DEUDAS
para Rubén Sevlever
Los míos nunca entraron a tallar en las historias.
Destriparon terrones en absolutos junios con heladas,
y dieron hijos con penurias fijas a la dureza de esta
tierra.
Hubo arados con gaviotas. Hubo lentas trilladoras
junto a las trenzas rubias de mis tías
y el torso desnudo de tanto cosechero.
El sol del verano hacía fintas mientras tanto en sus
cabezas.
Debo el poema. Debo la sangre que no derramé y el sudor
que me he guardado y la pena de ver llegar a mi padre
en un septiembre con sangre sin batallas.
Lo vi llegar herido, con los brazos como rotas alas
pero una furia hecha brasa en las pupilas.
Debo el poema a los colonos comprando el pan en la bolsa
blanca de arpillera. El agrio tabaco en latas de té Tigre.
Las calvas cubiertas con gorras amarillas.
Antes estaba la cocina a leña, el techo de cinc bajo tormentas
del invierno, el café y el mate recibiendo a la mañana.
El cuaderno con estampas era cuadrado y grande
y encerraba al mundo en sus cuarenta páginas.
Después la lluvia de abril complicó todo:
hubo historias que recuerdo y otros amores que me olvido,
sin quererlo. Hubo un tren que me trajo de repente,
arrancándome de cuajo, como fruta verde de diciembre.
Debo aún toda la distancia que me pone cada vez más viejo,
y me entristece.
1976, primavera
(de “Crónica Gringa”)
En esta tierra calcinada
canto mis verdades.
Bajo la lenta ceniza
de mis horas, silencio
el roquedal de dudas viejas
me somete al ritmo
de tu sangre tempestuosa,
recibo mis ardores
-al fin de cuentas: canto-.
A veces pienso que mi corazón
sucumbe a inciertos temores,
a ciegos resplandores no buscados,
pero que están allí, acechando
como cualquier alimaña.
De alguna manera son como la muerte,
que nos completa la vida sin quererlo.
Quisiera enmadejar palabras,
silenciosas cuentas de un rosario
inacabado, apuestas de una vida
que nos lastima tanto, pero que nos es
inevitable como este aire
que todos respiramos.
La poesía está en nosotros,
tristes cantores en un mundo
que se desmorona, como si fuera de barro.
¿Puede algo tan frágil
sostenernos tanto?
1984
(de “Rosario Cinco poetas que difunden La Cultura/Antología”)
En: “El pan en llamas. Antología”, Editorial Ciudad Gótica,
2011.
Jorge Isaías (Los Quirquinchos, Santa Fe, 1946).
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