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sábado, 28 de marzo de 2020

NÉSTOR TELLECHEA Las sombras veloces zumbando sobre las cabezas



UNO NUEVE OCHO DOS

FUERA DE PROGRAMA

el miedo
el frío los pastos largos
los profesionales
las estacas
las sombras veloces zumbando sobre las cabezas
los dientes sucios
el hambre
el refugio
el viento
los no chocolates
los no cigarrillos
las cartas
la incertidumbre
el patrioterismo
el alcohol conduciendo
el dedo alzado
los gritos desde abajo
la intermediación
la fe
los poderosos
los pastos largos
los charcos
las manos congeladas
la piel reseca y tirante
la vuelta el ocultamiento
el hierro al rojo bajo el agua
las medallas
las consecuencias
las pesadillas
la muerte al lado
las luces lectoras de sangre asustada
la sofisticación adónde firmo la fecha
la ayuda
la tele
las tumbas
el silencio el reencuentro
los ojos mudos
las estacas
la bandera con sol mojada y rota
lo lógico lo real
la realeza
la historia
la diplomacia
las adjudicaciones unilaterales por todo el mundo
el miedo
el frío
los cascos boca arriba entre los pastos altos
las piedras manchadas
el oído
las bromas
las confesiones
los temblores
la ropa de risa
las armas viejas
el terror
lo absurdo
la indiferencia
no los conozco
no me los olvido.


TIERRAS LEJANAS EN LA BOCA

     Locura. Manotazo de ahogado. Argentinismo. Júbilo fácil. Salto abismal hacia la adultez. Terror. Búsqueda de preguntas. ¿Fuma? ¿Se pega taco contra taco? ¿Se acuerda de cuando lo llamaron? ¿Se siente ya como un blanco permanente, aunque tenga hambre? ¿Le presta atención a los ruiditos del arma mientras la mueve pensando? ¿Gotas de miedo interno? ¿Se toca el casco mientras mira o escucha para escaparse un poco? ¿Puede dormir o adormecerse para salir un poco de su realidad? Y si lo hace ¿para qué? ¿Está parado o parapetado en sí mismo? ¿Y el espacio y el metal y los pasos? ¿Los puede pensar? ¿Y cuando haya que actuar? ¿Tratará de convencerse de que tiene que ir fluyendo contra el mundo a pesar de todo, para con todo lo que por ahora es angustia y temblor y frío mientras está llegando la noche para colmo? ¿Perder la conciencia como resistencia a lo incierto? ¿Tendrá la pretensión de ser su propia calma? ¿Apacigua algo vivir la verdadera intensidad del cielo mientras tanto? La oscuridad ¿hace sentirse más íntimo con la respiración? Mirarse las manos ¿dice o provoca muchas cosas? ¿El ruido áspero de la marea, ahoga la incertidumbre? ¿Alguno puede ver en el romperse del oleaje, alguna que otra muerte falsa de sí mismo? ¿Y la vida sola? ¿Y la soledad indiscutible de lo que se recrea solo? ¿Y los armados de situaciones que envuelven y desenvuelven la espera? ¿Los pastos arqueados dejan entender la propia fragilidad o la elasticidad como búsqueda de supervivencia? ¿Una guerra suspende más al pasado que a la conciencia entera de estar en la vida? Lluvia. Temblores. Órdenes. Entregar la tensión del cuerpo al pozo de refugio, espiando la contundencia del silencio en la distancia. El sol. Un pájaro que parece que humedeciera el resplandor del aire con su raya de trayecto. Los ojos están sensibles hasta para mirarse una muñeca o un bolsillo. Hasta para sentir al viento como un ataque del olvido que se hace trizas con el infinito renacimiento de la familia en la cabeza. Nada. Nadie. ¿Quién soy? ¿Cuándo van a llegar? Setenta y cuatro días mojados por las dudas o por el horror. Sos una vergüenza de la historia. No te puedo ayudar. Patria. Parta pronto. Vaya a defender nuestra estrategia para defendernos y perpetuarnos. Salida y paso de las luces veloces de las balas. Barro. Tierra. Sangre. Gritos. Ropa insuficiente y revuelta. Carajo. Pendejo. Estacas. Desde cuándo lo de ustedes va a ser de ustedes. Dios nos ha hecho la elocuencia más contundente de todas las aguas. Tenemos una sola palabra. Somos los dueños de cualquier circunstancia que nos interese. Hablando y matando todas las razones enemigas por más lejanas que estén de todas nuestras imposiciones, okey? Bocinas triunfantes. Puños valerosos. Qué hacés que no vas. Te están llamando las banderitas. Donaciones. Crucecitas blancas. Nombres. Vidas que recién empezaban, puestas debajo de la indiferencia. Sos un gusto angustiante en la memoria. Una fecha desesperante que no quiero perder. Un dolor. Una emoción. Una necesidad en la conciencia.



A mediados del año pasado Néstor me mandó un mensajito: “Hola José María: cómo vas con el tema de la luz. Un abrazo. ¿necesitás algo? Chiflá. Un abrazo.” Siempre generoso. Te recordaré en los hermosos encuentros, alguna vez en casa de Mario, otras en lo de Irina, en las lecturas, sobre todo en esa con Alberto Szpunberg, no recuerdo ahora, ¿en Quilmes, en Bernal? Un gran dolor por no haber subido al tren

“´Uno nueve ocho dos´ (escrito así, con letras, como queriendo atenuar la elocuencia del título para cualquier lector argentino) contiene dos poemas inspirados en el episodio de la guerra y su contexto. Dos muestras cabales de lo que es posible conseguir cuando las enumeraciones se vuelven poesía.
(…)
Toda la poesía de Tellechea es música. Sonido que cobra dimensión, profundidad y potencia envolvente, sobretodo, al cerrar los ojos.”


En Al cerrar los ojos, Ediciones A Capela, libro digital, Buenos Aires, primera edición 2019
Néstor Tellechea (Quilmes, 9 de octubre de 1962 – Bernal, 27 de marzo de 2020)
Foto: NT  
Néstor dirigió la revista de poesía El doblaje del aire, editada por el Centro de Arte Moderno. En 2004 fue invitado a participar del Primer Encuentro Nacional de Poesía, organizado por el Centro Cultural Artenpie y la Universidad de Quilmes. En 2005 participó de la organización en las Jornadas de Lenguas Confluentes Tradición –Traducción - Transmisión, organizadas por la Universidad de Quilmes y el Centro Cultural Artenpie. En 2011 participó en el Encuentro de Homenaje a la poeta rusa Marina Tsvetáieva, en la Biblioteca Nacional Mariano Moreno. Coordinó talleres literarios. En 2012, la editorial Tiempo Sur editó su libro Cuatro momentos.

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