2
Ante
esta lluvia
que
arrincona pájaros
qué
puede uno hacer
sino
mirar
por
la ventana de vidrios
empañados
cómo
el silencio
de
la madrugada
pasea
su orondez
sin
más remilgo
que
el del pinar
sobrecogido
como
quieto monje
cargado
de paciencia.
3
Nadie
sucumbe
en
un marzo
entero
como
hoy.
Lo
que sucumbe
es
el sueño
porque
la lluvia golpea
con
sus mil patitas,
sobre
el techo
de
un cinc paciente y entregado.
Nadie
se mueve hoy
porque
al escampar veremos
las
hojitas nuevas
verdes
estallantes
moviéndose
en busca
del
sol que nacerá de nuevo.
5
En
la cornisa
de
marzo
silencia
el mar
sus
arrebatos
en
esa playa sucia
donde
una botella rota
espera
inútilmente
la
visita de las algas
hasta
que el sol
se
filtre
por
esos vidrios
que
nos protegieron
de
aquella madrugada
que
la arena sepultó
6
Ya
no entraremos
a
las ciudades
con
la paciencia
ardiente.
Ya
no asaltaremos
ni
la ilusión
ni
el cielo.
Apenas
viviremos
atados
a ese recuerdo
niño
que sólo se agiganta
que sólo se agiganta
en
la memoria.
8
Un
ardiente sol
cae
en la tarde
rueda
como
una naranja
por
las calles
captura
sombras
papeles
sucios
marquilla
de cigarros
un
ronco amor
que
llora de rodillas
9
Un
tero salta
con
un grito
en
la mañana
de
marzo
un
hornerito
llama
a su compañera
y
le pide atención
una
gaviota blanca
se
clava en la altura
celeste
un
vientito fresco
arrea
vilanos
de cardos
en
flor
y
los va dejando
sobre
el campo verde
verde
que
traga mariposas
blancas.
13
En
una
memoria
quieta
nadie
podrá
decir
que
sucumbió
de
paz.
Cuando
alguien
siempre
por
cualquier
motivo
se
iba para siempre
22
Un
árbol
instaura
dolores
quietos
en
la noche.
Un
ocio
arrodillado
ínsito
como
si fuera
la
luz
de
un dios
en
la miseria
de
una mujer
enceguecida
por
la gracia.
38
Cuando
ardían
los
veranos
en
los atardeceres
únicos
demenciales
de entonces
como
el aire
que
no dejaba
de
partir un día
detrás
de aquellos pinos
que
pararon las
tormentas
como
un dolor
que
refulgía en el aire
cuando
la mañana
era
un borrador
de
la soledad
que
desaparecía
entre
hierbas
como
no nacía
de
mí.
41
En
un amarillo
fervor
del
verano
en
donde nadie
encendía
las lámparas
porque
un esplendor
decidía
por ese ardor
por
esa pena
que
de rodillas
caía
como
un medallón
detenido
en el tiempo.
42
Eran
astucias
que
en otro
tiempo
esgrimíamos.
Eran
figuraciones
muy
lentas
donde
dejé mi rumor.
Como
ese amigo
lejano
que
nos dejó
de
escribir.
51
Como
esas
piedrecitas
que
pulieron
las
aguas
de
ese río
como
esa sensación
ardida
entre
el rencor
y
la distancia
que
no nos
acercó.
56
En
la enredadera
del
cielo
armé
un
tembladeral
ajeno
para
que
olvidaras
una
noticia
artera
que
no llegó
a
destino.
60
¿Qué
pasó
en
aquel rincón
perdido
donde
mi amor
bebía
el
agua escasa
de
todos los desiertos?
66
Ese
poeta
no
estuvo
a
la altura
de
sí mismo
cuando
no
cazó
al vuelo
ese
último crepúsculo
que
caía
degollado
detrás
de aquellas
casuarinas
oscuras.
77
En
el silencio
de
la casa
en
sombras
al
estallar la luz
rompían
derrotas
suyas
que
no puedo
narrar
85
Si
no fuera
de
ley la noche
quiero
decir
una
larga sombra
que
se llenó
de
brea
sino
fuera
de
alumbre
el
sol
quien
se atreviera
al
desatino
en
donde estamos
sin
saber por qué
ni
cómo
88
Me
había
sentado
bajo
aquella
casuarina
triste
y
entonces vi
cómo
henchía el aire
chato
azul
lejano
esa
bandada
de
bandurrias negras
en
formación
marcial
que
nos parece inútil
pero
que algún
sentido
tiene,
y
que a mí
al
menos
se
me escapa siempre
90
Decididamente
el
cielo
se
expresa igual
pese
a esa erupción
de
patos
que hacia aquella
laguna
remonta
en vuelo bajo.
Están seguros
que
ese equilibrio
no
habrá
de
romperse
mientras
el sol
pinte
todo
con
los colores
nuevos
de
septiembre
92
Pienso
desde
aquí
en
qué rama
de
esos fresnos
plantados
con mi padre
se
posarían
las
patitas leves
de
ese pechirojo
que
por una vez
no
incendió
los
campos.
93
Como
la luna
que
se trizó
en
el espejo
sucio
del
charco
así
mi pena se rompe
contra
la noche
íntima
solitaria
alejada
como
si no fuera
de
nadie.
94
El
vuelo de esa calandria
por
el cielo
no
tiene la perfección
de
tu cintura.
El
vuelo de esa calandria
no
supone
la
ausencia
de
mi mano
en
la blancura
de
tu espalda
que
los años
volvieron
más hermosa
como
es hermoso
tu
amor
que
atraviesa
incólume
los
tiempos.
Selección de textos: José María Pallaoro.
En
“Lluvia de marzo”, Ciudad Gótica, 2012.
Jorge
Isaías (Los Quirquinchos, Sante Fe, 15 de junio de 1946). Poeta.
Foto:
Archivo de la talita dorada.
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