Nací como nace un capullo, como nacemos todos,
junto al amor de los míos, que me dieron el sentido y el cuidado.
Crecí día a día, como lo hemos hecho todos
y al abrigo del hogar fui empezando a entender.
Por momentos jugando, vi las cosas perfectas, y el mundo infinito.
Ahora comprendo que el infinito no ha cambiado:
está presente cuando miramos al cielo los que lo amamos...
Poema leído por Vera Spinetta en la muestra dedicada a su padre,
Los libros de la buena memoria, en biblioteca nacional.
Es uno de los últimos poemas que escribió el Flaco.
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