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jueves, 16 de octubre de 2014

Julio Llinás, Dónde está el hombre que renace en las cenizas de una gran poesía


LA CASA

En esta casa
en que vivo,
la zozobra
me asalta
de perderla.

Ella es mi madre
de recuerdos,
mi continente
arrebatado
a la miseria.

Nada importante
ha sucedido
entre sus muros.

¿Ha de impedirme Dios
la humilde gloria
de morir en ella?


LAS CIENCIAS NATURALES

Junto a las rocas, la negra sal
radiante.
¡Oídos!
Crujen las pieles de la Tierra
gastadas por el sueño
bajo una calma infernal.
¿Dónde está el hombre
que renace
en las cenizas
de una gran poesía,
la mano de oro que bautiza
y desarrolla
las ciencias naturales?
Palabras,
Serpientes de la asfixia.


POEMA RAÍCES

El hombre que habla
y devora sus palabras,
teje una fábula
en su Tierra.
Y el aire invade
los verbos de su raza.

Así cayó esta zarpa
en mi inocencia.
Así creció mi orgullo
en este mundo.


SOMBRERO DE PERRO

No hemos tenido suerte,
amigo mío,
aunque haya quienes digan
que siempre la tuvimos.
Cuando miramos hacia atrás
y recordamos las calles
de ese París que se ha ido
con nosotros,
no sabemos ya qué hemos tenido,
no sabemos siquiera
si hemos tenido alguna cosa
o si todo ha sido solamente
nuestro disfraz de saltimbanqui,
nuestro sombrero de perro
y nuestras ganas de vivir.
Algo sabemos sin embargo
de los fulgores del mundo:
no nos va bien la bufanda
de seda pelirroja
de los directores de asuntos,
no nos convienen
los parajes idílicos,
las mansiones augustas,
las torpes limosinas.
No estamos ya para esa farsa,
viejo perro.
Hemos querido cantar
y sólo hemos gritado.
Hemos enfrentado a Dios
y él ha escapado
brincando por los bosques.
Hemos querido mostrarnos
y nadie nos ha visto.
Hemos querido ser grandes
y sólo fuimos los mismos,
los de siempre.
Acaso hayamos tenido,
únicamente,
la delicada suerte
de no haber sido nadie
ni nada.


LA ALONDRA

El niño rompe sus juguetes
en busca de la alondra.
La oveja con ruedas,
el caballo de lechero,
el oso negro de la tía Blanca,
el tíovivo con música,
la locomotora alemana
y hasta el fonógrafo infantil
con aquella marcha espantosa
norteamericana.

Lo rompes todo,
le dice su padre.
Todo lo rompes,
le dice su madre.
Busco la alondra,
dice el niño.

Y, claro está, pasa el tiempo.
Y el niño, que ya está crecido,
busca la alondra en los campos,
en las bestias, en los libros,
en las mujeres.
Y todo lo destruye
en busca de la alondra.

Se ha convertido
en un hombre rodeado
de juguetes rotos,
de libros inútiles,
de mujeres destrozadas.

Hasta que llega el momento
en que se hace viejo
y camina por las calles,
distraídamente,
buscando siempre la alondra.

Pero una tarde, empuña
su bello Colt 38
y se pega un tiro.

Entonces,
de su cabeza ensangrentada
sale volando la alondra.
Es lástima que no haya
nadie para verlo. 


DIFICULTADES

Insoportable buena fe,
es tan difícil decir a una mujer que es fea,
a un viejo amigo que es inútil y cobarde,
es tan difícil decir a un mal poeta
que sus infames versos hieden,
que sus libritos dan grima,
que sus metáforas son abominables
que la listita de sus premios
es desgarradora,
es tan difícil hablar con una lengua pura
de cristal y plata fresca y lúcida saliva,
decir a un hombre notorio que es imbécil,
que si no mide el flujo
de sus tonterías
puede morir como un pez,
es tan difícil soportar al literato orondo
que ha estado dando en Londres
sus conferencias para monos,
es tan difícil y tan duro
ir a lugares, almuerzos,
inauguraciones de aeróstatos,
escuchar la radio, los recitadores
de trámite melífluo, los sermones,
es tan difícil recibir llamadas telefónicas
y libros dedicados,
rehusar invitaciones,
hollar las vanidades
que envenenan el mundo,
es tan difícil flotar, volar, arder
como las naves,
como los pájaros sagrados
y algunos pocos libros de platino,
es tan difícil y tan necesario
abominar del dinero
y del poder
y seguir siendo un hombre.



Julio Llinás (Buenos Aires, 1929).-
Selección de textos: Jmp. En: “De las aves que vuelan”,
 Antología personal, Argonauta, 2008.-

Fotografía de Jorge Carrol, Santafé de Bogotá, 1984.-

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