CABEZA
a
Ivonne Bordelois
DISECCIÓN
La
primera incisión, sobre la frente,
paralela
a la línea del Ecuador,
con
cuidado de no lastimar el soñar del sueño.
La
segunda, llevar el bisturí como pincel de ángel,
conducirlo
de una a otra apófisis mastoidea
pasando
por el portal de la boca -con precaución-
de no
rozarle siquiera una vocal a la palabra.
La
siguiente, sobre el arpa del torso
entre
la quinta y la sexta intercostal,
por
delante del timbal que cesó
guardando
de no perturbar sus mareas de pasión.
La
incisión contigua
trazarla
con pudor de nave de seda
uniendo
ambas espinas ilíacas antero-superiores,
evitando
atormentar los recuerdos
en las
terrazas de las carnes rojas del ardor.
A la
altura del triángulo de Scarpa
detenerse
y beber el vino
para
celebrar la vida que hubo.
(Una
sola copa, hay que continuar)
Ahora
bien, sobre los muslos, nada;
no
despertar las caricias que aún.
Más al
sur
descender
el acero por las laderas de las tibias
arribando
a cada pie. No más.
Hasta
el inicio de la sombra.
Y no
tentarse con ella, no malograrle la esperanza
PALABRITAS
Boca
afuera -extraño el acostado-
dejó
abiertas las celosías labiales
con
máscara azul de no retorno
sobre
sepultura de rojo pasional.
Boca
adentro -rumor de rumores-
el
oleaje tormentoso de mala saliva
y el
tormentoso oleaje de la buena.
Boca
afuera, el Giocondo muestra a los de acá
el
enigma que se guardó.
Boca
adentro, alborotan las palabritas
detenidas
antes del apagón.
¡Cómo
imploran las pobres!
Una,
en la casi penumbra
anda
vueltas y vueltas en puntas de pie
y se
da de puñetazos en el pecho, alocada:
“un
poquito más, un día, unas horas siquiera”.
No es
para menos,
si
venía a dictar otra vida
otra
suerte otra historia.
¿Y
quiere creerme?
No se
atrevió.
Pena
grande, claro,
cuando
traía la llave de oro de la felicidad.
TRONCO
A
Leopoldo Teuco Castilla
HEPÁTICA
Gran
laboratorio soy, gladiador,
guardián
de ciudad amurallada
a la
que vientos malicios no pueden
ni
contrarias noticias ni diluvios
ni
caballo de Troya.
(Hablo,
no me distraigan)
Nada
detiene mi fragua;
a toda
hora llegan azotes
pero
no logran vencerme, resisto;
nada,
nadie aquí suelta los remos.
Batallo,
soporto una y otra embestida.
(Hablo,
no me distraigan)
En
tarde memoriosa, cierta vez confesé:
no es
verdad, no peregrinan sólo
al
templo cardíaco los suplicios del amor.
También
arriban a mi cisterna
a descargar
venenos y espinas
y se
quedan -malnacidos- a doler y doler.
(Hablo,
no me distraigan)
Déjenme
decir: si soy derrotado,
si el
desencanto sube a mi mesa,
recuérdenme
con indulgencia.
Entiéndase,
jamás claudiqué,
ni uno
sólo de mis hepatocitos
se
entregó sin combatir.
EXTREMIDADES
A
Jorge Ariel Madrazo
30.000
Baja
de la horca del dedo gordo del pie
el
tarjetón.
Desnudo.
Vacante.
¿Y el
nombre, las iniciales al menos?
¿Quién
fue/es el de este cuerpo?
¿De
dónde proviene?
¿Qué
historia lo trajo hasta aquí?
Estrellado
el cielo de la frente
y un
parpadeo de faro en cada ojo.
Camisa
subcutánea el azul de mar
que le
ocupa el pecho
y roja
la correntada de las rutas vasculares
que
suben y bajan
en
cada brazo, arriba;
abajo,
en cada pie.
¿Quién
es/fue el de este cuerpo?
¿Cómo
lo llamaban los vecinos,
en la
escuela, en la calle,
cómo
lo llamaba la mamá?
De la
horca del dedo gordo del pie
baja
el tarjetón.
Desnudo.
Vacante.
¿En
qué lengua dice?
¿El
número ese de qué habla?
NOTAS DE ARCHIVO
a
La Sociedad de los Poetas Vivos:
Carlos
Levy, Eugenio Mandrini, Carlos Carbone, Santiago Espel
SEÑORA MUERTE
Vive
en la casa de los apagados.
Llegó
antes de todo nacer
y se
quedó para quedarse.
Atiende
a los huéspedes, apunta los ingresos.
No le
va mal; se arregla solita.
Lava plancha
riega las flores negras de su
rosal.
Cada
mañana una recorrida por los cuartos.
Cada
noche la ronda de control.
Por la
cuentera vecina se sabe:
“para
nada se muestra inquieta,
cumple
puntual sus deberes la callada
con un
tanto de sigilosa piedad.
Al fin
de cada jornada
deja
mantas para abrigar a los más chicos
y
alguna nueva historia deja
para
ése a quien tanto le cuesta dormir”.
Selección
de poemas y fotos: jmp
En
Cabeza, tronco y extremidades, Ediciones El Mono Armado, Buenos Aires,
Argentina, 2010
Marcos
Silber (Buenos Aires, 4 de agosto de 1934 – 23 de mayo de 2021)
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