IN MEMORIAM
Un
anillo, una silla
pero
sobre todo los lentes, que aparecen, de pronto
como
si ya estuviera por ponérselos.
“¿Dónde
dejé los lentes?” La pregunta de siempre
es
ahora inaudible pero casi se oye
mejor
dicho, está ahora en la zona intermedia
entre
la realidad y el recuerdo. Más fuerte
que la
sola memoria, la pregunta se pega
a los
lentes y los hace oscilar
entre
lo que está aquí ahora -el silencio-
y lo
que estuvo el día en que los lentes
eran
siempre olvidados: ¡Ah, los lentes!
¿Dónde
los puse?
BREVE SOL
A la
última hora del sol los rayos atraviesan
por el
aire, eligiendo : “éste sí, éste no”
Quedan
en sombra
la
mayoría; los elegidos brillan
con
cortezas doradas. Ascendiendo
la luz
alcanza otros follajes, deja éstos
y alumbra
uno lejano. Ya no hay tiempo
de
llegar hasta allí.
¿Quién
sabe? Vamos.
ERA OTRA COSA
Ya se
resbala.
Se ve
muy poco,
ya
casi nada.
Mientras,
la flecha
del
pensamiento
en
nada acierta.
No
acierta en nada.
Cae
herida, la víctima
menos
pensada.
DIFERENCIA
Lo que
fue,
todavía
se asoma
de a
ratos.
Lo que
no fue
grita
un grito
horroroso
con su
boca
sin
labios.
LA SILLA
Ella
quería tener una silla en el cuarto
-un
cuarto muy pequeño-
por si
venían visitantes.
También
quería tener algunos caramelos
para
invitar, por si venían niños.
Siempre
debía haber flores
también,
para alegrar el cuarto.
Después
de alisar el doblez de la sábana
todo
quedaba pronto.
A los
que se sentaron en la silla
se los
puede contar con dedos de una mano
y
sobran dedos.
Sin
embargo ella hablaba de variados amigos
que
vendrían tal vez a visitarla
aunque
vivían lejos.
También
guardaba un postre o un refresco
por si
alguien, de improviso, llegaba.
Ah,
pero la silla
la
silla aquella no quiere ahora emparejarse
con
las otras.
Espera
-y no al vacío que borró todo el cuarto-
sino
algunas palabras, un saludo,
una
conversación trivial,
casi
la misma siempre
sobre
aquellas amigas
que
vendrían.
CRUZANDO A PIE UNA ZANJA
Descalzándose
se
puede atravesar paso a paso
muy
despacio
por
piedras, por arena
por el
medio del agua que te ignora
y pasa
velozmente.
¡Tanta
prisa por nada!
pero
allá va por arriba de aquellas
piedras
chatas, saltando
por
encima de otras
que
resisten.
No va así,
tan veloz, el pensamiento.
Como
esos pequeños remolinos
que se
veían en la superficie
gira
sobre sí mismo.
IMAGEN
Salió
un momento al corredor
-el
corredor sin nadie-
vio
que el sol entraba oblicuamente
-polvo
en el aire-.
Dio
unos pasos que avanzan
y
atraviesan
lo
dorado, lo oblicuo
lo
solitario.
Y todo
queda atrás
una
imagen
que no
será de nadie.
EL GOLPE NEGRO
¿Otra
vez vas a hablarme de plantas?
-Pero
ésta
merece
que la mires.
Una
flor tan enorme
blanca,
estirada, abierta,
y en
su interior -ya ves-
llena
de insectos negros.
Y todo
alrededor, también esconde
-rodeado
de verdores-
el
golpe negro, que se da en los bordes
o por
adentro mismo
muy
adentro.
En
Breve sol, Ediciones de la Banda Oriental,
Montevideo, 2001/ Selección y fotos: jmp
Circe
Maia (Montevideo, Uruguay, 29 de junio de 1932). Vive en Tacuarembó
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