(Pensamiento mosca.)
Y la
poesía
excederá
tumbas y olvido.
¡Quién
mejor que ella,
sabrá
tocar la profundidad y callar!
Qué
voz cantará ante lo desconocido.
Ollas
de sonrisas y de almas caerán
sobre
la fragilidad
del
humo de las pupilas.
La
herida del poema seguirá pareciéndose
a la
catástrofe de un perfume.
¡Oh!
Mis manos son tan lentas...
que
despertarán acariciando
al
silencio y a la miseria,
y mi
sangre dolerá.
(Un
insecto escondido
en las
osamentas que deja el mar.)
En el
lenguaje de los ausentes querré el
heroísmo
y la gloria.
Y en
los aullidos de tristeza y sombra
nos
acercaremos a la cordura.
Y así
nos protegerá en su telaraña fraternal.
¡Qué
inútil comienza
a
hacerse nuestra grandeza!
cuando
el mundo se ríe más y más
y las
búsquedas se reflejan sólo
en los
espejos del abismo.
¡Qué
grande y qué inútil
terminará
siendo nuestro amor!
*
A la memoria de Sofía Pallares
I
Hay
muchas
formas
de
lograr el erotismo del poema.
Una es
no decirlo.
ni suponerlo.
(Después
hay otras.)
El
sonido de la piel.
Acariciarte.
Tantos
colores durmiendo
sobre
tu cuerpo.
Después
termina
incomodándome
el
romanticismo de la
pantalla.
Los
cuerpos son como gotas
de
agua que caen con la tormenta.
Se
comienza a calentar la
humedad.
Y el
vapor es solamente una
cualidad
de la
lluvia del verano.
Sofía
nos miró con tristeza,
sabía
de nuestra pena.
Se
estaba muriendo.
Sentía
piedad por nosotros.
El
poema es débil como la
lluvia
en el verano.
Su
verdadero espesor.
Su
verdadera magia,
es la
delicadeza,
Sofía.
II
Ni
siquiera
puedo pronunciar mi amor.
Ni
sacar eso que es como un cansancio
de la
pureza.
Eso
que me hace diferente y
a la
vez me trae al mundo cotidiano.
Y sé
que podría esperar para
amar a
esa mujer hermosa y
correr
el riesgo
de
perder todo por
alimentarme
de verdad
y de
justicia.
Pero
soy un hombre en un
mundo
repleto de cadáveres
de
niños asesinados
por
“notables causas”
políticas
y étnicas.
Por
eso hoy seré como un perro que ahoga
en sus
manos la prolongación de su sexo.
Un
perro empeñado en
conquistar
la soga que lo
sujeta
a esta
sociedad miserable.
III
Me
arrepiento
y reconstruyo
cada
momento
que me
dice cosas de
consuelo.
Sé que
volveré a cargar mi
cuerpo
enfermo de memoria
por la
hostilidad de hoy.
¿Qué haremos
si creemos
que
echamos a la soledad,
como
quien echa una mancha turbia,
pegajosa,
de una camisa?
Esto
podrá ser posible,
Sofía?
A Laura Yasan (Bs. As. 1960)
*
La abeja y la torta II. (Dos)
Era el
crepúsculo entre las acacias.
Aparecíamos
debajo de las columnas de luz,
sin
nombres,
sin
los premios.
El
bosque siguió tomando los latidos.
Nos
habló.
Y una
vez más tuve la certeza
al
perseguir,
enajenado,
tus
ojos atentos y más grandes,
desde
el cristal anaranjado de la jalea.
Te
llegó la porción de torta que me
conducía.
Dulce.
Estabas
tan dulce...
a los 13 días del mes de enero
del 2000
*
La dinámica de la moral.
y el desarrollo de la
bicicleta.
La
fuerza de la tracción a sangre se traduce
a
movimiento máquina, sólo si los pedales
de la bicicleta
transmiten la potencia
de las
piernas al plato dentado que lleva
la
cadena.
Un
plato dentado, cuyo diámetro es del tamaño de un plato de cocina.
La
cadena es un accesorio que le transmite
la
fuerza al piñón, donde está, finalmente,
la
rueda, que a su vez, deja fluir la energía
hacia
el piso y origina el desplazamiento.
El
piñón está fijo a la rueda de atrás
pero
está libre de la cadena.
Su
diámetro debe ser mucho menor al de
un
platito de café. La proporción es: el piñón tiene que ser menor al plato donde
van
los
pedales. Cuanto mayor sea esa proporción se asegura mayor potencia.
La
cadena es un accesorio independiente
y
libre. Está ajustado por los extremos.
(Cuál
es el extremo de una cadena...?
Si es
circular...?)
Cuando
se suelta,
provoca
un desarreglo en la conducción.
Un
desborde en las emociones
es un
desarreglo en la conducta.
Se
justifica el ejemplo de la ciclista pedaleando en falso,
sin
trasnsmisión,
con
solamente el control del manubrio
y de
los frenos de la bicicleta.
Sería:
Los
accesorios del corazón desentonan
con la
transformación del ego.
El
software de la percepción se fue al carajo.
La lluvia ya no es lluvia
y la humedad no me importa.
Dejame, no me hables, no me
toques.
No me dirijas la palabra.
Odio todo.
No quiero nada de nadie.
No sé si esto va a pasar
y no me importa, por mí puedo
estar toda la vida amarga como un pedo de momia.
Los
componentes de metal, ensamblados
en la
bicicleta,
se
fatigan con el uso en sus funciones
y
ocasionan la pérdida de la energía
que
dificulta el ensamble de las partes.
La
ciclista pedalea en falso y un gran colchón
de
aire envuelve sus piernas,
desequilibra
su cuerpo,
nubla
su comprensión,
su
visual,
y ella
piensa:
Uh...! Qué habrá pasado?
Dónde estoy?
O me fracturé,
o me esguincé,
o me fisuré?
No puede ser... Para qué
levanto las piernas?
Es extraño. No siento nada.
Solamente
los pozos de la calle.
...
¿Me
pisó un colectivo y estoy desarrollando
esa
especie de sueño de los moribundos?
¿En
cualquier instante voy a empezar a ver
una
luz, allá en el fondo?
¿Me
habrá chocado un auto y me golpeé
la
cabeza y estoy en el paraíso de los peatones muertos por accidentes viales?
¿Todavía
no me enteré?
¿Enterarse
de algo, tendrá que ver con algúna manifestación de la conciencia?
¿Qué
dirá mi familia cuando sepa lo que pasó?
...
¿Dónde será el velatorio?
¿Será cerca de casa?
Pensar que hasta hace un
instante soñaba
con el baño que me voy a pegar
cuando llegue a casa...
...
...Ahhh..! ....Bueeeno...!
Ta´bien...
Se me soltó la cadena...
Con razón me sentí afuera del
mapa
de Buenos Aires, de Argentina,
del planisferio.
Qué cagada, ahora.
Voy a tener que engrasarme las
manos
para poder seguir y llegar lo
menos tarde.
Es una
microcentésima de segundo
en el
desorden de la percepción.
Parece
que se liberase el pulso del artefacto hacia una velocidad insospechada.
Un
cuerpo sorprendido dirigido por la calle
llena
de autos.
El
bondi 25, el 46, el 86. Taxis.
Autos
particulares. Los carritos de los cartoneros y los vendedores ambulantes...
La
bicicleta se sostiene en un hilo imaginario invisible que pasa desde
el 300
de la calle Brandsen
(la
avenida Almirante Brown), hasta el 1400
(la
avenida Regimiento Patricios) envuelta
en una
atmósfera de quietud,
llena
de fragilidad y de inocencia.
La
ciclista, en ese momento,
tiene
sólo la intención de llegar entera.
Esta
cadena no es la misma cadena
de la
esclavitud.
Nunca
se usó una bicicleta para someter
una
cultura aborigen
por
una potencia extranjera.
Tampoco
se usó para arrear, como ganado,
a
millones de trabajadores
persas,
asirios, caldeos, judíos,
egipcios y árabes,
para
construir bóvedas gigantes
para
los emperadores.
Con
piedras transportadas desde cientos
de
kilómetros, en el antiguo Egipto.
(Hubiese
sido fantástico ver a millones
de
trabajadores yendo en bicicleta
a
trabajar a la construcción de las pirámides.)
Esta
cadena no es la misma cadena
de
juramentos, códigos, justificaciones, honorarios, prejuicios , hipocresías
que
ata a la mujer
a la
conducta del varón.
(¿La
esclavitud de género?)
Esta
cadena no aísla a nadie,
de
ninguna cosa imaginable.
No se
pensó para eso.
No
atrapa y no sujeta.
Si
impide algo, seguramente,
no es
del orden de la dinámica de la moral.
Eso es
lo más seguro.
Amarte
es lo más seguro.
A Leomiau in to the Galway´s
blue sky.
1 de febrero de 2007
Selección
y fotos de jmp, de los libros Galaxia mosca, 2002; Luces y sombras para Sofía
(Pallares), 2004; Poesía extendida, 2004; La bicicleta, 2007
Ricardo
Daniel Piña (Buenos Aires, 22 de agosto de 1962) / Fotos: jmp
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