya enunciada en un verso de Horacio hace dos milenios, dicho sea al pasar– nosotros también creímos haberlo inventado en esos años. La vida es siempre ahora. (...) En suma ya lo dije muchas veces, también con palabra ajena: Creíamos que el mundo era joven porque nosotros éramos jóvenes en el mundo.


Tal vez seas envidioso, rencoroso, un poco estúpido, avaro, mal amigo. No te preocupes. Un buen libro siempre es mejor que la persona que lo escribe


Se puede pensar con la cabeza o sobre un papel. Pero a pensar sobre un papel no lo llames escribir. Se llamar primer borrador.


Podrás beber, fumar o drogarte. Podrás ser loco, homosexual, manco o epiléptico. Lo único que se precisa para escribir buenos libros es ser un buen escritor. Eso sí, te aconsejo no escribir drogado ni borracho ni haciendo el amor ni con la mano que te falta ni en mitad de un ataque de epilepsia o de locura. 



Lo mejor que se ha escrito sobre el cuento es lo que Edgar Poe escribió en su ensayo sobre Nathaniel Hawthorne. No pienso facilitarte las cosas reproduciéndolo. Tendrás que encontrarlo solo. Un escritor es un buscador de tesoros. Los descubre o no. Esa es la única diferencia entre la biblioteca de un escritor y el mueble del mismo nombre de las personas llamadas cultas. 



Lo que dice Borges sobre los sinónimos es verdad: no existen. “Can” no es lo mismo que “perro” ni la palabra “ramera” tiene la dignidad de la palabra “puta”. Pero yo te recomiendo un buen diccionario de sinónimos. Uno quiere escribir: "habló en voz baja". Como eso no le gusta lo reemplaza por "voz queda", que es espantoso. Hojea el diccionario de sinónimos al azar y en cualquier parte encuentra la palabra pálida. Entonces escribe: "habló con voz pálida", lo que está muy bien. 



Nunca adjetives en orden decreciente, nunca digas: "Era una montaña titánica, enorme, alta". Si no te das cuenta por qué, nadie puede ayudarte. Si adjetivaste en la dirección correcta tampoco te creas un gran estilista. Tal vez buscabas el último adjetivo y te olvidaste de borrar los otros dos. 



Podrás corregir tus textos o no corregirlos. Tolstoi escribió siete veces “Guerra y paz”; Stendhal terminó “La Cartuja de Parma” en cincuenta y dos días. El único problema es cómo se las arregla uno para ser Tolstoi o Stendhal. 




No intentes ser original ni llamar la atención. Para conseguir eso no hace falta escribir cuentos o novelas, basta con salir desnudo a la calle. 



Si la palabra mercado te hace pensar "persa", quizá no seas muy original pero todavía estás a tiempo. Si la palabra mercado te hace pensar en la venta de tu libro, no insistas con la literatura. 



Cuidado con las computadoras. Todo se ve tan prolijo que parece bien escrito. 



Cuidado con Borges, Kafka, Proust, Joyce, Arlt, Bernhard. Cuidado con esas prosas deslumbrantes o esos universos demasiado intensos. Se pegan a tus palabras como lapas. Esa gente no escribía así: era así. 



En: “Ser escritor”, Editorial Perfil, 1997.

Abelardo Castillo (Buenos Aires, 27 de marzo de 1935).
Foto: AC, s/d. 

sábado, 23 de marzo de 2013

Daniel Freidemberg, si algo quiere decir ese breve manchón (la mosca



SI ALGO QUIERE DECIR ESE BREVE MANCHÓN (LA MOSCA)...

Si algo quiere decir ese
breve manchón (la mosca
posada junto al plato)
yo no lo sé:
antes creía saber, pero las cosas
pasaron de otro modo.
Ahora digo "mosca" y es bastante:
ni ella responderá, ni la palabra
se acercará a tocarla
ni yo sabré algo más.
Y aunque esa forma ajena
se vaya volando,
la palabra está acá
llena de pelos, oscura, intratable.



А вот что значит это
короткое пятно (сидит
муха возле тарелки)
я не знаю.
Раньше думал я знал, но по другому
случилось все.
Теперь скажу я «муха», и это много:
она и не ответит, и коснуться
не подоидет к ней слово
и я не узнаю больше.
И когда вдруг та форма
чужая улетет
слово останется здесь
волосасто, темно, непокладисто.
Даньель Фрайдемберг



Omar Lobos tradujo al ruso este poema de Daniel Freidemberg (Chaco, 1945). 
Mi amiga Irina leyó los dos textos con gran placer. 
Yo me conformé con observar esa mosca que no está y que está.
Foto: DF en FB.

viernes, 22 de marzo de 2013

Pablo Queralt, rubia fragante risa



LALEBLAN
(fragmento)

Rubia fragante risa
Del visón
Tu cuerpo de arenas
Playas y médanos
Todo terreno
En los labios
En el rojo del sí
Encallé amarré
Bailé
En el ahora cambiante
Dispuesto a tirar
Sobre el blanco móvil


Los barcos llenos de ella
Mi infancia solo recordar
Sus campos
Tremenda extensión
Brutal rubia


Vuelve con su música
Entre escena y escena
Como en película
De los 50 extensa
Épica de una pasión
Real y a veces incompleta
En su propia pantalla


Babeante de voluptuosidad
En los cuerpos húmedos
Me bajo del sueño
Sshh
Desde sus frondosos pechos
Enano de anita
En la bocaccio de los 70
Al nooo de los silencios
En su masturbación infinita
De los 15


Minutos del cuarto con
Uno
Y uno con ella


Y ella con todas
La vedette la potra
Modelo venida a menos


Bailando con todas
Veníte a la cama en
Tv con los calzoncillos
Puestos


Con las botas puestas
Jugando a las víctimas
Y a los héroes
Pancrasio de cuarta
Veníte
A los almohadones del placer
A las cocas de su sabiduría
De leche y espuma
Globo de miel


Dama blanca
Con tu sequito, el negro chupaculo
La troup de marineros del ecuador
Que viene a verte en la ventana
A matar por comprarte
A deshacernos a desfondarnos
En tu sensual abandono


En cada latido bomba y bomba
Metidos en su culo para llenar ese vacío
En que fuimos envasados sin decir nada


Igual amo a las lobas en mi boca
Son capaces de cualquier cosa
Por poco


Siempre pasándose las manos
Entre las piernas
Cuando aprieto su hermoso opulento
Culo blanco tallado en las medianoches


Y esas otras colegialas
Con sus 21 plumitas
De placer
Tirando sus bombachitas
Cuando terminan una hora
Y empiezan otra


Con sus caricias
Que aumentan la erección
Y esas lamidas


Que no olvido en las carpetas
Del placer
En la tapa
La foto de pamela
En el cuchillo ardiente
En su boca
Bebiendo del semen derramado


Pamela en tarlipes
Y esas pequeñas
Florcillas estrellitas
Que tapan lo que
Yo quiero besar


Mientras chupo sus pechos alternadamente


De: “Laleblan”, Eloísa Cartonera , 2012.
Pablo Queralt (Buenos Aires, 1955).
Imagen:  foto promoción Libertad Leblanc.

jueves, 21 de marzo de 2013

Norma Etcheverry, el poema debiera ser algo que se planta




El poema debiera ser algo que se planta
El poema no es algo que se construye 
sino algo que se planta. 
Miguel Torga



El poema debiera ser algo que se planta
como un arbusto
un seto un manzano
que se riegue sin saber lo que se arriesga
lo que deja en el fondo
o lo que sale a la luz
sólo debiera dar cuenta de nuestra pequeñez
en la tierra
de nuestra imperceptible sombra
y nuestra nada en el tiempo
o mejor aún de nuestra máxima aspiración: que un pájaro o un niño
se pose alguna vez
sobre sus ramas.



De: “Lo manifiesto y lo latente”, Cuadernos orquestados, 2012.
Norma Etcheverry, nació en Ranchos, provincia de Buenos Aires. 
Reside en La Plata. Poeta.

Foto: NE en FB.

viernes, 15 de marzo de 2013

Haroldo Conti, a veces pienso que los días de mi vida se parecen a las teclas de esta máquina


LOS CAMINOS

“y aunque la línea está cortada señalando el fin
 yo sólo digo adiós hasta que nos veamos de nuevo.”

Bob Dylan


A veces pienso que los días de mi vida se parecen a las teclas de esta máquina. Son redondos y precisos y justamente porque no hacen otra cosa que escribir.

Paco Urondo me ha dicho quiero que escribas algo para el Diario de Mendoza. Y yo le he dicho que bueno, que sí a esa voz precipitada que se dispara desde algún rincón de esta madre Baires y atraviesa una milla de paredes, y antes de colgar la voz me ha dicho un día de estos tomamos un café y charlamos y yo he dicho que sí, que bueno y le he pedido a mi vieja que me sirva un café y bebo en honor de Paco este solitario café que de otra manera se enfriaría en el pocilio esperando el día porque aquí no hay tiempo realmente para las ceremonias del ocio y todo se reduce a voces y urgencias y paredes y señales.

Y ahora me siento a escribir y en el mismo momento, a seiscientos kilómetros de aquí, mi amigo Lirio Rocha se sienta en la puerta de su rancho, porque sus días son igualmente redondos, solo que en otro sentido, y si el mar lo permite son también precisos, a su manera, se sienta, como digo, en la puerta de su rancho, en la Punta del Diablo, al norte de Cabo Polonio, entre el faro de Polonio y el de Chuy, y mira el mar después de cabalgar un día sobre el lomo de su chalana, porque es el tiempo de la zafra del tiburón, ese oscuro pez del invierno hecho a su imagen y semejanza, y se pregunta (es necesario que se pregunte para que yo siga vivo porque yo soy tan solo su memoria), se pregunta, digo, qué hará el flaco, es decir, yo, seiscientos kilómetros más abajo en el mismo atardecer.

Y entonces yo me pregunto a mí vez qué es lo que hago realmente, o para decirlo de otra manera por qué escribo, que es lo que se pregunta todo el mundo cuando se le cruza por delante uno de nosotros, y entonces uno pone cara de atormentado y dice que está en la Gran Cosa, la misión y toda esa lata, pero yo sé que a mi amigo Lirio Rocha no puedo decirle nada de eso porque él sí que está en la Gran Cosa, esto es, en la vida y que yo hago lo que hago, si efectivamente es hacer algo, como una forma de contarme todas las vidas que no pude vivir, la de Lirio por ejemplo, que esta madrugada volverá al mar, de manera que se duerme y me olvida.

Y yo dejo de golpear esta máquina. Y ahora, que es noche cerrada y las voces y las paredes se han muerto hasta mañana y la Gran Noche de Buenos Aires se parece al mar, pongo un disco de Jobim para no morirme del todo y pienso en mi otro amigo, porque es el momento de los amigos y las ausencias, mi amigo Alfonso Domínguez, capitán, que vive también frente al mar, algunas millas más abajo sobre el lomo salado del Cabo de Santa María y que toca la flauta como Herbie Mann y talla mascarones como el Aleijandinho y aparte de eso calcula la derrota de cada barco que pasa en el horizonte y bebe una copa de vino a cada cambio de viento, siempre que no tarde demasiado, y entonces vuelvo a golpear otra tecla y otra porque me digo que, después de todo, nadie sabrá de ellos si no es por este viejo artificio, y que es igualmente urgente y necesario que mi amigo Antonio Di Benedetto y Mercedes del Carmen Thierry, que tiene los ojos más sabios del mundo, y don Florencio Giacobone que vive en Rivadavia y prepara las mejores conservas de este lado de la tierra y que todos los inviernos baja al Delta a faenar un par de cerdos en el almacén del Nene Bruzzone, que nació en las islas y tripuló aquel doble par de leyenda con el flaco Bataglia cuando todos los remeros eran campeones, y el resto generoso de los muchos y buenos amigos de Mendoza tengan noticias de estos otros amigos que viven frente al mar, y es así que por fin entiendo cuál es la Gran Cosa, porque yo los junto a todos ellos, salto sobre las distancias y el tiempo y los junto a todos ellos en esta mesa del recuerdo que tiendo y sirvo para mis amigos.

Septiembre de 1969

En “Cuentos completos”, Emecé Editores, 1994.
Foto de Haroldo Conti: Bartleby.
Haroldo Pedro Conti (Chacabuco, Buenos Aires, 25 de mayo de 1925 - 
Secuestrado y desaparecido en Buenos Aires desde el 5 de mayo de 1976).

miércoles, 13 de marzo de 2013

Fito Páez, siempre hay alguien con tus ojos




DAR ES DAR

Dar es dar
y no fijarme en ella
y su manera de actuar.

Dar es dar
y no decirle a nadie
si quedarse o escapar.

Cuando el mundo te pregunta
del porqué, porqué, porqué, porqué,
porqué das vueltas la rueda,
por qué no te detenés,
yo te digo que dar es dar.

Dar es dar
y no marcar las cartas, simplemente dar.
Dar es dar, y no explicarle a nadie,
no hay nada que explicar.

Hoy los tiempos van a mil
y tu extraño corazón ya no capta como
antes las pulsiones del amor.

Yo te digo que dar es dar,
dar y amar.

Mirá nene, hacelo fácil: dar es dar.
Dar lo que tengo todo me da,
da, da, da, da, da, da, da,
no cuento el vuelto siempre es de más,
da, da, da, da, da, da, da,
dar es dar,
es solamente una manera de andar.

Dar es dar, lo que recibes
es también libertad.

Cuando estoy perdido un poco loco por
ahí, siempre hay alguien con tus ojos,
esperándome hasta el fin
porque dar es dar, dar y amar.

Gracias, nena, por tu vida una vez más,
dar es dar.
Dar lo que tengo todo me da,
da, da, da, da, da, da, da,
no cuento el vuelto, siempre es de más
da, da, da, da, da, da, da,
estar de menos o estar de más,
da, da, da, da, da, da, da
cielo o infierno, lo mismo da,
da, da, da, da, da, da, da.

Dar es dar, dar es dar,
es encontrar en alguien
lo que nunca encontrás.

(Dar es dar... Gracias.)


Fito Páez (Rosario, 13 de marzo de 1963).
En: “No sé si es Baires o Madrid”, CD 2008, 
grabado en vivo el 24 de abril de 2008 en Madrid.

Manuela Fingueret, algún día partiré



RÉQUIEM


Algún día partiré
y no olvidaré mi infancia

El amor y el dolor se unen para nacer
allí donde el muro
es una sombra eterna

Algún día partiré
y será una línea
todo aquello que creí
porque el canto es misterio
y la vida
como la hierba
húmeda
desconocida





En: “Ciudad en fuga y otros infiernos”, Ediciones Botella al mar, 1984.
Manuela Fingueret (Buenos Aires, 9 de agosto de 1945 – 11 de marzo de 2013).
Foto: sd
Gracias Jonio González.

lunes, 4 de marzo de 2013

Leopoldo Castilla, a esa hora es sólo suya la selva




Al poeta y pintor mariano Cornejo.
A los que luchan contra la expoliación
y el estrago de la Amazonía.

SELVA INUNDADA

El tambaquí, el tucunaré, las pirañas
cazan alguaciles y escarabajos
en la copa de los árboles.
La inundación le comió a la selva
la sombra y el habla.

Las especies mutan:
la anaconda, amniótica,
se ajaguara;
las nervaduras sumergidas
membranan
                    los murciélagos;
por el tronco del umbauba
emigra
un tropel de pálidos venados.
Sólo las hormigas
anidan, invulnerables, en su meteoro
de saliva y rabia.

La superficie se desampara
y detiene el Amazonas
para que mueva el pez buey
su pozo sonámbulo,
vuelva al monte
la leña hambrienta del yacaré
y al ojo fetal del planeta
el círculo
              de la victoria regia.

Todos los ciclos fundidos
en el torrente inmóvil:
los segundos del colibrí,
el minuto del insecto,
la hora desolada de los peces
y la eternidad mendiga
                           del perezoso.

Hasta que haga pie la selva
                                        y un guarán
                                        con un golpe de sangre anuncie
que perdió su doncellez la tierra

desnuda y abierta
                          como una orquídea         
                          en la hembra luz de su edad de oro.



ORINOCO OSCURO

A esa hora
es sólo suya
                la selva.

Se paraliza. Del jaguar
queda
        latente    
                    la emboscada,
sin respiración
                    los helechos,
mengua en la garza
                    la medialuna.

Un estado de perfección
total
se suspende en ese eclipse.  

Junto al fuego
los piaroas se cierran
ausentándose.
                     Como flores.
Y sólo se oye el gemir
de su idioma al despenarse.

Todo se queda sin recuerdos

y sucumbe
en la grieta que abre
una luciérnaga
llevándose
               la última sensación de la tierra.



En: “Guarán”, Cornejo Aráoz Colección, Salta, 2012.
Leopoldo Teuco Castilla (Salta, 1947).

Leopoldo Castilla, adentro de la niebla pasa el funeral de la jangada





NIEBLA EN EL AMAZONAS

Adentro de la niebla
pasa el funeral de la jangada,
las ramas boqueando
y el río
que ya ni sabe qué será del agua.

Se llaman, sin oírse, las orillas.
El barco
ya no piensa.
No respira
abismado
entre dos profundidades.

La selva está en la luna,
no vuelven en sí los árboles.

Nos lleva un alma.
Pasa el túnel vacío de la anaconda,
sin dónde el pájaro,
pasa el sueño, sólo el sueño, del caimán,

pasan los peces
                          como ángeles.



FURIAS

A Dario Villalba

Una cápsula oro
guarda a la helicornia,
la mariposa,
su veleidad desamparada.


Aquí es letal la delicadeza
y cada color una celada:
en las alas de la helicornia
vuela
     agazapado
                    un tigre
y una lágrima del diablo
en la araña anaranjada.

La delicia del crimen
exige
el éxtasis de la trampa:


la belleza
envenena a la víbora
la cólera
         se alza en flor,
el peligro
            melodía
                      las plantas.

Eso que fulgura
después de la matanza
son inocencias.

Alhajada por ellas,
sangrienta,
              perdularia,

no sabe que mata, 
                                la naturaleza.



En: “Guarán”, Cornejo Aráoz Colección, Salta, 2012.
Leopoldo Teuco Castilla (Salta, 1947).

Leopoldo Castilla, como el jaguar cuando se oculta



INDIOS Y TURISTAS

A Gustavo Pereira

Como el jaguar cuando se oculta 
entre las hojas
   y es hojarasca
así nosotros, desnudos,
nos pintamos
para que nos vean. Después
nos vestimos como ellos
para que nos dejen de ver.

Ellos fotografían lo que se va a extinguir
nosotros miramos
cuánto han desaparecido.

Después los incorporamos a la ronda.
Los tomamos de la mano
para que dancen
            tan humillados
que no se puedan ni ver.

Así sabrán que el hombre que caza un jaguar
se pudre
         en el ojo del jaguar.



DORMIDERO DE PÁJAROS

A Baltasar Castilla

Está aquí, en el recodo de un río
del Pantanal del Mato Grosso,
la anunciación del planeta.

De a miles llegan las bandadas
y coronan los árboles:
de abismos
                 los ibis,
de eternidad
                 las garzas.

A tan alta presión
someten
      a la belleza,
que sientes el pasar, nada más que el pasar
neutro de la muerte
y de la vida
            las desoladas lámparas.

Aquí, el planeta extrajo
el rocío de mercurio
                de sus extinciones
para alzar el cáliz
incandescente
de su infancia.

Y canta,
canta
hasta que el día se muera
canta.

Y lo abandona.

Dentro del río
se deshoja el sol
            en las pirañas.

Los ibis
         las garzas
               duermen.

(Despacio, muy despacio, llenan
la luna
         de estatuas.)

Así pudo ser toda la tierra.
La constelación que era
antes que la naturaleza
la ensoñara.


En: “Guarán”, Cornejo Aráoz Colección, Salta, 2012.
Leopoldo Teuco Castilla (Salta, 1947).

sábado, 2 de marzo de 2013

Fernando Goin, ella disfrazada entre botellas de ron




ELLA EN LA VENTANA ESTÁ APRENDIENDO A LLORAR

Ella disfrazada entre botellas de ron,
siente que es la reina de algún Gran Señor
de esos que andan sueltos a principio de mes,
de esos que no saben contar hasta tres.

Ella inventa historias que no tienen final
y se pone triste si le tocas un vals.
Solo escucha discos de Fats Domino
y se hace dos trenzas los domingos que hay sol.

Ella espera navidades, caramelos, margaritas,
viejas series de televisión.
Ella espera mucho chicle colorado de frutilla
y un psiquiatra que le hable de amor.

Ella sin apuro toma el tren a Bernal,
compra una revista que la haga soñar,
de esas que se venden por alguna razón,
de esas que te ayudan a tener una ilusión.


Ella recordando sentada sobre el sofá
todas las mañanas que olvidó acariciar,
todas las mentiras que no pudo decir,
toda la ternura que no quiso fingir.

Ella espera primaveras y un mendigo bien hermoso
que le enseñe frases en francés.
Ella espera seducciones bien caseras con misterio
y un psiquiatra que le sirva el té.

Ella prisionera entre la Cara y la Cruz,
nunca supo el cuento del Ciego y la Luz.
Ha perdido un sueño que jamás volverá.
Ella en la ventana está aprendiendo a llorar.


LP Fernando Goin, 1979.
Fernando Goin
Y sí, sigo escuchando desde mi más tierna adolescencia (¿un estadio al que siempre se retorna?, Piaget) las canciones de FERNANDO GOIN, y es un placer.

viernes, 1 de marzo de 2013

Jacques Ancet, fragmentos de Retrato de una sombra




RETRATO DE UNA SOMBRA


Hay una sombra. Decimos: sombra, a falta de otra palabra. Para dar forma a lo que no la tiene. Podríamos decir igualmente  — compañero — “ese latente compañero que en mí acaba por existir”, escribía Mallarmé. Pero  la palabra sombra es menos precisa, más evasiva. Entonces ¿“hacer el retrato de una sombra”? Sí, apuntar no hacia una imagen de lo ya visible, sino hacia ese no-visible que poco a poco se trama en los confines de lo visible. Hacia esa cosa que pasa y nos deja una suerte de voz silenciosa en la boca. Una voz que habla, sin embargo, que habla, incluso si nos callamos. Lo que dice esta voz, lo ignoramos. Que nos reconozcamos en ella, poco importa. No se trata de identidad.  O bien de esa identidad oscura que es otra manera de decir que  no sabemos nada. Que estamos entre: entre todo y nada. Entre, siempre, entre. Entre el día y la noche, lo que viene, lo que se va — y siempre vuelve.



Helo aquí de vuelta. Raya el iris con un rayo de luz, sacude las hojas. Arroja puñados de sombra sobre el verde pálido. Ensaya vocales agudas y a veces graves, rehace un cielo más liso, más cortante. Un tiempo anterior o posterior. Busca. Encuentra. En los dedos sólo conservamos el aire de su paso. Cuando se calla, escuchamos. Ya nada se mueve.



¿Qué  ha dicho que no hemos entendido? Creímos que era el viento, pero no. Un  murmullo de palabras crujientes, un desorden de imágenes y una luz súbita que atraviesan las sombras fugitivas. ¿Qué ha dicho? Por más que escuchemos, tendamos la oreja, es en otro sitio donde oímos. En un tiempo en que cada una de sus palabras es una noche.



Brilla. O más precisamente, espejea.  No vemos, entrevemos, no vemos. Un  un destello,  casi una voz. Estamos allí en el mismo lugar con el roble y la valla, la montaña y el cielo.  Muy rápido, no estamos — y  estamos.  Decimos…Vamos a comprender. La luz se mueve. Cae el viento. Vamos a verlo.



— Uno ve, sí. ¿Pero qué?
— Lo que oye.
— ¿Cómo puede ser?
— Imágenes en la oreja.
— ¿En la oreja?
— Sí, allí donde habla la voz.
— ¿Y qué dice?
— Lo que uno ve.



Vuelve, por supuesto. Creíamos haberlo perdido, pero es él. Está como en un borde. Susurrando, o gritando, sin ruido. Se queda allí, sobre la taza y sus reflejos, sobre el brillo de las baldosas, en los colores, en el aire que uno respira. Lo oímos en el ruido del diario. Vemos mejor.



Bajo la montaña, la atracción de la noche. Raíces bajo el árbol. Vacío bajo el espacio. Bajo las cosas, una fuerza que las acerca, las aprieta. Un continuum sin falla que se cierra sobre sí. Y de súbito, un soplo,  un destello, una risa. Podría ser él.



Nos quedamos como petrificados. Después miramos alrededor. Era afuera pero también adentro. ¿Cómo decirlo? El espacio abierto y detenido. Muebles y árboles. Una fuga de nubes sobre el tapiz. Una silla caballo, un galope inmóvil. Gritos, risas. Aquí, allá. Allá, aquí. El día que queda sobre el cristal con unas cabezas en las ventanas y un triángulo azul. Suspenso. O un vacío. Y después eso sigue. La montaña se posó sobre  la cómoda y bajo la mesa serpenteamos entre los helechos. Después, gorjeos ahogados, como pájaros enjaulados. Voces que se podrían reconocer, rostros. Pero ¿para qué? Perdimos la dirección. Y la puerta — y la llave.


En: “Retrato de una sombra”, de Jacques Ancet. Traducción: Cristina Madero. 
Próximamente editado en la Argentina por Alción.
Jacques Ancet (Lyon, 1942) vive cerca de Annecy (Francia), consagrado a su labor de escritor y traductor. Durante mucho tiempo profesor de español en las clases preparatorias de escuelas superiores de literatura y comercio. Es autor de unos cuarenta libros (poemas, novelas, ensayos) entre los cuales, de reciente publicación, Dyptique avec une ombre, Arfuyen, 2005, (Premio Charles Vildrac 2006 de la Sociedad de Gente de Letras y Heredia 2006 de la Academia Francesa), La ligne de crête, Tertium éditions, 2007, Journal de l’air, Arfuyen, 2008, L’identité obscure, Lettres vives, 2009, (Premio Apollinaire, 2009), Le silence des chiens, réed.publie.net, 2009, publie.papier, 2012, Puisqu’il est ce silence, Lettres Vives, 2010, Chronique d’un égarement, Lettres Vives, 2011, La Tendresse, réed. publie.net, 2011, publie.papier, 2012, Comme si de rien, L’Amourier, 2012, Les travaux de l’infime, Po&psy/Erès, 2012 y Ode au recommencement, Lettres Vives, 2013.  Ensayista (Entrada en materia, edición de José Angel Valente, Cátedra, Madrid, 1985, Bernard Noël ou l’éclaircie, Opales, 2002, Chutes I, II, III, Alidades, 2005, La voix de la mer, publie.net, L’Amitié des voix, publie.net, 2009, Chutes IV, Alidades, 2012, Chutes V, Alidades, 2013), es además traductor de algunas de las voces mayores de la literatura hispánica tales como San Juan de la Cruz, Francisco  de Quevedo, Luis de Góngora, Ramón Gómez de la Serna, Vicente Aleixandre, Jorge Luis Borges, Luis Cernuda, Xavier Villurrutia, María Zambrano, Roberto Juarroz, José Angel Valente, Juan Gelman, Antonio Gamoneda, Alejandra Pizarnik, etc. Premio de traducción Nelly Sachs 1992 y Rhônes-Alpes del libro, 1994 y Beca de traducción del Premio Europeo de Literatura Nathan Katz 2006.