EL TIEMPO
Cuando pongo
mi mano joven,
Condescendiente,
Sobre el hombro tormentoso del anciano,
Es sólo una ilusión, sólo un instante,
El tiempo
De mirar a las nubes, a los astros,
Antes de que otra mano,
Generosa,
Se pose sobre mi hombro
Llamándome ¡oh anciano!
Condescendiente,
Sobre el hombro tormentoso del anciano,
Es sólo una ilusión, sólo un instante,
El tiempo
De mirar a las nubes, a los astros,
Antes de que otra mano,
Generosa,
Se pose sobre mi hombro
Llamándome ¡oh anciano!
BIOGRAFÍA
“Es demasiado
profesoral”, graznaban los longobardos.
“Es demasiado antiprofesoral”, bufaban los otomanos.
“Es demasiado señorial”, hiplaban los neoetruscos.
“Es demasiado popular”, aseguraban con la nuca los dálmatas.
Naturalmente, al cabo se pusieron de acuerdo todos,
Y lo borraron encantados de la vida.
“Es demasiado antiprofesoral”, bufaban los otomanos.
“Es demasiado señorial”, hiplaban los neoetruscos.
“Es demasiado popular”, aseguraban con la nuca los dálmatas.
Naturalmente, al cabo se pusieron de acuerdo todos,
Y lo borraron encantados de la vida.
QUE
Que mientras quede
un hombre muerto, nadie
Se quede vivo.
Pongámonos todos a morir,
Aunque sea despacito,
Hasta que se repare esa injusticia.
Se quede vivo.
Pongámonos todos a morir,
Aunque sea despacito,
Hasta que se repare esa injusticia.
COMO A ELLOS
No tenías
más que una vez para nacer
Y naciste cojo, tuerto, enano
O un poco tonto.
Desde luego que nadie se daría cuenta de que eres cojo
Si te quedaras sentado tranquilo;
Y nadie sabría, tuerto, lo que te pasa,
Poniéndote así, de perfil;
Y quién iba a averiguar que eras enano
Si te limitaras a escribir cartas o a llamar por teléfono;
Y callado, sin decir nada,
No hay forma de que sepan que eres tonto.
Ah, pero yo los conozco como si fuera ustedes mismos:
Y sé, cojo, que te levantarás y echarás a andar;
Y que tú, tuerto, de pronto vas a mirar de frente;
Y que tú, enano, dejarás esa pluma, colgarás el teléfono
Y te plantarás imprudentemente cara a cadera;
Y que tú, tonto (como quien dice) de capirote,
Vas a echarte a pensar y a hablar.
Y así todo el mundo, todo el mundo,
Va a saber lo que les ha pasado a ustedes
La única vez que tenían para nacer.
Vaya, como a ellos.
Y naciste cojo, tuerto, enano
O un poco tonto.
Desde luego que nadie se daría cuenta de que eres cojo
Si te quedaras sentado tranquilo;
Y nadie sabría, tuerto, lo que te pasa,
Poniéndote así, de perfil;
Y quién iba a averiguar que eras enano
Si te limitaras a escribir cartas o a llamar por teléfono;
Y callado, sin decir nada,
No hay forma de que sepan que eres tonto.
Ah, pero yo los conozco como si fuera ustedes mismos:
Y sé, cojo, que te levantarás y echarás a andar;
Y que tú, tuerto, de pronto vas a mirar de frente;
Y que tú, enano, dejarás esa pluma, colgarás el teléfono
Y te plantarás imprudentemente cara a cadera;
Y que tú, tonto (como quien dice) de capirote,
Vas a echarte a pensar y a hablar.
Y así todo el mundo, todo el mundo,
Va a saber lo que les ha pasado a ustedes
La única vez que tenían para nacer.
Vaya, como a ellos.
NOTA
Vivo donde quería.
Me casé con quien quise.
Tengo la descendencia que quisiera tener.
Hago lo que pensaba.
No se culpe a nadie de mi muerte.
Me casé con quien quise.
Tengo la descendencia que quisiera tener.
Hago lo que pensaba.
No se culpe a nadie de mi muerte.
MADRIGAL
Había la
pequeña burguesía,
La burguesía compradora,
Los latifundistas,
El proletariado,
El campesinado,
Otras clases,
Y tú,
Toda temblor, toda ilusión.
La burguesía compradora,
Los latifundistas,
El proletariado,
El campesinado,
Otras clases,
Y tú,
Toda temblor, toda ilusión.
A UN POETA DE ANTES
Vivió. Sufrió.
Murió. ¿Monotonía?
¿Deslumbramiento? Júzguelo quien pueda.
En su tiempo amó al tiempo y al espacio.
Hoy su espacio no es casi nada, y nada
Aquel tiempo, que el nuestro ha devorado,
Y quizás a él también, bajo la forma
De aves, de caracoles o legumbres.
Tuvo una historia que se nos escapa.
Algo ha llegado, sin embargo, de él:
Lo festejaron por lo que no era,
Y lo atacaron por lo que no fue.
¡Ah, poeta de antes!
¡Ah, poeta!
¿Deslumbramiento? Júzguelo quien pueda.
En su tiempo amó al tiempo y al espacio.
Hoy su espacio no es casi nada, y nada
Aquel tiempo, que el nuestro ha devorado,
Y quizás a él también, bajo la forma
De aves, de caracoles o legumbres.
Tuvo una historia que se nos escapa.
Algo ha llegado, sin embargo, de él:
Lo festejaron por lo que no era,
Y lo atacaron por lo que no fue.
¡Ah, poeta de antes!
¡Ah, poeta!
ARTE POÉTICA PARA REGALAR
Rápido, denles
la onda,
Díganles por dónde va la cosa:
No quieren quedarse atrasados,
Ellos, que las otras veces
Llegaron tarde a las palabras,
Y cuando lo de la mierda
Andaban todavía por los lirios;
Háblenles de la maraña,
Que seguramente tendrán listo en media hora
El poema contra la burocracia,
Contra los que discriminan a los otros
(Ahora que ellos no tienen dónde
Excluir también a los otros);
Rápido, denles la onda,
Ayúdenlos a lograr ese poema
Salvaje, audaz,
Apenas
Atrasado.
Díganles por dónde va la cosa:
No quieren quedarse atrasados,
Ellos, que las otras veces
Llegaron tarde a las palabras,
Y cuando lo de la mierda
Andaban todavía por los lirios;
Háblenles de la maraña,
Que seguramente tendrán listo en media hora
El poema contra la burocracia,
Contra los que discriminan a los otros
(Ahora que ellos no tienen dónde
Excluir también a los otros);
Rápido, denles la onda,
Ayúdenlos a lograr ese poema
Salvaje, audaz,
Apenas
Atrasado.
HACIENDO UNA ANTOLOGÍA
Improvisamos un
simulacro de posteridad,
Y, solemnes a la manera del día,
Es decir, con la menor solemnidad aparente,
Nos ponemos a repartir premios,
Lugares, bandas azulceleste a todo lo largo del pecho
Coloquial pero bien trabajado,
Y un que otro soplamocos al niño de la linda corbata
Y la hoy inaceptable manzana lustrada.
Llegan las tazas de café. No falta el ingenioso
Que improvisa suspiros por tabacos
(Eusebio, ¡nomeolvides!).
Hojeamos luego nuevas páginas
(¡Oigan esto!).
Buscamos treintiocho veces el imprescindible poeta
De aquel país sin poetas.
A la tarde de muchas mañanas,
Cuando quién distinguiría a Garcilaso de la Vega
Del Inca Garcilaso de la Vega,
Y está a punto de desgajarse el grupo como una fruta demasiado madura,
Es entonces que pasa inadvertido el poema
Donde estaba empezando tranquilamente el futuro.
Y, solemnes a la manera del día,
Es decir, con la menor solemnidad aparente,
Nos ponemos a repartir premios,
Lugares, bandas azulceleste a todo lo largo del pecho
Coloquial pero bien trabajado,
Y un que otro soplamocos al niño de la linda corbata
Y la hoy inaceptable manzana lustrada.
Llegan las tazas de café. No falta el ingenioso
Que improvisa suspiros por tabacos
(Eusebio, ¡nomeolvides!).
Hojeamos luego nuevas páginas
(¡Oigan esto!).
Buscamos treintiocho veces el imprescindible poeta
De aquel país sin poetas.
A la tarde de muchas mañanas,
Cuando quién distinguiría a Garcilaso de la Vega
Del Inca Garcilaso de la Vega,
Y está a punto de desgajarse el grupo como una fruta demasiado madura,
Es entonces que pasa inadvertido el poema
Donde estaba empezando tranquilamente el futuro.
MUCHACHA
Esta ruda muchacha
de Vinh,
No tuvo miedo
cuando el avión a chorro norteamericano
Descendió en
picada, disparando sobre su grupo;
No tuvo miedo
cuando el avión llegó a setecientos metros:
No tuvo miedo
cuando entró en su mirilla;
Y esta muchacha
disparó y disparó;
Y vio caer envuelto
en llamas al terrible aparato.
Esta muchacha sólo
tuvo miedo
Cuando le pedimos
que lo contara a nosotros.
-cámaras, luces,
lápices, papeles-.
A nosotros,
impresionados del otro lado de la mesa,
Ante esta terrestre
niña de Vinh que esconde la cara entre las manos temblorosas.
En:
“Poeta en La Habana”, Selección e introducción de José María Valverde., Laia
Literatura, 1982.
Roberto
Fernández Retamar (La Habana, Cuba, 9 de junio de 1930).
Foto: JMP. RFR en La
Plata, 2 de mayo de 2012.
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