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miércoles, 3 de septiembre de 2014

Graciela Maturo, otros poemas



LLUEVE SIEMPRE

Llueve siempre en la calle
las últimas noticias anuncian un secuestro
en Uruguay, país tan argentino
diarios mojados ruedan una muchacha muestra
los senos en la tapa
de una revista
el chico va descalzo
llueve siempre
un corredor ha muerto en la carrera
es hora de dejar la oficina muchachos
guardar la computadora niña virgen
mañana
la calle estará seca y habrá café caliente
hoy solamente llueve
y llueve desde siempre



ESCRIBES PORQUE SÍ

Escribes porque sí,
Trazas señales de humo

Siguiendo a Mallarmé leíste todos los libros
Y sabes ya que es triste la niebla de los cuerpos.
Sólo quieres ahora leer tus propias manos,
El enigma de tu garganta, de tu vida.
Andas a pura noche, en el grotesco
Excipiente de tu carne
Enterrando las muertes cotidianas
En la maceta del balcón,
guardando los ensueños entre vestidos lacios.

Mira ese rostro extraño en el espejo.
Hay que alisarse el pelo una sonrisa
Ponerle al alma unas pestañas
Y partir con el falso mediodía
Las uñas tintas en sangre diurna
Los párpados de oro
Para ocultar este animal de lodo
Ese perro que aúlla en la oscuridad.



DESPERTÉ Y ME HALLÉ SOLA

Desperté y me hallé sola en medio del mar
en medio de una música atronadora, sólo comparable al silencio.
Un gran viento batía mi corazón.
El mundo era una concavidad que recibía los latidos
de mi sangre
y yo era una barca
mecida por la tormenta
una débil caja de huesos rodeada de infinito
conteniendo en sí misma el infinito.
Así me hallé sola y desnuda entre las olas
hasta mi recaída en este sueño en el que mi destino es recordar.
Los leones del espacio rugieron sobre mi frente
barriendo espumas sucias concreciones del tiempo
Vulnerable, revivo en cada herida.
Y el fuego de las espadas es dulce sobre mi piel
como una lluvia de lilas.



MIS OJOS SON DOS PÁJAROS INSOMNES

Mis ojos son dos pájaros insomnes
sobrevuelan el mar
llegan hasta un país llamado Siempre.
Allí nace la lluvia,
el corazón del agua, las esporas.
Allí late la nuez de oro de los mundos.
Allí tu amor me aguarda.



SÉ QUE VOY A MORIR

Sé que voy a morir.
Una ola de amor nubla mis ojos
me ahoga.
          No tengo miedo.
Soy una abierta magnolia exhalándose sin
          nadie en la pura noche
una hoja
que un poderoso viento arrastra
A ti me entrego
amor infinito que me posees
mar sin cuerpo y sin nombre que destruyes
esta dulce madera de mujer



EL AMIGO ESCRIBIÓ MI NOMBRE

El amigo escribió mi nombre sobre la arena.
Supo acaso que el mar, la espuma, el aire
bautizaban mi frente amanecida.
Un viento nos lavaba del miedo y la impureza
como barren las olas sus escorias
y desnudan el nácar relumbrante.
Ya nacía el amor.
Sobre la arena
quedó escrito mi nombre para siempre.




Te llamo
te llamo en la niebla de la ciudad
entre las máquinas que giran
y papeles que vuelan en la blancas madrugadas.
Te llamo en el laberinto en la violencia
en el desierto de las voces mecánicas
en el páramo del simulacro cotidiano.
No conozco el idioma del paisaje celeste
ni la llave que alcance tu morada de aire.
Sólo puedo ofrecerte esta palabra
un alimento triste y el vino solitario
que arrastra recuerdos de parques bienamados
de calles que te pertenecen
de libros donde juntos morábamos.
Todo me dice mi orfandad
cuando llega la lluvia con sus pies diminutos
sobre mi corazón sin abrigo.
Te llamo y te llamaré con el latido
último de mi cuerpo
cuando Ella venga a mí
como una madre compasiva y pálida.


En: “Antología poética”, FNA, 2008.-
Graciela Maturo (Santa Fe, 1928).-
Foto: Universidad Nacional de Cuyo. EDIUNC DIGITAL. 

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