PENSAMIENTO
Cuando te pienso repentinamente,
cuando tu imagen me asalta mientras estoy ocupada en otra cosa, siempre te
pienso igual. Yo dándote la espalda, inclinada hacia tu mesa de luz, creo que
encendiendo un cigarrillo, y en la radio una antigua canción pop, y vos
cantándome al oído. Te pienso así, habrás quedado registrado en mí de esa
manera, porque en ese momento fui feliz y me di cuenta.
CARÁCTER
No te entiendo. No te entiendo.
Tendrías que repetirme infinidad de cosas a ver si las entiendo. No puedo
entrar en tu cabeza y razonar a tu manera. No me explico tu persistencia en
darme en cuotas tu abandono. Te busco, te rastreo, pero te escondiste y ya. Y
sin embargo, de pronto, reaparece tu encanto, vuelve tu abrazo, el aire se
llena de olor a intimidad. Estás tan cerca, tan cerca, que tampoco entiendo por
qué te llevo tan en mí.
MI
MIRADA
Le llamo mirada (¿caprichosamente?) al
fruto de todos mis sentidos. No te miro solamente con los ojos. Mi lengua te
degusta. Mi olfato te recorre. Mi oído te acaricia. Y tengo otros sentidos.
Muchos otros. Sentidos que devienen de mi inteligencia y de mi percepción. Mi
mirada, entonces, te recrea sobre todo cuando no estás. Y ella me devuelve un
hombre de los que yo casi no conocí. Voy hacia tu lado sano a acurrucarme. Voy
hacia tu instinto de supervivencia a socorrerme. Me gusta cuando nos reímos de
estupideces y sabemos que son estupideces. Me gusta que no seamos exigente con
la vida, cuando ya estás en la mía y yo en la tuya. Pero eso lo aprendo
mirándote. Yo no sabía vivir así. Y todavía tambaleo, me enrosco, te hago
escenas, protesto. Y todavía me alcanza tu sonrisa, cuando nos encontramos,
para volver a recostarme en tu costado hermoso.
TU
MIRADA
Y me ves. Veo cómo me ves. Excéntrica.
Lo soy. Pero lo soy mucho más a tu lado, al lado del rey del eje, del rey de su
propio centro. A veces creo que mientras yo me refugio en mi mirada, la tuya
sobre mí te salva también. Te doy alguna certeza de vos mismo. Te divierte que
te proponga cosas que te causan rechazo. Te halaga que sea tan explícita, casi
brutal para decirte que te elijo. Tu curiosidad es insaciable, pero percibís
que es casi imposible (imposible, completamente) llegar a conocerme, porque soy
más que nada un pliegue, una tela plisada, que hay muchas mujeres posibles
aquí, y que si te cansás de mí, al menos te llevará un tiempo. Y es cierto que
soy más inteligente, pero también es cierto que sos más fuerte. Conmigo, mucho
más fuerte. Tanta, tanta es la fragilidad que yace bajo la máscara de mi
potencia. Tu mirada llega hasta ahí, que equivale a decir: muy hondo.
En este momento, en nuestro país, hay
más de 3000 periodistas despedidos, censurados. Sandra Russo es uno de ellos. No
seamos cómplices de esta inmundicia que día a día, no solo nos censura, también nos mata.
De
Erótika. En Erótika / Perdonen nuestros
placeres, La Página, Buenos Aires, 2008
Sandra
Russo (Buenos Aires, 1959). Foto: Jmp
Quė buen descubrimiento!Textos breves que brillan de sentidos
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