EN
EL UMBRAL DEJARÉ TODO
fibra
y alma líquida.
Desafectado,
veré yacer,
cumplidas,
todas las mañanas
que el tiempo, en
su ahora continuo,
trituró:
arena
cristalina.
Pero entonces,
pretender que el
futuro
no ha pasado
es trigo
funerario.
Está esperando
–en grano-
en cada grano.
Años
atrás, muchos, solía encontrarlo en la calle Perú del barrio de San Telmo. Rengueaba
por la vereda, y se detenía a descansar. En esos minutos charlábamos de poesía
y de la naturaleza. Vivía por ahí nomás, y siempre estaba por pasar por su
casa, para una entrevista, nunca realizada, que se incluiría en El espiniyo. Lamento
no haber tomado notas, o mi recuerdo de ahora es de no haber tomado notas. Luego
se fue del barrio, a vivir a un geriátrico, eso dicen, aunque no se adaptó, eso
dicen. No lo volví a ver, tampoco frecuenté más esa calle de San Telmo, entre
Carlos Calvo y Humberto Primo. Sólo el ojo que nada espera ve lo que le espera.
En
La atención. Obra reunida, poemas verbales – poemas plásticos, II, UNL, 1999.
Hugo
Padeletti (Alcorta, provincia de santa
Fe, 15 de enero de 1928 – Buenos Aires, 12 de enero de 2018).
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