LLUEVE SIEMPRE
Llueve siempre
en la calle
las últimas
noticias anuncian un secuestro
en Uruguay,
país tan argentino
diarios
mojados ruedan una muchacha muestra
los senos en
la tapa
de una revista
el chico va
descalzo
llueve siempre
un corredor ha
muerto en la carrera
es hora de
dejar la oficina muchachos
guardar la
computadora niña virgen
mañana
la calle
estará seca y habrá café caliente
hoy solamente
llueve
y llueve desde
siempre
ESCRIBES PORQUE SÍ
Escribes
porque sí,
Trazas señales
de humo
Siguiendo a
Mallarmé leíste todos los libros
Y sabes ya que
es triste la niebla de los cuerpos.
Sólo quieres
ahora leer tus propias manos,
El enigma de
tu garganta, de tu vida.
Andas a pura
noche, en el grotesco
Excipiente de
tu carne
Enterrando las
muertes cotidianas
En la maceta
del balcón,
guardando los
ensueños entre vestidos lacios.
Mira ese
rostro extraño en el espejo.
Hay que
alisarse el pelo una sonrisa
Ponerle al
alma unas pestañas
Y partir con
el falso mediodía
Las uñas
tintas en sangre diurna
Los párpados
de oro
Para ocultar
este animal de lodo
Ese perro que
aúlla en la oscuridad.
DESPERTÉ Y ME HALLÉ SOLA
Desperté y me
hallé sola en medio del mar
en medio de
una música atronadora, sólo comparable al silencio.
Un gran viento
batía mi corazón.
El mundo era
una concavidad que recibía los latidos
de mi sangre
y yo era una
barca
mecida por la
tormenta
una débil caja
de huesos rodeada de infinito
conteniendo en
sí misma el infinito.
Así me hallé
sola y desnuda entre las olas
hasta mi
recaída en este sueño en el que mi destino es recordar.
Los leones del
espacio rugieron sobre mi frente
barriendo
espumas sucias concreciones del tiempo
Vulnerable,
revivo en cada herida.
Y el fuego de
las espadas es dulce sobre mi piel
como una
lluvia de lilas.
MIS OJOS SON DOS PÁJAROS INSOMNES
Mis ojos son
dos pájaros insomnes
sobrevuelan el
mar
llegan hasta
un país llamado Siempre.
Allí nace la
lluvia,
el corazón del
agua, las esporas.
Allí late la
nuez de oro de los mundos.
Allí tu amor
me aguarda.
SÉ QUE VOY A MORIR
Sé que voy a
morir.
Una ola de
amor nubla mis ojos
me ahoga.
No tengo miedo.
Soy una
abierta magnolia exhalándose sin
nadie en la pura noche
una hoja
que un
poderoso viento arrastra
A ti me
entrego
amor infinito
que me posees
mar sin cuerpo
y sin nombre que destruyes
esta dulce
madera de mujer
EL AMIGO ESCRIBIÓ MI NOMBRE
El amigo
escribió mi nombre sobre la arena.
Supo acaso que
el mar, la espuma, el aire
bautizaban mi
frente amanecida.
Un viento nos
lavaba del miedo y la impureza
como barren
las olas sus escorias
y desnudan el
nácar relumbrante.
Ya nacía el
amor.
Sobre la arena
quedó escrito
mi nombre para siempre.
…
Te llamo
te llamo en la
niebla de la ciudad
entre las
máquinas que giran
y papeles que
vuelan en la blancas madrugadas.
Te llamo en el
laberinto en la violencia
en el desierto
de las voces mecánicas
en el páramo
del simulacro cotidiano.
No conozco el
idioma del paisaje celeste
ni la llave
que alcance tu morada de aire.
Sólo puedo
ofrecerte esta palabra
un alimento
triste y el vino solitario
que arrastra
recuerdos de parques bienamados
de calles que
te pertenecen
de libros
donde juntos morábamos.
Todo me dice
mi orfandad
cuando llega
la lluvia con sus pies diminutos
sobre mi
corazón sin abrigo.
Te llamo y te
llamaré con el latido
último de mi
cuerpo
cuando Ella
venga a mí
como una madre
compasiva y pálida.
En:
“Antología poética”, FNA, 2008.-
Graciela
Maturo (Santa Fe, 1928).-
Foto: Universidad
Nacional de Cuyo. EDIUNC DIGITAL.
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