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sábado, 13 de enero de 2018

Hugo Padeletti, Todas las mañanas



EN EL UMBRAL DEJARÉ TODO

fibra
          y alma líquida.
Desafectado,
                  veré yacer,
cumplidas,
                             todas las mañanas
que el tiempo, en su ahora continuo,
trituró:


                                              arena cristalina.


                             Pero entonces,
pretender que el futuro
                      no ha pasado
es trigo funerario.
              Está esperando
                                –en grano-


en cada grano.



Años atrás, muchos, solía encontrarlo en la calle Perú del barrio de San Telmo. Rengueaba por la vereda, y se detenía a descansar. En esos minutos charlábamos de poesía y de la naturaleza. Vivía por ahí nomás, y siempre estaba por pasar por su casa, para una entrevista, nunca realizada, que se incluiría en El espiniyo. Lamento no haber tomado notas, o mi recuerdo de ahora es de no haber tomado notas. Luego se fue del barrio, a vivir a un geriátrico, eso dicen, aunque no se adaptó, eso dicen. No lo volví a ver, tampoco frecuenté más esa calle de San Telmo, entre Carlos Calvo y Humberto Primo. Sólo el ojo que nada espera ve lo que le espera.
En La atención. Obra reunida, poemas verbales – poemas plásticos, II,  UNL, 1999.

Hugo Padeletti  (Alcorta, provincia de santa Fe, 15 de enero de 1928 – Buenos Aires, 12 de enero de 2018).

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