QUIMÉ HUENÚ
Cuenta la gente que hace muchísimos años,
tantos que no es posible llevarlos en cuenta, los espíritus malignos agobiaban
constantemente a la gente mapuche. Ronquenquén acechaba a las criaturas,
aprovechaba cualquier circunstancia favorable para hacerle mal. Cuando algún
niño se alejaba de la toldería, le provocaba algún accidente entre las rocas o
lo hacía caer al río o morder por alguna víbora venenosa.
Maipe sembraba los vientos malignos que
traían dolores y malestares constantemente.
Todos los espíritus obraban bajo la
inspiración del maligno Hecufü. Las fuerzas de los espíritus benéficos no
podían vencerlos.
Entonces Chachao –padre de los dioses buenos– envió a la tierra a otro
espíritu más poderoso que hiciera el bien. Así fue como vino Quimé Huenú,
el espíritu de la bondad, a los valles patagónicos.
Cuando una persona era acechada por algún
espíritu maligno que rondaba por la comarca, el Quimé Huenú desde las
profundidades de los valles, elevaba una canción triste y quejumbrosa que por
sí sola era una señal de advertencia. Entonces quien la escuchaba sabía
que estaba ante algún peligro o se había equivocado de camino y así podía
evitar al enviado del Huekufü.
De esa forma se salvaron muchas vidas y
fue conjurada la saña implacable de los espíritus maléficos.
Cuando llegaron los huincas, el Quimé
Huenú cantaba sin cesar todas las noches y su música llegaba como triste
presagio a todos los toldos.
Después nadie la volvió a oír jamás. Pero
el recuerdo de ese espíritu bondadoso quedó para siempre entre los mapuches.
En Cuentan los mapuches, antología, Nuevo
Siglo, 1995. Edición de César A. Fernández. Recopilado por Lázaro Flury en 1948
y narrado por los caciques Antonio Ñanculef, José Coliman y Juan Palma (de
Chubut y Río Negro). Fotos: Jmp
Como
Nota al pie de página, leemos: “L. Flury traduce Huenú (/wenu/) como ‘amigo’, vocablo
que significa ‘cielo’; seguramente los relatores han dicho /wenüi/ equivalente
a ‘amigo’.
Con respecto al origen y autenticidad del texto, L. Flury (1948, p. 212) señala que no tiene información bibliográfica sobre el mismo, pero, como le ha sido relatado por tres caciques diferentes, entiende que se trata ‘de una hermosa leyenda salvada del olvido, gracias al culto que ese pueblo rinde a sus antepasados’.”
Con respecto al origen y autenticidad del texto, L. Flury (1948, p. 212) señala que no tiene información bibliográfica sobre el mismo, pero, como le ha sido relatado por tres caciques diferentes, entiende que se trata ‘de una hermosa leyenda salvada del olvido, gracias al culto que ese pueblo rinde a sus antepasados’.”
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