UNO NUEVE OCHO
DOS
FUERA DE
PROGRAMA
el
miedo
el
frío los pastos largos
los
profesionales
las
estacas
las
sombras veloces zumbando sobre las cabezas
los
dientes sucios
el
hambre
el
refugio
el
viento
los
no chocolates
los
no cigarrillos
las
cartas
la
incertidumbre
el
patrioterismo
el
alcohol conduciendo
el
dedo alzado
los
gritos desde abajo
la
intermediación
la
fe
los
poderosos
los
pastos largos
los
charcos
las
manos congeladas
la
piel reseca y tirante
la
vuelta el ocultamiento
el
hierro al rojo bajo el agua
las
medallas
las
consecuencias
las
pesadillas
la
muerte al lado
las
luces lectoras de sangre asustada
la
sofisticación adónde firmo la fecha
la
ayuda
la
tele
las
tumbas
el
silencio el reencuentro
los
ojos mudos
las
estacas
la
bandera con sol mojada y rota
lo
lógico lo real
la
realeza
la
historia
la
diplomacia
las
adjudicaciones unilaterales por todo el mundo
el
miedo
el
frío
los
cascos boca arriba entre los pastos altos
las
piedras manchadas
el
oído
las
bromas
las
confesiones
los
temblores
la
ropa de risa
las
armas viejas
el
terror
lo
absurdo
la
indiferencia
no
los conozco
no
me los olvido.
TIERRAS
LEJANAS EN LA BOCA
Locura. Manotazo de ahogado. Argentinismo.
Júbilo fácil. Salto abismal hacia la adultez. Terror. Búsqueda de preguntas.
¿Fuma? ¿Se pega taco contra taco? ¿Se acuerda de cuando lo llamaron? ¿Se siente
ya como un blanco permanente, aunque tenga hambre? ¿Le presta atención a los
ruiditos del arma mientras la mueve pensando? ¿Gotas de miedo interno? ¿Se toca
el casco mientras mira o escucha para escaparse un poco? ¿Puede dormir o
adormecerse para salir un poco de su realidad? Y si lo hace ¿para qué? ¿Está
parado o parapetado en sí mismo? ¿Y el espacio y el metal y los pasos? ¿Los
puede pensar? ¿Y cuando haya que actuar? ¿Tratará de convencerse de que tiene
que ir fluyendo contra el mundo a pesar de todo, para con todo lo que por ahora
es angustia y temblor y frío mientras está llegando la noche para colmo?
¿Perder la conciencia como resistencia a lo incierto? ¿Tendrá la pretensión de
ser su propia calma? ¿Apacigua algo vivir la verdadera intensidad del cielo
mientras tanto? La oscuridad ¿hace sentirse más íntimo con la respiración?
Mirarse las manos ¿dice o provoca muchas cosas? ¿El ruido áspero de la marea,
ahoga la incertidumbre? ¿Alguno puede ver en el romperse del oleaje, alguna que
otra muerte falsa de sí mismo? ¿Y la vida sola? ¿Y la soledad indiscutible de lo
que se recrea solo? ¿Y los armados de situaciones que envuelven y desenvuelven
la espera? ¿Los pastos arqueados dejan entender la propia fragilidad o la
elasticidad como búsqueda de supervivencia? ¿Una guerra suspende más al pasado
que a la conciencia entera de estar en la vida? Lluvia. Temblores. Órdenes.
Entregar la tensión del cuerpo al pozo de refugio, espiando la contundencia del
silencio en la distancia. El sol. Un pájaro que parece que humedeciera el
resplandor del aire con su raya de trayecto. Los ojos están sensibles hasta
para mirarse una muñeca o un bolsillo. Hasta para sentir al viento como un
ataque del olvido que se hace trizas con el infinito renacimiento de la familia
en la cabeza. Nada. Nadie. ¿Quién soy? ¿Cuándo van a llegar? Setenta y cuatro
días mojados por las dudas o por el horror. Sos una vergüenza de la historia.
No te puedo ayudar. Patria. Parta pronto. Vaya a defender nuestra estrategia
para defendernos y perpetuarnos. Salida y paso de las luces veloces de las
balas. Barro. Tierra. Sangre. Gritos. Ropa insuficiente y revuelta. Carajo.
Pendejo. Estacas. Desde cuándo lo de ustedes va a ser de ustedes. Dios nos ha
hecho la elocuencia más contundente de todas las aguas. Tenemos una sola
palabra. Somos los dueños de cualquier circunstancia que nos interese. Hablando
y matando todas las razones enemigas por más lejanas que estén de todas
nuestras imposiciones, okey? Bocinas triunfantes. Puños valerosos. Qué hacés
que no vas. Te están llamando las banderitas. Donaciones. Crucecitas blancas.
Nombres. Vidas que recién empezaban, puestas debajo de la indiferencia. Sos un
gusto angustiante en la memoria. Una fecha desesperante que no quiero perder.
Un dolor. Una emoción. Una necesidad en la conciencia.
A
mediados del año pasado Néstor me mandó un mensajito: “Hola José María: cómo
vas con el tema de la luz. Un abrazo. ¿necesitás algo? Chiflá. Un abrazo.”
Siempre generoso. Te recordaré en los hermosos encuentros, alguna vez en casa
de Mario, otras en lo de Irina, en las lecturas, sobre todo en esa con Alberto
Szpunberg, no recuerdo ahora, ¿en Quilmes, en Bernal? Un gran dolor por no
haber subido al tren
“´Uno
nueve ocho dos´ (escrito así, con letras, como queriendo atenuar la elocuencia
del título para cualquier lector argentino) contiene dos poemas inspirados en
el episodio de la guerra y su contexto. Dos muestras cabales de lo que es
posible conseguir cuando las enumeraciones se vuelven poesía.
(…)
Toda
la poesía de Tellechea es música. Sonido que cobra dimensión, profundidad y
potencia envolvente, sobretodo, al cerrar los ojos.”
En
Al cerrar los ojos, Ediciones A Capela,
libro digital, Buenos Aires, primera edición 2019
Néstor
Tellechea (Quilmes, 9 de octubre de 1962 – Bernal, 27 de marzo de 2020)
Foto: NT
Néstor
dirigió
la revista de poesía El doblaje del aire,
editada por el Centro de Arte Moderno. En 2004 fue invitado a participar del
Primer Encuentro Nacional de Poesía, organizado por el Centro Cultural Artenpie
y la Universidad de Quilmes. En 2005 participó de la organización en las
Jornadas de Lenguas Confluentes Tradición –Traducción - Transmisión,
organizadas por la Universidad de Quilmes y el Centro Cultural Artenpie. En
2011 participó en el Encuentro de Homenaje a la poeta rusa Marina Tsvetáieva,
en la Biblioteca Nacional Mariano Moreno. Coordinó talleres literarios. En
2012, la editorial Tiempo Sur editó su libro Cuatro momentos.
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