LA MORAL DEL BUFÓN
–La
verdad del Modelo, es su propia
caricatura,
y ésta revela
la mentira de su falsa perfección.
Viéndonos, así, caricaturescos,
nos entendemos: espejo somos,
de lo deforme que el Modelo oculta.
Vida como parodia de la vida,
risible senda en la que el suicidio,
su idea, ronda hasta el bebé.
La mezcla, el remedo y el disfraz
que a nosotros el Modelo inspira,
anuncian, desde siempre, la tragedia.
Desde el reír, lo trágico mirado;
la tragedia que empieza en la parodia,
sigue en caricatura y da en grotesco.
La tragedia que cede su lugar
a esas tres formas y, con ellas,
se confunde en violento carnaval.
En ese albur, es claro, estamos todos;
somos batracios de una misma charca,
con un croar que nos identifica,
el croar de la época: un griterío,
que expresa nuestro horror que causa risa
y nuestra risa que provoca horror.
Así, el torniquete de la historia
sentir nos hace su chiste a carcajadas,
que devolvemos con más locura y crimen.
Y trágicos por cómicos y cómicos
por trágicos, en este laberinto
de horror y risa, sea nuestra guía
la moral del bufón: sus comiqueos.
la mentira de su falsa perfección.
Viéndonos, así, caricaturescos,
nos entendemos: espejo somos,
de lo deforme que el Modelo oculta.
Vida como parodia de la vida,
risible senda en la que el suicidio,
su idea, ronda hasta el bebé.
La mezcla, el remedo y el disfraz
que a nosotros el Modelo inspira,
anuncian, desde siempre, la tragedia.
Desde el reír, lo trágico mirado;
la tragedia que empieza en la parodia,
sigue en caricatura y da en grotesco.
La tragedia que cede su lugar
a esas tres formas y, con ellas,
se confunde en violento carnaval.
En ese albur, es claro, estamos todos;
somos batracios de una misma charca,
con un croar que nos identifica,
el croar de la época: un griterío,
que expresa nuestro horror que causa risa
y nuestra risa que provoca horror.
Así, el torniquete de la historia
sentir nos hace su chiste a carcajadas,
que devolvemos con más locura y crimen.
Y trágicos por cómicos y cómicos
por trágicos, en este laberinto
de horror y risa, sea nuestra guía
la moral del bufón: sus comiqueos.
COMIQUEOS I:
de un accidente
–Esa
niña se ahoga mas no es blanca;
es
oscura, seguro una ilegal:
traga
agua y se la traga el agua.
Estamos
padeciendo, esta invasión
de
gente sospechosa por su raza
o
subraza; gente oscura, sucia.
Está
gritando, escuchemos cómo grita,
acaso
canta en su salvaje estilo;
chillando
está, no oírla es imposible.
Entonces,
veámosla, se aferra
a
su pequeño salvavidas, su juguete,
con
el que entró a flotar en el estanque.
Se
agarra y chilla, chapotea, se hunde
y
ahora vuelve a salir; en todo caso,
no
es culpa nuestra lo que está pasando.
Es
culpa de ellos que vienen y se quedan
trasgrediendo
la ley de migraciones,
¿qué
culpa deberíamos sentir?
El
mundo sería un edén con gente blanca
de
ojos celestes, si es posible, y rubia;
pero
esta gente del mundo hace un infierno.
Vienen,
llegan, se instalan subrepticios,
se
esconden, se aprovechan de nosotros,
nos
avanzan, acechan nuestra sangre.
¿Qué
hacer (ella se ahoga), la salvamos?
¿Intentamos
hacerlo?; manotea,
ya
no hay tiempo, ha sido un accidente:
ya
ha desaparecido bajo el agua.
COMIQUEOS II:
de Santillán:
–Vi
a Kosteki caer ensangrentado
y
acudí a cubrirlo: caí, como él,
muerto por la jauría policial.
Ni
muertos ni vivos; ahora nos vemos
en
la memoria del puente que cortamos,
haciendo
memoria como hacíamos pan:
contra
el olvido que nos pide paso.
“Nota:
La risa canalla incorpora varios
comiqueos más a los de Comedieta (de
la globalización y el arte del bufón -1995-) y queda –a partir de la presente
edición- como título definitivo. L.L.”. Selección: Jmp. En: La risa canalla (o
la moral del bufón), Paradiso Ediciones, 2004.
Leónidas
Lamborghini (Buenos Aires, 10 de enero de 1927 - 13 de noviembre de 2009).
Foto: Jmp.
¿Dónde está el Loco?
ResponderEliminarCOMO LEÉS, ESCRIBÍS
LEÓNIDAS LAMBORGHINI
“Quién que ha sido grande no se ha reído. Dante, cualquiera... Shakespeare. Y el primero de todos, Sófocles... con su Edipo. Es un chiste. Shakespeare se ha reído todo el tiempo, se ha reído en Otelo, en Hamlet, en Rey Lear... Sí, es una tragedia, pero lo que se ha descubierto ahora es que la tragedia terminó. Kafka es cómico; del principio al fin. Pasa que el bufón controla la locura. El bufón controla la locura del Rey Lear. O de cualquier rey que se le ponga. Por eso cualquiera que llega al poder necesita bufones al lado. Si los tiene para que lo controlen... Ahora, si los tiene para pegarles una patada de vez en cuando, no... Pero yo creo que Lear, si tiene alguna cosa de interés ese personaje, es que es inteligente, porque él cuando le falta el bufón dice: “¿Dónde está el Loco?” “El Loco”, le llama. Necesita al Loco, cuando se la ve venir. El pide por el Loco, para tenerlo al lado y que le diga...”
“El yo lírico no admite la risa. Porque ver lo trágico desde lo trágico, bueno, fenómeno. Pero ver lo trágico desde, como en “La Refalosa” de Ascasubi, con esa risa... Es una risa fuera de lugar. Es por ejemplo lo que pasa con Olivari, en La musa de la mala pata. Es eso. “La orquesta de señoritas”... De pronto se desbarranca, pierde el ritmo, y después retoma, claro... Y ese tipo de lirismo facilón, que yo creo que ya no funciona, pero con el que uno se las tuvo que ver, porque “Esto no es poesía”, "Usted usa la poesía para mancillarla", todo eso me lo tuve que... Y tuve que seguir. Eso es lo que rompe las pelotas en Shakespeare: cuando se pone a hacerse el poeta, a hacerse el poético, ¿no? Cuando empieza: "Oh, la luna amada y..." Esa cosa, esos colgajos, insoportables. Hay que reescribirlo todo de nuevo. Pero no por ejemplo cuando dice, en el Otelo, que se quiere acercar Casio a Otelo, cuando se aclara la intriga donde Casio ya aparece como que le está haciendo los cuernos a Desdémona y era el tipo más querido por Otelo, y Yago dice: “Pero acércate, tú eres amigo del jefe de tu jefe”, que es la esposa, la mujer. Ah, la mujer es la que está detrás del poder. El hombre es un instrumento. Es poderosísima.”
“Una tradición que viene de la gauchesca, de “El Matadero”, del grotesco, de los hermanos Discépolo, de Defilippis Novoa, todo ese teatro chico que se le llamó, que sé son unos genios... El Estado debería tener un teatro. “He visto a Dios”, de Difilippis Novoa. “El Guapo del 900”. Todo lo de Armando Discépolo. Pero claro, estamos... el Mercado manda. Hoy es el valor del mercado. Por ejemplo el folletín no ha perdido para nada. Lo ves en la televisión: el malo, el bueno, y sigue la historia. Es una forma. La gente la ve, porque la necesita. Lo necesita. Está bien... Y son unos disparates, una demagogia, un oportunismo... El folletín es imbatible. Está el malo y está el bueno. Y vos ya sabés que el bien va a vencer al mal. Ya te quedás tranquilo.”
(Fragmento) Sergio Raimondi / Universidad Nacional del Sur / Cuad. Sur, Let. n.34, Bahía Blanca 2004