Labios proféticos,
Labios desprovistos de imagen. Mudo
el que espera, asombrado,
sabio entre urnas.
La blasfemia desborda
la predicción: la rosa helada
entrega sus espinas al aliento,
y el aliento se esfuerza,
ronda ojo y olvido.
Sólo nos queda prepararnos.
Desde nuestro primer paso, la voz
Establece su alianza
con las piedras del campo.
*
Fragilidad del alba: en el límite
de tu lámpara oscurecida: aire
sin palabras: flor de ceniza, corola
plegada. Desde el más pequeño
de tus soles, retienes
la escaldadura: vaina
de luz aplacada. Tu palma
en barbecho: su semilla
entrando en la mudez. Más allá de esta hora, el ojo
te enseñará. El ojo aprenderá
a desear.
*
Los muertos
mueren y mueren: y en ellos
los vivos. Espacio y ojos: acosados
por frágiles herramientas, confinados
a sus hábitos.
Respirar es aceptar
esta falta de aire, el único aliento,
rastreado en las fisuras
de la memoria, en el lapso que divide
este idioma hecho de odios,
sin el cual la tierra
hubiera otorgado un augurio
aún más poderoso
para nivelar los huertos
de piedra. Ni siquiera
el silencio me persigue.
En Pista de despegue / Selección de poemas y ensayos, 1970-1979, Editorial Anagrama, Barcelona, 1998 / Traducción: Jordi Doce / Fotos: jmp
Paul Auster (Newark, Nueva Jersey, el 3 de febrero de 1947) / Desde 1974 reside en Nueva York /
Los textos forman parte de estudio en ejercicios de taller.-
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